De los tataranietos de mamá Inés por la rama parejera y de la escuálida agonía y el caracol

Fui a una clínica privada a visitar a una vieja amiga francesa, ni muy vieja ni demasiado francesa, recién operada de una súbita dolencia. Inspirado por el ejemplo de Carola Chávez, estaba muy atento a los decires de esos 4 millones de falsos compatriotas que son, al mismo tiempo y según la ocasión, “gente decente y pensante” o “todo el pueblo que rechaza a Chávez”.

No tuve que esperar mucho. Al salir del ascensor recibí, a bocajarro, una descarga completa del trabuco naranjero de un médico que comentaba, con unos colegas, sobre la mucha gente que visitaba a los pacientes. “Deja que se les acabe el petróleo y vamos a ver a qué clínica van a ir”. Se refería, claro, a los HCM de los seguros privados que dan cobertura a empleados de instituciones del Estado y, por lo tanto al perraje, chavista o no, que se cree “que toitico se lo merece”. Mi furia fue tsan colosal que me marché por donde entré, con ganas de violar algunos de los artículos más graves del Código Penal. Eso inspiran esas clínicas y esos médicos.

Mario Silva relataba en “La Hojilla” el drama de un funcionario a quien la clínica se niega a entregar el cadáver de su joven esposa “hasta que no cancele la mitad de los gastos que excedieron la cobertura de su seguro”. Yo comentaba con una amiga que eso también era culpa de la Dirección de “Recursos Humanos” (repugnante palabrita) del organismo donde el funcionario trabaja, y de la compañía de seguros que debió tener un sistema preestablecido para esos casos… Mi amiga, siempre muy equilibrada, ponderada y comedida, comentó en voz baja y doliente:

-Tiene que cremar a su esposa.

¿Cómo la va cremar si no se la entregan?

Mi amiga añadió, con la misma voz casi inaudible, mientras ponía, con gesto elegante, dos cucharaditas de azúcar en su taza de café.

-Tiene que cremarla donde está, con clínica, médicos, pacientes, visitas, enfermeras y personal administrativo adentro…

- ¡Epa! ¿Qué culpa tienen los pacientes, los trabajadores, las visitas?

-“Para vivir en escuálida agonía, mejor haber nacido caracol…”

LA DEMOCRACIA DEL SIGLO 21

Mi amiga no me quiso decir de dónde salía tan literaria frase de la escuálida agonía y el caracol. Frase tan cierta como falsa fue la elección en Honduras, falsos sus “observadores internacionales” (uno de los cuales el prófugo Carlos Ortega, alias “Rey del Bingo”), tan falsas como el falso Uribe con su comentario sobre lo “muy concurridos” que estuvieron esos comicios hondureños donde sólo votó el 20% de la población, uno de cada cinco inscritos.

Eso es democracia, según Manuel Rosales en su discurso del Instituto Hudson, el mismo Rosales por quien votaron los opositores. Esa es la democracia que cuatro millones de despreciables pitiyanquis esperan. Son necios porque ignoran lo que deben o pueden saber. Nada saben, nada entienden, salvo lo que les dicen quienes los manipulan. Son los 4 millones que tácita o expresamente autorizan a que, llegado el momento, se asesine en masa a los chavistas en nombre de la libertad.


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Eduardo Rothe


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