Entrevista a Gianni Petrosillo

Gianfranco La Grassa, padre de la teoría del Conflicto Estratégico. Se nos ha ido un genio


El pasado 25 de septiembre de 2025 falleció el insigne economista y pensador italiano Gianfranco La Grassa. Nacido en 1935, con su larga vida y su intenso trabajo La Grassa ha dejado una ingente obra, insuficientemente conocida, especialmente en mi país donde todo parece estar siendo desconocido para todos. Vinculado desde su juventud con el marxismo, llegó a desarrollar un pensamiento propio, la teoría del Conflicto Estratégico que, por desgracia, confieso que solo en fechas relativamente recientes he llegado a descubrir. Desde el inicio, me di cuenta de su relevancia y me puse, inmediatamente, manos a la obra. Me parecía urgente traducir artículos y libros suyos (algunos ya disponibles en español, otros, están en camino) así como colaborar –con mis modestas posibilidades y mi "cancelación" académica- con su discípulo, mi amigo Gianni Petrosillo. Con motivo de su fallecimiento tan reciente, era obligado rendir un homenaje al Maestro desaparecido. He decidido, de acuerdo con Gianni a quien le estoy muy agradecido, empezar el homenaje a La Grassa con una entrevista a este discípulo suyo, unas pocas preguntas dirigidas a quien conoce tan bien al pensador y a la obra. El pensador nunca muere del todo si su obra se estudia y se tiene en cuenta.

- ¿Quién fue Gianfranco La Grassa? ¿Qué representa su pérdida?

Antes que nada, permíteme agradecerte, Carlos, por el trabajo que estás haciendo. Gianfranco La Grassa estuvo muy contento de saber que has traducido uno de sus últimos textos al español, una lengua muy querida para él porque en el pasado se publicaron algunas de sus obras en países de América Latina donde se habla español.

Gianfranco La Grassa fue uno de los más grandes intérpretes del pensamiento de Marx en Italia y fuera de Italia. Fue un marxista riguroso que nunca se apartó de la letra de Marx, es decir, nunca le atribuyó teorizaciones ni desarrollos de pensamiento que no se encontraran en sus escritos "terminados", a diferencia de muchos otros que utilizaron a Marx para hacerle decir cosas que nunca había pensado, extrayéndolas de obras inacabadas o incluso de apuntes (a los que él llamaba los grundrissistas).

Para La Grassa, Marx era un científico y no un filósofo, y lo trató como tal cuando se dio cuenta de que su teoría no conducía a los resultados objetivos de los que el propio Marx hablaba. Evidentemente, también la interpretación de Marx por parte de La Grassa fue distinta en las diversas fases históricas, enfatizando unos aspectos más que otros de sus elaboraciones, pero siempre se trataba de Marx y no de fantasías que algunos intelectuales le pusieron en la boca reduciendo a Marx a un filósofo o a un economista enrevesado (como en la cuestión de la caída tendencial de la tasa de ganancia o de la transformación y, por tanto, de la exacta correspondencia entre valores y precios de producción).

Marx no fue ni un filósofo ni un economista. Marx fundó una nueva ciencia, la crítica de los modos de producción (el envoltorio que contiene fuerzas productivas y relaciones de producción entre esas fuerzas), y por tanto las relaciones sociales eran su objeto de estudio (El Capital es una relación social, afirma Marx). Althusser la llamaba la apertura a la ciencia del "continente historia" y, como dijo Engels, la presentación de una nueva ciencia implicaba una revolución en la terminología específica de esa misma ciencia.

Pues bien, La Grassa, partiendo de Marx, descubre o redescubre el "continente política" que Marx había dejado en segundo plano (debido al hecho de que en su época la ciencia económica, recién formalizada, se había convertido en la disciplina con la cual había que confrontarse). Y el concepto de lucha de clases (entre propietarios de los medios de producción y poseedores de la fuerza de trabajo) como principal motor de la historia, lo sustituye por el del conflicto estratégico entre agentes dominantes que no actúan solo en la esfera económica sino en todas las esferas sociales, con una prevalencia en última instancia de la esfera política.
Porque la Política no es solo un ámbito humano, sino un flujo de acción (en cuanto serie de jugadas estratégicas para imponerse), es decir, el elemento que encontramos en todas las esferas. Hace política en este sentido el empresario que quiere imponerse en el mercado, el ideólogo que busca destacar en la esfera cultural, el político que quiere tomar el poder.

Usando un lenguaje clásico, con La Grassa la economía deja de ser la determinación en última instancia de nuestros sistemas y lo pasa a ser la política, no entendida como esfera social, sino como una serie de jugadas estratégicas para imponerse en cada ámbito.

Así, La Grassa se apartó de Marx, pero partiendo de Marx, y asumió la responsabilidad de este paso sin atribuírselo al pensador alemán.

Si queremos encasillar a Gianfranco, debemos situarlo entre los continuadores de la llamada escuela realista italiana, aquella que pone en primer plano la política entendida en su sentido más crudo y realista, que va de Maquiavelo a Michels, Mosca y Pareto, pero siempre con una originalidad propia. Es con Maquiavelo que la política se convierte en ciencia, y Gianfranco añade algo nuevo y diferente a toda esta gran escuela italiana.

- Para ti, personalmente, como discípulo y colaborador suyo durante muchos años, ¿qué representó este hombre?
No es fácil en este momento para mí hablar de mi relación con Gianfranco a tan pocos días de su muerte. Yo era mucho más joven cuando nos conocimos y colaboramos hasta hace apenas unos días. Durante veinte años nos vimos (al menos una vez al año, porque él vivía en el norte de Italia y yo en el sur) y nos escuchábamos todos los días. Para mí fue un maestro en todo sentido. Uno de esos maestros tan superiores que no se aplica la regla del discípulo que lo supera. Como decía Engels de Marx, que era un genio. Pues bien, La Grassa fue, mutatis mutandis, un pensador de esos que nacen muy pocos. Obviamente, no recibió en vida los méritos que tenía, porque era poco inclinado a mostrarse, como solo los más grandes saben serlo. Su pensamiento venía antes que su individualismo y así, muchas veces, la sociedad no se da cuenta de lo que ha perdido. De hecho, escribió muchísimos ensayos pero no recuerdo ninguna presentación pública; a él le interesaba hablar con poca gente, pero que estuviera realmente interesada en construir algo serio.
-¿En qué consiste su teoría del Conflicto Estratégico?
Marx, al delinear la dinámica de la sociedad capitalista, coloca en el centro la esfera productiva, aunque no estrictamente económica (el razonamiento sobre las relaciones sociales y sobre el Capital como relación social que esbozamos en la primera respuesta), considerándola, si no la esfera dominante frente a la política y la ideológico-cultural, al menos la determinante "en última instancia". Según él, la competencia entre capitalistas guía la expansión de la producción y el aumento de la tasa de explotación de la fuerza laboral, llevando, debido a contradicciones internas, a la formación del trabajador colectivo cooperativo (unión de gerentes y jornaleros), la nueva clase social que, formada en este proceso, habría derribado el capitalismo, dado que los mismos capitalistas, ya desinteresados en la producción y reducidos a un núcleo restringido, se habrían transformado en meros accionistas y especuladores financieros. Sin embargo, Marx concentra su análisis principalmente en la innovación de procesos y en el plusvalor relativo, descuidando por completo la innovación de productos y las dinámicas estratégicas entre capitalistas, así como la necesidad de interactuar con actores sociales no estrictamente económicos. De este modo, su previsión del desarrollo capitalista permanece ligada a una visión teleológica, casi inevitable, de la historia: las contradicciones internas habrían creado automáticamente las condiciones para la revolución.

La Grassa, partiendo de una crítica a estos límites, propone un enfoque alternativo basado en el concepto de "conflicto estratégico". Este conflicto no es simplemente antagonismo entre capitalistas o entre clases, sino un proceso continuo de desagregación y reensamblaje de las fuerzas sociales que son arrastradas por el flujo constante de lo real y se enfrentan entre sí debido a una fuerza objetiva que atraviesa la misma sociedad humana. Los actores sociales (políticos, económicos, culturales) crean alianzas temporales para prevalecer, innovan productos y procesos, se reestructuran y se adaptan en respuesta a las presiones competitivas, generando dinámicas imprevisibles que moldean la sociedad de manera no lineal ni determinista. El conflicto estratégico se convierte así en el motor principal de las transformaciones sociales, reemplazando la idea marxista de un camino histórico predeterminado.

Este enfoque permite comprender cómo la sociedad capitalista contemporánea evoluciona a través de la continua negociación de poder, recursos y capacidades entre diferentes actores. Ya no existe un sujeto revolucionario único, como el trabajador colectivo delineado por Marx; en cambio, las posibilidades de transformación emergen de las interacciones estratégicas entre grupos e individuos, de las innovaciones y de la competencia constante que caracteriza no solo a la economía moderna, sino a toda la agregación humana. La Grassa pone así de relieve que la clave para comprender el capitalismo contemporáneo no reside tanto en el análisis de la sola explotación de la fuerza laboral, sino en la lectura del conflicto estratégico como dinámica fundamental y motor de cambio social.

En síntesis, mientras Marx veía al capitalismo como un sistema cuyas contradicciones internas llevarían inevitablemente a una transformación revolucionaria, La Grassa interpreta la realidad moderna como un conjunto complejo de conflictos estratégicos, donde la necesidad de prevalecer, que puede manifestarse de diversas maneras —competencia, enfrentamiento directo o encubierto—, moldea continuamente las posibilidades de desarrollo, reestructuración y cambio de la sociedad. Son sobre todo los grupos dominantes y aquellos que los desafían los que determinan estos conflictos, a nivel estatal e internacional, y también en otras esferas. Esto, por lo tanto, reduce el conflicto de clase a un aspecto secundario, que sin embargo puede emerger con más fuerza en determinadas circunstancias históricas, cuando, por ejemplo, las clases explotadas son arrastradas de nuevo a la historia por algunos grupos que necesitan su aporte para alterar las relaciones de poder. Pero las reivindicaciones de la clase obrera, como decía Lenin, son siempre sindicalistas, no revolucionarias; los bolcheviques, por ejemplo, como grupo de vanguardia sí lo eran, pero su ascenso al poder no significó que la clase obrera hubiera tenido realmente el control de la sociedad. Evidentemente, el asunto es más largo y complicado, y para definirlo sería necesario leer los libros de Gianfranco, a los cuales debo remitir obviamente para mayor precisión

- Ahora que estamos, quizá, a las puertas de un conflicto global, quizá la III Guerra Mundial, la Geopolítica despierta cada vez más interés. La teoría del Conflicto Estratégico ¿no encaja muy bien en esta disciplina? ¿Es la Geopolítica la gran ausente entre los autores marxistas?

En primer lugar, me gustaría aclarar lo que yo considero que es la geopolítica dentro de la enseñanza lagrassiana. Entiendo esta última como el conjunto de los flujos políticos, económicos y militares que atraviesan los espacios y las áreas geográficas. Los mismos flujos, al penetrarse y entrelazarse, inciden en las estructuras de las distintas formaciones sociales, entendidas como países individuales (en su totalidad) o como áreas homogéneas que agrupan varios países. Estos haces de flujos no pueden interpretarse de manera aséptica, ya que son el resultado de una dirección específica que lleva impresa la propensión hegemónica de los diversos actores en juego.

La geopolítica se asemeja, por lo tanto, mucho a una partida de ajedrez, donde lo que está en juego es el control de las estructuras políticas, económicas, energéticas y militares de áreas geográficas enteras. Como todo buen jugador sabe, no siempre se debe enfrentar al adversario de manera frontal, sino inducirlo a descubrirse para poder someterlo a jaque. Las maniobras de irritación del enemigo se vuelven entonces fundamentales: este debe ser continuamente provocado por un lado para ser atrapado por el otro. En este desarrollo de múltiples tácticas vinculadas a un diseño estratégico más o menos definido (pues en la consecución gradual de los objetivos intermedios también se modifica la estrategia general, sin que por ello deba perder su esencia) está implícito el uso de instrumentos de soft power y hard power.

Nosotros nunca hemos descuidado la geopolítica; muchos otros marxistas, en cambio, sí lo han hecho, cegados por un inexistente internacionalismo obrero. Sin embargo, la hemos integrado dentro de un análisis teórico más amplio que parte justamente del conflicto estratégico, cuya máxima expresión es la confrontación entre grupos dominantes de diferentes estados por la supremacía mundial. Nos acercamos a un período de guerras —aunque es difícil decir cuánto se parecerán a las guerras mundiales del pasado—, porque el país unipolar, Estados Unidos, está en relativo declive y es desafiado por nuevas potencias. Sobre los resultados de este conflicto, que naturalmente se hará cada vez más directo, todavía es difícil hacer predicciones certeras.

Frente a la Rusia de Putin, hoy primer adversario, conjuntamente a China, de Estados Unidos, los americanos han alternado el hard power (intervención militar en Serbia, considerada zona de fraternidad rusa; y después de la Serbia y otras maniobras desestabilizadoras, la guerra por interpuesta potencia en Ucrania) con el soft power (la promoción de las "revoluciones de colores" en las antiguas repúblicas soviéticas de Europa Central y del Este), intentando iniciar una maniobra de cerco al gigante ruso y concentrándose, además, en la posibilidad de desestabilizar los países tradicionalmente bajo la hegemonía de Moscú. Ciertamente, los americanos aún no están preparados para enfrentarse de manera directa a una potencia nuclear como Rusia (golpeando primero y anulando su posible respuesta nuclear), pero conspiran para limitar sus zonas de influencia y aislarla de posibles aliados.

Sin embargo, no creo que haya todavía una Tercera Guerra Mundial; harán falta años y no es seguro que pueda compararse con las anteriores, las cuales no son comparables entre sí ni con sus precedentes

- El concepto de "democracia liberal" se nos presenta como un gran engaño, una farsa. En La Grassa ¿hay más Lenin o más Schmitt? ¿Qué opinas?

Bajo formas diferentes, Lenin y Schmitt son dos grandes pensadores, y Schmitt sin duda se ha confrontado con el personaje de Lenin, que une en sí la capacidad de teorización y la fuerza revolucionaria sobre el terreno, como pocas veces ha ocurrido en la historia. Hoy, que hemos superado definitivamente los estigmas ideológicos, al menos en lo que nos concierne, podemos beber libremente de todos, de todo aquello que nos sirve para comprender el mundo y, si es posible, transformarlo.
No tenemos "recetas para las tabernas del futuro" ni tampoco un sistema social que construir, pero sabemos que la democracia liberal y el país que la ha utilizado modificando su concepto a su imagen y semejanza es nuestro enemigo, que quede claro, no hablo de un enemigo cultural, no soy antiestadounidense por prejuicio, sino por elección política. Demasiado poder concentrado en un solo país agranda los problemas y todo se vuelve desmesurado, demasiadas masacres, demasiadas injusticias, demasiadas guerras. Nunca eliminaremos estas cosas del mundo y nunca habrá equilibrios perfectos de fuerzas, pero hay que procurar que no sea un solo gendarme quien decida qué es correcto y qué es incorrecto.
La democracia siempre ha sido el envoltorio de cierta dictadura, la del modelo estadounidense que se ha impuesto en el mundo, con sus narrativas individualistas y libertarias, pero también la libertad, de este modo, es solo una jaula de oro. Como se preguntaba Lenin, ¿libertad para quién y para hacer qué? Hoy soy libre de expresar mi pensamiento, a decir verdad, cada vez menos, y con el riesgo de ser llevado ante los tribunales, o ante el juicio del pensamiento políticamente correcto que juzga sin siquiera un proceso.
Pero la democracia siempre ha recurrido a muchos sistemas para reprimir o hacer irrelevantes a sus adversarios, ligeros o severos, según las situaciones. Incluso el derecho al voto hoy es completamente inútil, quizás siempre lo haya sido. Solo puedo votar a quienes se presentan, hoy cada vez más inaceptables, y de hecho la gente ha dejado de votar, pero ellos no han dejado de decidir el destino de los países, digo "ellos" porque todos son iguales.
Pienso ahora en Italia, donde hay un gobierno de centroderecha liderado por Meloni. Cuando Meloni no gobernaba y estaba en la oposición, hablaba de soberanía nacional, de no enemistarse con Rusia, de reconocer a Palestina. Después de convertirse en primera ministra, dio la vuelta a todas esas posiciones, adoptando la contraria, porque en Italia, quienquiera que gane, son los estadounidenses quienes deciden lo que se puede o no se puede hacer. Somos un país en el que hay cientos de instalaciones militares estadounidenses, nuestros servicios secretos están infiltrados por EE. UU., estamos ocupados desde la Segunda Guerra Mundial, ¿de qué libertad nos hablan?
Como decía Albert Caraco, "Por un país que hace la Historia, hay más de veinte que la sufren, y en esos veinte, cada partido, sea cual sea, es el partido del extranjero, incluso si se proclama nacionalista." Sigo un poco los acontecimientos en España y, aunque con algunas diferencias, me parece que allí las cosas no son tan distintas, porque toda Europa es una extensión de EE. UU., pero el mundo está cambiando, y esta subordinación que nos había garantizado un largo periodo de tranquilidad se está convirtiendo en aquello que, en el nuevo contexto histórico, nos arruinará.

-¿Cómo vas a trabajar en adelante a nivel intelectual? ¿Qué harás con el legado inmenso de este Maestro? La web Conflitti e Strategie (http://www.conflittiestrategie.it/) es un instrumento para ello?

Seguramente mantendré vivo el pensamiento de La Grassa y, como él querría, haremos que sea actualizado y, si es necesario, superado, porque su enfoque era científico. Gianfranco repetía siempre una frase de Max Weber, "Cada uno de nosotros sabe que, en la ciencia, su propio trabajo después de diez, veinte, cincuenta años habrá envejecido. Ese es el destino, o mejor dicho, ese es el significado del trabajo científico, el cual, respecto a todos los demás elementos de la cultura de los que se puede decir lo mismo, está subordinado y confiado a él en un sentido absolutamente específico: cada trabajo científico ‘completado’ conlleva nuevos ‘problemas’ y desea envejecer y ser ‘superado’. A esto debe resignarse quien quiera servir a la ciencia".
El sitio seguirá siendo una herramienta para realizar este trabajo, pero esperamos que surjan otros nuevos y de todas partes. Luego están todas sus cartas y documentos por organizar, un pensador siempre deja muchos.

-¿Qué autores, vivos o desaparecidos, están más próximos al legado de La Grassa?

No sabría decirte qué pensador está más cerca de La Grassa, su pensamiento es muy original, pero se pueden encontrar ideas en muchos grandes del pasado. Hoy en día veo poca disposición a innovar y a pensar de verdad. El momento histórico no ayuda, y es la historia la que crea a los grandes hombres, en todos los ámbitos, nunca al revés. Aquí también Gianfranco decía, "Intentad imaginar a Marx sin la Revolución Industrial (primera e segunda fase) y sin 1848, probablemente no habría podido teorizar lo que luego hizo."

-¿Crees que el "izquierdismo" es una enfermedad infantil (Lenin) e incluso un apoyo estratégico de Capital?

Esta pregunta es importante para aclarar lo que la izquierda siempre ha sido en la historia, no solo ahora. Como decía Lenin, era el lugar de la traición de los dominados. La izquierda siempre ha traicionado a los explotados. Hoy lo hace incluso de manera abierta. Desde que la izquierda se desligó del marxismo y de las ideas comunistas, ha mostrado su verdadero rostro. Es la ideología de las clases acomodadas que se avergüenzan de serlo, pero no de disfrutar de sus privilegios, que exhiben bajo formas refinadas. La izquierda, decía Gianfranco, es el cáncer de la sociedad y la derecha una falsa cura homeopática. Todo esto está por reinterpretarse y construirse

Muchas gracias Gianni. Estudiemos la obra de La Grassa, ese es nuestro mejor homenaje, como bien sabes.



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Carlos Javier Blanco

Doctor en Filosofía. Universidad de Oviedo. Profesor de Filosofía. España.

 carlosxblanco@yahoo.es

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