La no admisión de Venezuela en los BRICS, al menos en esta etapa inicial, sugiere diversas interpretaciones. El asunto de los nuevos estados miembros evidentemente responde a los intereses de los países fundadores quienes buscan complementarse y consolidarse en estas nuevas admisiones. Por ejemplo, la admisión de Argentina, aun con el peligro que representa la candidatura de Milei, ya había sido predicha por Lula y justificada en el hecho que Argentina complementa el valor agregado de la economía brasileña.
La admisión de Irán y Egipto es sin dudas el respaldo de China a la ruta de la seda y si añadimos Arabia Saudita y los Emiratos, allí se conforma un sólido bloque energético. Si bien Irán como Venezuela sufren las sanciones occidentales, la cercanía del primero a los mercados chinos e indios y su autosuficiencia en las cadenas de producción petrolera, lo aventaja frente a una Venezuela que aún no resuelve los procesos de mejoramiento del crudo extrapesado y su lejanía a los mercados asiáticos.
Ahora bien, en el plano geopolítico ningún otro candidato tiene mejores relaciones con el resto de los países BRICS y aspirantes, que Venezuela. Entonces por que Venezuela no entró a los BRICS. La respuesta se podría ubicar en tres campos geopolíticos. El primero - “dejar pasar, dejar hacer”-, tiene que ver con la necesidad de los BRICS de demorar el enfrentamiento directo con los países OTAN-G7. Este tiempo es vital para el fortalecimiento de las instituciones y proyectos BRICS y Venezuela al igual que Cuba son fronteras de guerra en desarrollo lo cual posiblemente recrudecerá por el período electoral de los EEUU.
El segundo campo -“al enemigo puentes de oro”-, refuerza el anterior y se ilustra en los acercamientos que ha tenido el gobierno norteamericano con Venezuela orientado a justificar en nombre de unas elecciones el alivio de las sanciones y con ello reingresar a Venezuela a la órbita geopolítica norteamericana. A Los BRICS no les conviene acorralar energéticamente a su principal rival y menos aún tan cerca de sus fronteras.
El tercer campo corresponde a la naturaleza propia de la agenda bolivariana, Venezuela es - “duro de matar”-. A diferencia de la geopolítica brasileña o argentina en la región no lideran el espacio latinoamericano más allá de sus propios regímenes aduaneros. Venezuela contrariamente es un sistema geopolítico que a través de Petrocaribe y la ALBA, mantiene un espacio de integración que le ha permitido sobrevivir políticamente a toda la batería de ataques del desaparecido grupo de Lima y por supuesto de los inventos del norte. Los BRICS fundadores han aceptados países que los complementan, pero al parecer no es el momento de aceptar sistemas más complejos. De allí la ventaja de Etiopía, menos ideologizado más chance.
Es probable que debido a los anteriores escenarios la petición venezolana de ingreso a los BRICS haya tenido un matiz más pragmático – petróleo, gas, minerales – pero aún pesa la carga ideológica de difícil planteamiento y que ha interferido anteriormente en la aceptación plena del país en el MERCOSUR, el manejo de las demandas con las multinacionales, los problemas con la corte internacional y el expolio de los recursos que ha sufrido el país y en el cual han participado no solo factores externos. Por largo rato Venezuela debe seguir su propio camino de cooperación, así lo ha demostrado.