¿Adiós, copete mata precios justos?

 De entrada, es muy importante saber y tener bien claro que precios justos no existen con propiedad, pero sí se puede estimar precios que puedan moverse dentro de un rango o intervalo de normalidad y racionalidad comerciales. Es difícil que  precio alguno de la contabilidad burguesa, nacida,  registrada y establecida para albergar maquilladamente[1] todo tipo de marramuncias o artilugios financieros, pueda verse reflejado en ningún estado financiero de empresas privadas y ni hasta públicas[2] montadas, registradas y toleradas para garantizarles al fabricante, al comerciante, al banquero y al burócrata corrupto máximos lucros con mínimos costes y con la mayor brevedad posible.

 

Seguimos insistiendo en que hay una cuasiperfecta mancomunión entre los encopetados de la mediana burguesía-eufemismo de escuálidos-y los capitalistas principales en funciones de marcadores de precios que buscan muchas cosas: hablamos de quienes planean el logro de muchos objetivos: económicos y políticos.

 

Entre los primeros, está, además de las crónicas prácticas mono y paramonopólicas, el desprestigio inducido del poder adquisitivo de nuestra moneda, más allá de lo que ya venían logrando con la burbuja del dólar paralelo, y más allá de las tradicionales alzas de precios asimiladas a rentas diferenciales salariales[3], como las de los Primeros de Mayo, las de los Bonos de Fin de Año, etc.

 

Por ejemplo, con las recientes jubilaciones que se cuentan en nuevos millares de beneficiarios y que mensualmente abultan la masa del circulante nacional y con ello la demanda de cestas básicas, sin lugar a dudas, se provoca y les brinda a los comerciantes una oportunidad para la comisión de subones de precios y con alta frecuencia de ocurrencia.

 

Con ese inducido desprestigio del bolívar persiguen nuevas devaluaciones con lo cual, si el gobierno pisara el peine, habrían logrado su principal objetivo político, más importante que el económico, esto es, venderle al país y al mundo aliado de ellos la idea de que esta Administración Pública no sabe manejar sus ingentes recursos, que se trataría de una gobierno sustituible, que es esa administración la culpable en última instancia de la "ruina" económica del país donde hasta para comprar y cubrir la cesta básica hay que tener carteras repletas de billetes devaluados.

 

En el logro de ese perverso objetivo a mediano plazo, cuentan, paradójicamente, con el apoyo de los encopetados pequeñoburgueses de una clase media que no termina de entender que las mejoras salariales suyas y las de los   estratos de proletarios menores no son para ser drenadas hacia los bolsillos de empresarios nacionales y extranjeros, sino para elevar el nivel de confort de todos y cada  uno de ellos y del resto de los consumidores quienes en conjunto disponen de una alto poder de compra, y, particularmente, de quienes por primera vez visitan comercios para hacer sus compras en lugar de estirar sus manitas de niños, de ancianos  en sus antiguas funciones de mendicantes y  como boquiabiertos observadores de las exhibiciones, en lugar de fungir de solventes demandantes.

 21/12/2013 12:24 a.m.


[1] Si eso no fuere así, los Contadores Públicos, los Administradores y auditores privados de las empresas que hoy aparecen cuestionadas por inflaciones inducidas, por cobro de rentas diferenciales, por adulteración de precios de entrada, por reiterados remarcajes de precios, etc., por asientos de compras fraudulentas de divisas sobrevaluadas, etc., ellos todos tendrían todo el Derecho y la opción abierta para refutarlo con fidedignos soportes, si fuere el caso.

[2] Muchos son los casos y casitos de corrupción que suelen pasar inadvertidos cuando esa contabilidad corre a cargo de inescrupulosos expertos en estas ilícitas materias contables.

[3] Véase http://www.aporrea.org/actualidad/a179037.html



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Manuel C. Martínez


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