Ni llega la paz, ni Netanyahu gana

 
 
   No es la paz lo que pretende el plan de veinte puntos firmado por Trump y Netanyahu, sino un nuevo remedo para continuar manteniendo la ocupación en Palestina y salvar al Estado sionista. No habrá paz mientras se mantenga la ocupación y los palestinos no puedan decidir en libertad su futuro en el suelo de la Palestina histórica, su casa. No la habrá sin el derecho al retorno, sin devolver la tierra usurpada, sin apoyar, como sí se hace con Ucrania, el legítimo derecho a la defensa, sin la libertad de los presos y sin el castigo de los culpables del genocidio.
 
No sabemos cuántos de los veinte puntos verán la luz o si la verán; tampoco conocemos cuál será su aplicación concreta. Pero tenemos varias certezas y ninguna de ellas constituye un espaldarazo a la limpieza étnica de Netanyahu. Los gazatíes se quedan. Es decir, no se producirá su expulsión, ni la sustitución de la población de la Franja. Israel no gobernará Gaza, sino que lo hará una coalición internacional liderada directamente por Trump en alianza con las oligarquías árabes y con la colaboración, parece, de algún virrey como Tony Blair. Se efectuará la liberación de presos palestinos, así como de los rehenes israelíes.
 
Resulta evidente que la destrucción sembrada y la que nos queda por ver, las muertes, los heridos y todas las bombas cuyos efectos están muy lejos de otorgar al pueblo palestino sus derechos y libertad representan un precio descomunal; también que Gaza seguirá ocupada. Ahora bien, nadie puede negar que la heroica resistencia de la población palestina y la ola de solidaridad extendida y creciente en todo el mundo se halla detrás del giro que ahora practica el imperialismo americano y que todos los poderosos del planeta bendicen.
 
Del lado de los palestinos está el pueblo trabajador como lo demuestra la huelga general en Italia, las inmensas manifestaciones del día 4 en España o la incansable pelea en Gran Bretaña contra la represión. Existen innumerables iniciativas; no hay rincón en el planeta que no grite Free Palestine. 
 
Todavía no se gana, pero es esa lucha la impide continuar como antes. Hoy, la presión y el rechazo al Estado sionista y sus gobernantes no tienen parangón.
 
La defensa de la libertad de Palestina está moviendo lo mejor de muchos sectores, acerca a los jóvenes a las calles, reanima la lucha y, en particular, al movimiento obrero. El próximo día 15 tenemos una cita en cada lugar de trabajo: las centrales sindicales convocan dos horas de huelga por Palestina.  Frenar a la derecha, aliada del genocidio, implica ganar además de la calle, las empresas.
 
Insistir en la unidad permitirá que el decreto del embargo de armas a Israel que se vota en el Congreso esta semana y las medidas de Hacienda contra las empresas que colaboran con la ocupación avancen.
 
Dos mil mujeres en Andalucía no recibieron el aviso de que se les habían detectado lesiones en sus cribados mamarios. Por su parte, el 80% de las interrupciones voluntarias del embarazo (IVE) se realizan en clínicas privadas. En otras palabras, a día de hoy, se sigue dificultando el ejercicio de derechos básicos reconocidos por ley asociados a las mujeres y a su salud sexual y reproductiva. Todo ello nos obliga a continuar peleando por echar de nuestra salud a quienes solo quieren hacer negocio con ella.


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