Auditórium

Los *bodegones*, la aberrante exclusión comunista

"La caridad es humillante porque se ejerce verticalmente y desde arriba; la solidaridad es horizontal e implica respeto mutuo".

Eduardo Galeano escribió una de las frases sobre la pobreza que pone de relevancia una gran verdad. La única forma posible de solidaridad es la que se ejerce entre iguales. Si una persona decide ayudar a otra sintiéndose en una posición de superioridad, la colaboración se torna en una humillación. Fin de la cita.

En este mes de enero del 2020 que acaba de finalizar muchas son las noticias económicas que acompañan el devenir de la Venezuela en ruinas. Entre sanciones, ajustes, promesas, y los vericuetos propios del cotarro político, la esclerosada economía venezolana, busca desesperadamente el cómo sobrevivir a esta locura del socialismo estalinista, en un país aislado, destruido, y olvidado.

Uno de los fantasmas que más da que hablar, entre los "turistas buceadores de anaqueles y vidrieras" en los llamados "bodegones o markets". Incluso entre la opinión publica mas empobrecida se ha acuñado el término: "la revolución de las taguaras", en alusión a la proliferación, que estos comercios (bodegones) están teniendo en la actividad económica venezolana. Y es que todo aquel que gane 3 $ de salario en el país, habrá tenido su oportunidad de rumiar su arrechera, cuando pasa cerca de un bodegón, y le bucea sus precios en los odiados dólares del imperio yanqui, donde no puede comprar: esos espacios, las mayorías usualmente pequeños (taguaras), en donde se consiguen todo tipo de exquisiteces o delicateses, y chucherías importadas del imperio yanqui con sus precios en $, le dicen al pueblo venezolano, lo sabroso del buen vivir en el sueño americano, de todo aquel venezolano que se ha ido a esos lares. Hoy los bodegones de Trump, y lo bello de Miami, son la manifestación más palpable de la apertura que se la ha venido dando, a lo feo del modelo cubano de vivir en la miseria: "este nuevo ajuste boliburgués". Deriva del hecho de que en los llamados bodegones se consiguen productos que eran difíciles de conseguir, Hoy sus precios están muy lejos del control, y de los impuestos del gobierno socialista. Como la Bodeguilla de Lecherías, que cuenta con protección policial y militar, así como el resto de los bodegones en manos de comerciantes lavadores de dólares, árabes, chinos y enchufados.

Estas aperturas económicas hacia estos especuladores, y lavadores en su gran mayoría simpatizantes de la oposición venezolana, constituyen una media verdad del falso repunte económico. Porque es cierto que los controles de precios a los bodegones, y a la venta de vehículos nuevos, y usados en dólares, han sido eliminados en forma selectiva, y de facto para que laven dólares sin ningún tipo de problemas; por estas medidas se consiguen hoy día, una gran cantidad de productos que hasta hace tiempo era imposible de ver en el mercado; buena parte de estas mercancías llegan al país debido a la eliminación a discreción de ciertas barreras arancelarias, pero al fin de cuentas en esta deprimida economía, los bodegones, y la venta de vehículos en dólares, no hacen más que resaltar, la abominable precariedad, y la forma más primitiva de comercialización dejada en manos delincuenciales, a la que ha sido sometida la alicaída economía venezolana.

La proliferación de estos bodegones obedece a los incentivos para que todo el que quiera, lave dólares sucios en esas gigantescas lavadoras, dentro del nuevo contexto revolucionario venezolano. A criterio de expertos en la materia consultados, difícilmente este "neoliberalismo socialista marxista" pueda representar el despegue de la apertura económica en Venezuela.

Todo lo contrario, estos bodegones cuyo modelo viene importado de la miserable Cuba de las remesas gringas, reflejan la mas paupérrima y despreciable manifestación de la exclusión que caracteriza al comunismo estalinista, que trabajador venezolano con 3$ al mes puede comprar en esos bodegones o comprar un carro, ya que viven medio del mas feo empobrecimiento masivo que sufre la otrora rica Venezuela petrolera, y sus habitantes, sólo el 1% de un sector del elitismo militar y enchufado, son los portadores de excedentes en dólares de muy dudosa procedencia, teniendo ellos en forma exclusiva la capacidad de comprar los bienes, y servicios que se ofrecen en bodegones, tiendas markets, y concesionarias de vehículos.

Entretanto, la mayoría de la población asalariada empobrecida, no tiene la capacidad para comprar, y se ve limitada a recibir del gobierno uno, que otro bono esporádico, y la bolsa de comida.

¿El gobierno debe prohibir el funcionamiento de estos bodegones, tiendas de markets, y concesionarios de vehículos en dólares? En lo absoluto. Las actividades económicas deben ser libres en cualquier renglón que elija el sujeto económico.

La reflexión sobre esta materia, que nos llama poderosamente la atención, es la proliferación de espacios para la venta de exquisiteces importadas, mientras las empresas que se dedicaban con franquicias en el emprendimiento de la economía del país fueron expropiadas, y acorraladas por la politiquería ideológica fracasada del socialismo real del siglo XX. Así como todos los negocios relacionados con el sector: manufacturero, agropecuario, industrial, siderúrgico, petroquímico etc.

La mayoría de las empresas del sector productivo nacional, se encuentran en ruinas. Son muy pocos los emprendedores económicos que están apostando por relanzar estas áreas, cuando las carreteras del país están tomadas por un malandraje militar, y policial en los mal llamados puntos de control. La ausencia del libre tránsito, la falta de seguridad jurídica, el irrespeto al derecho a la propiedad, ahuyentan la inversión. En resumen: este es el menú de los 60 años de miseria del pueblo cubano.

En una economía abierta, verdaderamente pujante como la de USA, Brasil, Colombia, a donde huyen los venezolanos, los indicadores serían muy distintos a los que hoy se muestran en Venezuela. Se pasaría de la sobrevivencia a la creación de riqueza mediante la acumulación de capital, tomando como base la institucionalidad libertaria de la inclusión.

El proteccionismo a la industria nacional, debe reformularse, y permitir que la economía venezolana sea abierta, y competitiva en este mundo moderno. Entretanto, quienes insisten en mantener la economía de "taguaras bodegoneras" deben estar preparados para su caída porque estos renglones llenos de vicios, y trampas están puteados por la sobreoferta. Las cadenas de supermercados como los antiguos CADA, deben volver dotados de una mejor infraestructura, con una mejor fiscalización, y comerciabilidad, entrando en la dinámica de la emprendimiento nacional. Inevitablemente, el mercado se encargará de sacar de circulación, el exceso de productos mal ofertados, y más de un legitimador tendrá que rematar su taguara, que en medio de una población empobrecida y en emigración, otros serán los negocios productivos que se deban acometer. Se trata de impulsar nuevas oportunidades, y apostar al éxito de esos nuevos negocios, y asumir los retos. A pesar de esta tragedia, todavía existen oportunidades en Venezuela, y el renacimiento económico, debe interpretar la verdadera esencia de lo que significa ser un político, con amplitud de criterio, sensibilidad humana, y vocación de servicio.



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Edgar Perdomo Arzola

Analista de políticas públicas.

 Percasita11@yahoo.es      @percasita

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