La fiesta del despecho

Aquella fémina con pronunciados rasgos de india orgullosa, semi-analfabeta,  costurera implacable, que cantaba a cápela, cuyo nombre era  Carmen Valenzuela, siempre se le escuchaba sentenciar, hay que saber vivir e inmediatamente, a paso de redoblante recuerdo, interpretaba, con franco sentimiento desbordado: Por qué no han de saber/ Que te amo vida mía/ Por qué no he de decirlo /si fundes tu alma con la mía /Que importa si después/me ven llorando un día/Si acaso me preguntan/diré que te quiero mucho todavía/Se vive solamente una vez/Hay que aprender a querer y a vivir /Hay que saber que la vida/ se aleja y nos deja llorando quimeras. Y luego seguía el tarareo musical que parecía ser el mismo para todas las piezas. Así te evocamos Carmen.

De esa manera, un obligado acercamiento se produjo a la Santísima Trinidad del Despecho: el bolero, el tango y la ranchera. Y la pieza que hemos citado, de nombre, Amar y Vivir, cuya autoría le pertenece a Consuelo Velázquez Torres, nacida en Jalisco un 21 de agosto de 1916, participó en el 23 de Enero de nuestra maravillosa infancia. Se trata de un período que cubre los años 1956 a 1972. El barrio era una gran clase musical. Unos escuchaban cantos líricos con Alfredo Sadel; los siguientes, salsa con Ritchie Ray y Bobby Cruz; los más cercanos, retumbaban su casa con la Sonora Matancera; La Lupe y Julio Jaramillo no faltaban. El ídolo era El Inquieto Anacobero, Daniel de los Santos Betancourt.Pero el tiempo decembrino era de la Billos.

Un barrio musical nos tomaría por asalto y en el comenzamos a militar en la música: polisémicos, lanzando tijeretas y escuchando intérpretes variados y en gran cuantía. El sarao se hizo parte de nuestro imaginario colectivo. La rumba también tiene sus melancolías, sus  añoranzas en clave de sol. Aprendimos a trasmutar la vivencia cotidiana de, un bolero interpretado por Felipe Antonio Pirela Morón, El Bolerista de América, a una guaracha de José Rafael García Añez, Cheo García. Vacilarse Mujer Divina como me fascina y me dominas el corazón…. con aquel septeto de José Calderón, Joe Cuba, cantada por el leyendario José Ángel Feliciano Vega, Cheo Feliciano. Así se fue aprendiendo el sarao de la melancolía o la melancolìa disparada en guateque. Rompe los cueros.

Consuelito Velázquez, la concertista, la maestra de música. Las orquestas Sinfónicas la vieron participar,saben de su calidad, de antología. Autora del bolero en castellano más grabado y cantado, y de seguro, el más traducido: Bésame mucho. Lo compuso en 1940. Paúl McCartney fue solista de esa pieza que interpretarían los Beatles.  Bésame/ Bésame mucho/ como si fuera esta noche/ la última vez. Frank Sinatra y Elvis Presley también le entraron a su canto.

Ambos boleros, Amar y Vivir y Bésame Mucho, cumplen con una de las  inferencias que hemos venido trajinando desde hace un tiempo a esta parte. El bolero constituye el punto de exosmosis y endosmosis de lo cursi y lo poético. Lo poético viene del contexto; lo cursi de cada verso independiente, solo.  Es el único género que alcanza tal dimensión y su carácter imperecedero le comienza de la cadencia y el ritmo,  de ese maravilloso compás de 4/4. El Bolero es la expresión del sentimiento amoroso de todo un continente (Conchita Castro, 1992); es global y particular a la vez, es la combinación perfecta entre astrolabios y teodolitos, sirve a hombre y mujeres, a los de la columna del medio, al joven y al canoso, a la gorda y al flaco, al que engaño o fue engañado, al tiempo pasado, al presente y al futuro, le canta a la noche perfecta y al día tragredioso, en definitiva, es útil para el pobre y para el rico (Podestá Arzubiaga, 2007).

De aquella promotora cultural, hacedora de belenes y hallacas decembrinas, Carmen Valenzuela, que sabía tomarle el pulso a la trampa y con su Salve, en los labios, espantaba demonios, aprendimos un tango intitulado, Tiempos Viejos, el cual también interpretaba a capella y que aprendería en sus años de atropellada juventud,  mientras hacía los quehaceres de la casa.Junto a mi madre, el barrio era una trinchera musical. Así aprendimos a saber del alma, a evocar lo amado, asirnos a la cultura popular y entrompar el despecho con acertado tragos. El barrio sabe guardar los recuerdos de  los amores que han partido. Pero tmabién sabe enconetrarse con los ayeres, los entonces. Evocaciones que giran al campás del presente. Un futuro de muchos recuersos.

La letra del tango Tiempos Viejos, le pertenece a Manuel Romero y la música a Francisco Canaro. Compuesto en el año de 1925 y grabado al año siguiente por Carlos Gardel. Lo estrenaría en La Maravillosa  Revista, José Muñiz.  Luego lo encontraríamos grabado, en el año 1977, en formato rítmico cubano, por un grupo que se inició llamándose Los Pures, y se presentó en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela, (UCV), en el contexto de un conversatorio sobre el Son Montuno y Guaguancó, llevado a cabo por el entonces respetado César Miguel Rodón y producido por arquitecto, Domingo Álvarez, El Flaco, en el año de 1976 y que luego se convertiría en el Sonero Clásico del Caribe:

Te acordás, hermano, qué tiempos aquellos...?/Eran todos hombres, más hombres los nuestros/No se conocía coca ni morfina/ los muchachos de antes no usaban gomina/ ¿Te acordás, hermano, qué tiempos aquellos?/Veinticinco abriles que no volverán/ ¡Veinticinco abriles! ¡Volver a tenerlos!/ ¡Si cuando me acuerdo me pongo a llorar!/ ¿Dónde están los muchachos de entonces?/Barra antigua de ayer, ¿Dónde están? Yo y vos solo quedamos, hermano/yo y vos solo para recordar/¿Te acordás, las mujeres aquellas/ minas fieles, de gran corazón/ que en los bailes de Laura peleaban/cada cual defendiendo su amor?/¿Te acordás, hermano, la Rubia Mireya/que quité en lo de Hansen al guapo Rivera?/ Casi me suicido una noche por ella/y hoy es una pobre mendiga harapienta/¿Te acordás hermano, lo linda que era?/ Se formaba rueda pa´verla bailar/Cuando por la calle la veo tan vieja/ doy vuelta la cara y me pongo a llorar.

Se dice que el tango es más trágico que el bolero. Nosotros apenas andamos transitando la antinomia de éste. Te odio y te quiero, sólo para citar un ejemplo. El dolor del desamor seguirá siendo un punto neurálgico. Mal de amores, lo llama nuestro alto pana Humberto Márquez en Boleroterapia. (Rayuela, Taller Ediciones, 2003). Se ha dicho con sabía sapiencia: la canción-no importa el ritmo-es una forma de limpiarnos el alma (Bigott, 1991). Al parecer todas las generaciones de América, en general, y el Caribe, en particular, independientemente de que se tripeen cualquier ritmo o música de su tiempo, culminan y aterrizan en el bolero. Por ello no deja de ser cierto, tremendamente acertado que Ese Bolero es mío y tuyo también. América Latina tiene en el tango, en el corrido mexicano, en el fútbol y en el bolero la más radical de sus esencias culturales (Ordóñez, s/f).

Pueden dejar caer sobre nuestra existencia calificativos de viejos, reaccionarios, anticuados, pajúos, trogloditas pero jamás y nunca cambiaríamos, la letra de un bolero como el de Agustín Lara: poniendo la mano sobre el corazón/ quisiera decirte al compás de un son/ que tú eres mi vida/ que no quiero a nadie/ que respiro el aire/ que respiro el aire que respira tú/ Amor de mis amores/ alma de mi alma/ regálame la flores de la esperanza/ permite que ponga/ toda la dulce verdad que tienes mis dolores/ para decirte que tú eres el amor de mis amores. No cambiamos esa hermosa letra por un mételo, sácalo/ mételo, sácalo de un reggaetón.Los siento en el alma/ tener que decirle…

El discurso de la partida es definitivo: No, no me dejes solo/ mira que me muero/ si no estás conmigo, del compositor Rafael Hernández; o Amor Perdido de Don Pedro Flores o Amor sin esperanza/ ese el mío/ te espero sin saber por qué razón/ si te llamo/ no respondes/ si te busco/ no te puedo encontrar/ amor sin esperanza ese el mío…se escuchabaen el barrio en la voz del inolvidable Celio Adans Gonzalez Ascencio, El Flaco de Oro, Celio González. Un  contundente Total de Ricardo Perdomo hacía vibrar recuerdos, emociones, tristezas, anhelos y amor esparcido: Pretendiendo humillarme/ pregonaste/ el haber desdeñado mi pasión/ y fingiendo honda pena/ imaginaste/ que moriría de desesperación/ Total si me hubieras querido/ ya me hubiera olvidado/ de tu querer…

La situación del amor, su experiencia, su devenir, se ha incorporado al imaginario colectivo (Castillo Zapata) seguramente sin pretensiones estéticas pero de extraordinario fuerza emotiva (Toro Martínez). El bolero es un acto de agresión ante el amor perdido (Tite Cure Alonso). En el trabajo Apuntes sobre el Bolero: desde la Esclavitud Africana hasta la Globalización, (Revista Ciencias Sociales, 2007), del sociólogo chileno, de la Universidad Arturo Prat, Juan Podestá Arzubiaga llega a citar nueve (9) autores que definen el bolero.

El Bolero es un molde existencial que se repite en el mundo cotidiano y que forma parte de nuestro aprendizaje amoroso y sexual (Manuel Bolívar Graterol); este género musical es amor por alguien, también es requerimiento amoroso, deseo, carencia dolorosa y daño causado por el amor (Jaime Pérez Dávila). El bolero es un discurso realista y que tiene una tremenda eficacia dramática (Rafael Castillo Zapata); estas canciones son parte de la tradición del discurso amoroso de Occidente, sumando la lírica, el romanticismo y el modernismo exagerado (Clara Román Odio); el bolero es una filosofía que permite soportarlos rigores del amor (Eloy Jáuregui).

Esta música es expresión cultural de un gran conglomerado de gente, que asumió su singularidad sin ningún tipo de inferioridad frente a manifestaciones trasnacionales de la cultura global (Jaime Fleites); Es una música con verso derrotista, pesimista y que induce a la melancolía (Ignacio Vélez Pareja); es un discurso amplio, que interpreta las experiencias y afectos de mucha gente, sirviendo a todos. Un cuento que narra cosas simples y sencillas  que ha sucedido entre seres humanos. Los boleros son historias y cuentos que tienen una trama, que plantean un problema, una oferta una intención (Juan Podestá Urzubiaga).

Dos visiones sobre el bolero llaman poderosamente la atención, a propósito de su dimensión cultural e histórica social: En la perspectiva histórica el bolero ha sido un género que surgió luego de un largo proceso cultural, tanto en lo musical como en la rítmico, lo literario y lo interpretativo, a través de sucesivas generaciones de músicos de pueblo, en un proceso colectivo, ancestral y tradicional, (Andrés Motato). El bolero corresponde a un nivel de desarrollo de la economía y crece a parejas de la expansión de las ciudades, y es un paliativo para compensar la ausencia por los servicios sociales básicos y sirve para escapar de la soledad y creerse libre (Carlos Ossa).

Sin entrar en contradicciones con las diferentes propuestas que hemos transitado, existen varias apreciaciones y caracterizaciones sobre el bolero que consideramos tremendamente asertivas. En primer término, cuándo aparece el bolero. Dice CatalinoTiteCuret Alonso, docente universitario y cronista, el autor por excelencia de la salsa bolero, La gente cuando habla de amor, habla porque éste ya pasó y porque quieren que vuelva a pasar, y es ahí cuando viene el bolero. El bolero parece surgir de un abandono y un intrincado deseo de retorno. Segundo, en cuanto a la definición, dice el autor de Mi Triste Problema, El bolero es un acto de agresión, de alevosía, el reto por lo que fue y el reto por lo que vendrá… para mí el bolero es como un baño de María, un discurso lento, caliente y con sudor, que hace recuento de la relación amorosa, y la relación amorosa cuando vale la pena, siempre es caliente y con sudor.

El bolero en su ir y devenir constituye un discurso narrativo pausado. Un vínculo amoroso es inexorable, sine quanon, así sea utópico e imposible. Siempre habrá una ironía desgarrada, un llanto, el encantamiento y la esperanza, mas no todo cae perdido. La letra es la vida misma. El despecho o el guayabo son indispensables para escuchar, componer y escribir y cantar boleros. El ideal sublime de la fémina amada hace su aparición. El recuentro es requerido, urge porque se amó una vez. Ese bolero es mío: yo serví de inspiración.

Finalmente, arribamos a una definición,propuesta que resulta bastante acabada: forma de poesía popular caracterizada por la ternura de las emociones expresadas, una sensualidad triste y un sentido del humor asombrosamente complejo (Cabrera Infante).

La poesía rimada goza de buena salud en materia de expresar asuntos y tópicos cotidianos. Esos octosílabos de la picaresca décima o de la humilde copla transitan la cotidianidad entre cantos y  amables bondades con la existencia. Pero el verso libre del bolero y el tango tan desprovisto de metáforas,  tan directo y cotidiano: desnuda, confiesa, arrincona. Qué extraño. De esa manera se emparenta con el verso rimado con su especificidad: el despecho, el amor, la traición, lo imposible, el recuerdo. Una extraña poesía que anda por la vida misma. Se trata de la reunión de dos entes opuestos históricos, antagónicos, necesarios, el uno del otro, llenos de emociones expresadas, contundentes, amadas y odiadas. Evocaciones y molestia. Sólo así tiene sentido la existencia.  Ya no estás más a mi lado corazón / en el alma sólo tengo soledad

La intemperancia, siempre, siempre será nostálgica, triste, apasionada. Nada de recodos, de embustes, nada de veredas. Nada. Tristeza marina, le dicen. Y viene el reconocimiento: Tu pasaste por mi vida/ y rompiste la tristeza/ cuando me enseñas a amar/ y luego el reclamo ahora todo mi quebranto/ la distancia y el recuerdo/ se quedaron a soñar/ de nuestro gran Alfredo Sadel. Manuel Alfredo Sànchez Luna de la parroquia san Juan. Eterno e imperecedero.

Y la marca en la vida aparece. Los varones no aprenden que quienes pasan la página son las mujeres, así de sencillo. Contundentes, audaces. Entrompan la despedida sin pausa. La academia no ha entendido el bolero menos al tango, ni lo va a entender. Se requiere barrio donde el tango y el bolero tienen sus formas clandestinas. Sus formas sutiles, asquerosamente amorosas. El tango y el bolero son  formas musicales del barrio y una manera de  asistir a la vida.

Nada más maravilloso que escuchar un cuento cantado: Volvió una noche/ no la espera/ había en su rostro/ tanta ansiedad/ que tuve miedo de recordarle/ su felonía y su crueldad/ me dijo humilde/ si me perdonas/ el tiempo viejo/ otra vez vendrá. Ese es el tango, tan de vuelta, tan majadero, ten peligroso, tan nuestro: Lo aprendimos del Morocho del Abasto porque ese mudo cada día canta mejor. De seguro su autor es Le Pera, aquel estudiante de medicina que dejo la carrera por transitar con Gardel entre cuerdas y cantos.

Pero en eso de  contar dice Don Pedro Flores: Era en un playa de mi tierra/ tan querida/ a la orilla del mar/ Eres que allí estaba celebrándose una gira/ debajo de un palmar/ Era que estas preciosa/ con el color de rosa/ de tu traje sencillo y sin igual / Era que eras novia/ Y que yo te sentía/ nerviosa/ entre tus brazos suspirar/ Era que todo fue un suelo/ el logro de mi empeño/ porque te pude besar. Definitivamente una confesión, un cuento, una historia atrapan nuestra nostalgia porque de ese tango ese bolero yo soy su inspiración. Sea esta una prima aproximación a este tema que Gracias a Dios no se agota nunca.



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Efraín Valenzuela

Católico, comunista, bolivariano y chavista. Caraqueño de la parroquia 23 de Enero, donde desde pequeño anduvo metido en peos. Especializado en Legislación Cultural, Cultura Festiva, Municipio y Cultura y Religiosidad Popular.

 efrainvalentutor@gmail.com

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