Guerra contra la corrupción

Apoyamos enérgicamente, la decisión del Presidente de la República, Nicolás Maduro de declararle una guerra cívico militar contra la corrupción; para ello fue creado el Cuerpo Nacional Contra la Corrupción; integrada por Humberto Ramírez Márquez como director, Julio César Mora Sánchez como director de la Policía Nacional Anticorrupción y Leoncio Enrique Molina, como superintendente nacional Anticorrupción. La corrupción hay que atacarla implacablemente, “ Caiga quien caiga” y que nadie tenga padrinos.

Después del cáncer, el SIDA y las drogas; la corrupción es el mayor flagelo que azota actualmente a la humanidad. Diariamente recibimos noticias a través de los medios de comunicación de hechos de corrupción que han sucedido y están sucediendo en diferentes sitios del planeta. En algunos países el índice de corrupción es mayor que en otros y esto se debe a múltiples factores: tanto económicos, culturales, políticos y hasta religiosos. La riqueza es la mayor tentación para la corrupción. Este fenómeno no es nada nuevo en Venezuela y se remonta a la época del descubrimiento: Colón y los conquistadores españoles estuvieron involucrados en hechos de corrupción. En la época de la independencia, la corrupción fue tan grande que Bolívar se vio obligado a promulgar un decreto contra la corrupción que decía así: "El empleado de la hacienda nacional, a quien se justificare sumariamente fraude o malversación de los intereses públicos o resultare alcanzado, se le aplicará irremisiblemente la pena de muerte sin necesidad de más proceso que los informes de los tribunales respectivos". Posteriormente todos los gobiernos, dictatoriales o no, se han visto inmersos en casos de corrupción. Estos hechos los escondían muy celosamente para que la opinión pública no se enterase, pues no existía un verdadero clima de libertades. Afortunadamente hemos logrado superar tales obstáculos y hoy gozamos de plenas libertades, que nos permiten ventilar públicamente hechos de esta naturaleza; sin que esto signifique enjuiciar a priori a instituciones o personas responsables de estos delitos.

El más interesado debe ser el Gobierno en que se castigue a los culpables de cualquier hecho ilícito que se cometa y mientras más pesado mejor, pues sirve de escarmiento a quienes procedan o quieran proceder de la misma manera. En este sentido los medios de comunicación juegan un papel importante; como es el de informar en forma veraz, oportuna e imparcial a la colectividad de los sucesos que se produzcan; como se establece en el artículo 58 nuestra Constitución Bolivariana, y no hacerse eco de rumores, mentiras e informaciones falsas provenientes de laboratorios de guerra sucia que le hacen un gran daño al país.

Tanto en la administración pública como en la privada hay personas civiles y militares que no están con el proyecto bolivariano y lo que hacen es sabotear y desacreditar la labor del Gobierno. Estos señores deben ser castigados y sancionados con todo el peso de la Ley (por suerte estos son una minoría).

Debemos erradicar la cultura de la corrupción que fue continuada y ampliada durante los gobiernos de Acción Democrática. Recordemos los famosos slogan: "Los adecos son buenos porque roban y dejan robar", "No me des, ponme donde haiga", "Cuanto hay pa' eso"!; estas son frases famosas pertenecientes al léxico adeco.

Los gobiernos de Acción Democrática utilizaban los cuerpos policiales para perseguir, reprimir y torturar a sus opositores. Recordemos la tenebrosa Digepol que aventajó en torturas y asesinatos a la Seguridad Nacional.

Ahora las cosas han cambiado, las policías y los cuerpos de inteligencia, se utilizan para perseguir a delincuentes y detectar casos de corrupción.

El pueblo ve con simpatía estos operativos desarrollados por dichos cuerpos y desea que se extiendan a otras dependencias del Estado, "A la corrupción hay que darle hasta por la cédula" dijo una vez Chávez. Exigimos que se cumplan estos lineamientos.

Un hombre es honesto hasta que deja de serlo. Este pensamiento nos lleva a no confiar en "nadie". Un hombre puede ser muy honesto hoy pero mañana puede ser un pícaro, un ladrón o un sinvergüenza etc. lo que si debemos tener presente, que un hombre con una buena formación moral, ideológica y de principios revolucionarios no se vende ni por todos los dineros del mundo.


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Raúl Ramirez

Abogado, profesor y escritor. Ex-guerrillero.

 rauljoseramirez@hotmail.com

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