Educación, educación, esta es la respuesta

La educación viene del corazón, viene del alma. La instrucción viene de la mente, viene del conocimiento. Es así como al nacer un niño, hembra o varón, de inmediato comienza su educación, su madre lo cuida y le da su amor, lo alimenta, le cubre sus manitos para que con las uñas no se rasguñe la cara, lo baña, lo arropa, le canturrea y así prosigue la madre con su hijo hasta que cumple un año y entonces le empieza a hablar, a señalarle algunos objetos, a decirle: no eso no se hace, cuando el niño toma entre sus manos algún adorno que esta sobre la mesa del recibo y así lo va educando, al llegar a los dos años ya la madre empieza a enseñarle a que debe respetar y a llamarle la atención cuando no hace caso de alguna indicación; la madre es la educadora por excelencia del niño. Sabiéndose que ésto es así, el Estado debería preparar a la madre para que de una forma científica enseñe a su niño y reaccione solícitamente cuando en él vea tal o cual incorrecto comportamiento.

Un niño pequeño que se acostumbre a despojar a otros de sus cosas, a no decir la verdad y/o a lastimar a sus compañeritos, cuando grande seguro que será una persona ladrona, desleal, mentirosa, intrigante y maltratará físicamente a las demás personas; con preferencia a sus propios familiares. Un niño que haga algunas maldades con cosas, animales o personas, de grande es muy probable será una persona malvada. Ahora bien, ¿Cómo se corrige las malas actuaciones de los niños? Sin duda que la manera de tratar a los niños es muy especial, por lo que ese trato deberá ser estudiado y recomendado por algún especialista, en la enseñanza del niño debería existir un método ya elaborado y éste debería ser aprendido por todas las madres y padres para que ellos sepan como actuar ante un determinado caso y haciéndolo correctamente se logre cambiar las malas inclinaciones que el niño pueda tener.

Es aquí en donde El estado debe estar alerta, pues si el niño no se logra encaminar por un buen sendero en sus primeros años de vida, muy probablemente su camino será el de la prostitución, drogadicción y delincuencia. El Estado tiene que estar conciente de ello, él tiene que saber que es en la formación del niño donde está la clave de su futuro comportamiento, por ello debe actuar ya, hoy mismo, para que en poco tiempo en el país sean más numerosos los buenos ciudadanos. Porque dependiendo del instinto, de la espiritualidad, del talento y del criterio con que viene al mundo cada ser humano, su conciencia tiene que ser educada, ya que si no lo es, los atributos que posea aquel ser seguramente en la adultez serán utilizados para realizar acciones que irán en perjuicio de sus semejante, siendo el daño mucho mayor para la humanidad si aquel individuo es instruido, pues aplicará aquel saber para tratar de burlarse de las leyes. Un intrigante bien instruido y talentoso, en un instante daña cualquier obra de bien construida durante años y años de arduo trabajo; la persona intrigante es un verdadero azote.

La educación en los primeros años de vida de los seres humanos es fundamental, sin una buena educación en sus hogares y en la primera etapa escolar, es imposible contar con una población con espíritu de avance por un mejor futuro, ya que los pueblos se irán pervirtiendo irremediablemente y entonces reinará la envidia, el resentimiento, la ignominia, y todos esos males que son del alma, de un alma atormentada por la avaricia y el desdén, en donde la mente sucumbe ante la perdición del espíritu humano. El niño es un ser muy delicado y por ello necesita mucho cuido y amor, hay que enseñarle sabiamente todo lo bueno que nos salga del alma, y entonces esperar en un futuro próximo que algún buen hombre pueda decir a sus padres, interpretando a Simón Bolívar al escribir a su maestro Simón Rodríguez: Ustedes formaron mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido el sendero que ustedes me han señalado, en fin, ustedes han visto mi conducta y por ello no habrán dejado de decirse, todo eso es nuestro, nosotros sembramos esa planta, la regamos, la enderezamos tierna, y ahora robusta, fuerte y fructífera he aquí sus frutos; ellos son nuestros y lo vamos a saborear. Si, la buena educación en los niños es un inmenso bien a la patria. Sin la menor duda que hoy la influencia de la moral, en las mujeres y los hombres de este país, es nuestra primera necesidad.

Agosto de 2.008


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José M. Ameliach N.


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