Sería interesante un análisis sincero de las verdaderas consecuencias de eliminar el concepto de “ingreso” en lo referente a la educación universitaria, al respecto comparto e invito a leer http://www.aporrea.org/educacion/a51189.html, del profesor Julio Mosquera, su propuesta de la apertura irrestricta, la inclusión abierta, que incorpore no sólo al estudiante como iniciativa individual de superación, sino al ciudadano como motor de cambio a lo interno de las comunidades. Al respecto ya están avanzados la consolidación de las experiencias a lo largo del país, las Aldeas Universitarias y los programas Misión Sucre, la Universidad Bolivariana de Venezuela con toda la gama de programas, diplomados y estudios de cuarto nivel puestos al alcance de todo el que quiera participar en los espacios de construcción del conocimiento. Con sus defectos y errores, pero también con sus aciertos, son ellos la nueva cara de la universidad, y tienen su mayor fortaleza justo en los derroteros donde se oyen más el ladrar de los perros mercenarios de la educación, entre estos senderos, el que lleva a revisar el problema de las nuevas exclusiones que han generado los intentos de disfrazar la entrada del pueblo de la universidades, algunos generados directamente por políticas del MPPES.
Los errores y prejuicios en la concepción de la inclusión se manifiestan transparentemente en la injusta valoración de las iniciativas revolucionarias representadas por la UBV y la Misión Sucre, no es un simple problema de gestión, no son directa responsabilidad de la psicología de los ministros de turno, o por lo menos no de la psicología de la investidura ministerial, comienza ciertamente mucho antes, las ideas puestas en marcha tienen exacta coherencia con la historia de los personajes involucrados, es un “contínuum” conceptual que tiene su tensión histórica con lo que estos funcionarios han manejado como universidad. Nadie puede asumir como política la eliminación de las políticas de ingreso, y decididamente ver en la totalidad de la estructura de la educación universitaria, Aldeas, universidades, institutos, guarniciones militares, entre otras, la eliminación y no el “acomodo” de un concepto abiertamente capitalista y excluyente. Modificarlo es modificar la exclusión.
No es difícil buscar en la historia inmediata las explicaciones de la falta de comprensión de dicha problemática por las distintas gestiones a partir del final de la gestión de Navarro, donde, podemos decir que, desde la efervescente creatividad que se respiraba en los pasillos del edificio de la Esquina Del Chorro, recién mudados de la Torre Capriles, es sorprendente la decadencia en iniciativas de las posteriores gestiones. Y no estoy inventando nada, pueden decirlo gran cantidad de profesores de distintas universidades e institutos que hicieron presencia en la construcción de los programas, estudiantes con los que aun me comunico, gran cantidad de personas vinculadas a la educación universitaria trabajando en cada espacio donde se podía enchufar una computadora, vinieron de varios estados, de Falcón, de Guárico, del Zulia, de Oriente, occidente, inclusive los hermanos asesores cubanos tienen sangre y carne puestas en el inicio de lo que hoy llamamos Misión Sucre y UBV.
Hubo iniciativas dejadas en el camino, como la intención de conectar con una intranet a las Aldeas Universitarias, con la intención de hacer posible la comunicación eficiente y la virtualización de ciertos procesos de la mano con las intenciones de alfabetizar tecnológicamente, un diseño de administración escolar que eliminaba la viciosa prelación y los cuellos de botella curriculares, apoyándose en un sincero avance en las formas de semi-presencialidad, los primeros pasos de la cogestión del estudio, como alternativa a la hetero y la autogestión, como formas de la individualidad muy acordes con las visiones neoliberales, avances en el diseño de una matemática adecuada a la realidad política en un esfuerzo en conjunto desde distintas visiones de la educación, con la participación de profesores de la ASOVEMAT, el profesor Pedro Alson, Arturo Reyes, avances en el concepto de ciudadanía incorporados a los programas como parte de la educación integral, en fin, puedo dedicar extensas explicaciones y descripciones, poniendo a la realidad como acusadora de la negligencia para con una de las misiones más nobles de la historia.
Lo anterior no me desvía de la principal idea, más bien la refuerza. Existe la posibilidad de poner en su justo lugar, como un concepto en decadencia, a la universidad tradicional, tenemos a los cerebros, los profesionales no atrapados en el pacto con el capital, el nervio, el músculo necesarios para transformar la universidad, el “ingreso” como concepto no es un indicador de la “posibilidad”, es una cifra intima de la “rentabilidad”, el “ingreso” es la cuenta del capital, un indicador de inversión, y como tal, no lee realidades humanas, podemos hacer de la nueva universidad, las Aldeas, el inicio de la transformación socialista de un concepto alienante con siglos de vigencia. Nada de suavizar la exclusión, la tarea es eliminarla.
¡¡Viva la Misión Sucre!!
¡¡Viva la UBV!!
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