El valor trabajo en Marx

Desde su aparición, la obra de Marx ha sido reprobada en todas sus partes por los apologistas de la burguesía. A sus vulgares críticos-nobelados incluidos-les bastó atacar los conceptos de valor trabajo y de precios de producción, pilares, estos, fundamentales para entender la enmarañada conducta capitalista ante todos los problemas de producción y circulación, de la moneda, de la escasez y de la lucha obrero-patronal.

De entrada, una cosa es el valor, y otra el precio de ese valor. El primero compete a la producción, y el segundo a al mercado. Sólo a veces, en el mercado ambos conceptos coinciden plenamente. Los valores son creados en los procesos productivos; los precios, si bien se forman en el mercado, representan valores negociados entre compradores y vendedores. En algunos casos, los precios se apartan del valor; a eso se llama especulación, pero no viene al caso.

Un valor puede ser regalado y esa transacción no anula el valor que tenga el bien objeto de donación, ni su valor de cambio ni mucho menos el valor de uso. Otro bien portador de valor puede ser vendido a un precio especulativo o con sobrevalor ficticio, o por debajo cuando se otorga descuento, cuando hay remates de inventarios.

Cuando Marx descubre, analiza y formula la ley del valor trabajo con rigor científico en su obra magna, El Capital, se refiere al valor que crea el trabajador en el tiempo durante el cual aplica su fuerza de trabajo a objetos de trabajo directa o indirectamente.

Pongamos las siguientes ecuaciones modulares del fenómeno macroeconómico de la producción global:

I) 80c+20v+20pl = 120V, para g’ = 20%

II) 40c+60v+60pl = 160V, para g’ = 60%

Como esos capitales operan con tasas de ganancia desiguales, durante la transformación de esos valores en precios de producción se arriba a una tasa media de ganancia, g’ = 40%, lo que significa que los sectores I y II se conformarán con esa tasa media. Las ecuaciones adoptan las siguientes configuraciones:

I) 80+20+ (20+20) = 140

II) (40+20)+ ((60+(60-20)) = 160. Aquí se conserva los valores iniciales sobre los cuales se calcula la g’ = 40%, aunque algunos datos (paréntesis) aparezcan a precios de producción diferentes al valor del primer juego de ecuaciones.

Los paréntesis recogen las transformaciones de los valores en precios de producción, pero eso no significa que las sumas involucradas hayan dejado de ser valores. Cuando un comerciante vende el valor de cambio de una mercancía aspira recibir un monto de dinero contentivo de tanto valor como marque ese precio especulativo ya que de otra manera pierde justificación el sobreprecio. En esos casos, el comerciante obtiene un sobrevalor y el comprador una pérdida parcial de su dinero, exactamente igual a cuando sufre un robo callejero.

Todos los datos de esas dos ecuaciones representan valores, valor trabajo, pero se les llama precios de producción porque sencillamente, al valor de cambio se le llama precio. O sea, cuando los valores se intercambian, se habla de precios, y de allí que Marx los haya llamado "precios de producción" para diferenciarlos de los valores adquiridos durante la producción, y con la finalidad de acabar con la aparente diferencia de valor que sufren los valores, cuando a los valores de las mercancías se les respeta como tales antes de pasar a la circulación.

Así, los datos del segundo juego de ecuaciones:

80+20+ (20+20) = 140

(40+20)+((60+(60-20)) = 160 , son todos sumandos representativos de valores, y prueba de ello es que su suma total = 280, tal como montan los valores representados en el primer juego de ecuaciones:

80c+20v+20pl = 120V,

40c+60v+60pl = 160V.

Yendo a los paréntesis: El valor del valor agregado en el primer sector = 40, es agrandado con la venta al sector II como precio de producción = 60, y así se transforma en ambos sectores. Igualmente, el valor agregado por el sector II, = 120, queda reducido al precio de producción = 100.

Los negadores de Marx han malinterpretado esos precios de producción, e inferido que estos no son valores; nada más falso.

Espero haber resuelto ese problema que todavía ha seguido pendiente para marxistas y no marxista.



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Manuel C. Martínez


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