¿Cómo detener la amenaza a nuestro presidente del "efecto chinchorro"?

Los últimos indicadores de encuestas señalan un pequeño descenso en la popularidad o aceptación del liderazgo de nuestro presidente Chávez. A pesar de ello el porcentaje es bastante bueno considerando que lleva poco más de diez años en la presidencia (más no en el poder). En el mundo pocos han logrado tal hazaña, entre ellos Fidel Castro. En los países dizque democráticos, los mandatarios caen fácilmente en el “efecto chinchorro” (curva descendente de la aceptación) pues se convierten en traidores del pueblo al cual engañaron con sus demagógicas propuestas de progreso y libertad. Y encima se achinchorran en sus oficinas lujosas alejados del soberano que les confió su voto. Chávez no ha llegado a ese límite de descenso, teniendo algunos altibajos de los cuales se ha recuperado parcialmente gracias a su honesta y sincera propuesta reflejada en obras. Después de los más de siete (7) millones de votos alcanzados no ha podido remontar esa cuesta. Y lograrlo cuesta mucho.

Teniendo en cuenta el margen de error de las encuestas (un 3% más o menos) podríamos estar hablando de un 47% favorable a nuestro líder, y eso ya comienza a preocupar. Sobre todo en una sociedad tan polarizada por acción de los vende patrias medios de comunicación que pasaron a ser medios de confusión social. La realidad la distorsionan, manipulan las noticias y esconden verdades y logros del proceso revolucionario. Estos últimos no son reseñados adecuadamente por el Sistema de Medios oficiales y la comunidad no se entera de lo que debería estar enterado. Pero el presidente se empeña en colocar en la dirección del Ministerio de Comunicación e Información a los mismos bacalaos que no dan pie con bola, teniendo tantos compatriotas muy bien preparados para tal fin. Esa responsabilidad es totalmente del comandante y él debe asumirla. La cipaya oposición casi siempre está marcando la pauta noticiosa y nosotros, en la saga, salimos tardíamente a defendernos. A eso se le llama mediocridad y tenemos cientos de ejemplos que no vamos a citar para no acelerar el ritmo cardíaco. Ahí tenemos un vector determinante en la caída porcentual de aceptación. La oposición ha explotado la veta periodística de lo que el presidente “regala” al exterior en detrimento de las necesidades que tenemos en suelo patrio y nadie sale a enfrentar esa matriz odiosa y tendenciosa, nadie coño.

La inseguridad está liderando, junto a la impunidad, el desencanto de miles de camaradas que no se alejan de la simpatía por el presidente pero se quedan en sus casas el día de las votaciones, sean estas municipales, estadales o nacionales. Están hartos de tanto crimen sin castigo, de tanta impunidad en todos los niveles de la sociedad. Los bienes de ministros y altos funcionarios no son investigados. Los groseros salarios que devengan esos señores(as) no han sido revisados a pesar de la promesa presidencial de meterle la lupa a esa llaga. El antipático enroque de ministros ya cansa, premiando a funcionarios que fracasaron estrepitosamente como alcaldes y gobernadores. Ese es otro vector cancerígeno, el de “los hijos de la vida” que erosiona la popularidad del líder bolivariano.

Las calles del país están manchadas con sangre de muchas personas que pierden su derecho a la vida por causa de bandidos que actúan libremente, sumando a esto los cientos de funcionarios policiales que laboran en la cuerda floja del delito y la supuesta ley ciudadana.

La corrupción no castigada incide fuertemente en el descenso porcentual que analizamos, a pesar de que muchos funcionarios han sido señalados por la Contraloría Nacional pero muy pocos son los castigados debido a la súper lenta burocracia judicial que pervive desde la cuarta república. Pero basta que un pendejo chavista le haga dos trompetillas a la cloaca de Globovisión y es mandado al infierno por el propio mandatario. Eso arrecha y nos aleja muchos votos, señor presidente.

La fuerte censura en los medios oficiales, con algunas excepciones en el circuito radial, es otro vector decisivo para la caída de popularidad de Chávez. ¿Si el pueblo es la voz de Dios por qué entonces no la dejamos que se exprese libremente en la aburrida VTV, el somnífero de Vive Tv o en el “Aló Presidente”? ¿Por qué? Aquí tenemos otro vector que no permite el ascenso eleccionario que supere los siete millones de votos. No hay ningún misterio, esas son las causas primordiales para que el tenebroso “efecto chinchorro” amenace la cresta popular de nuestro máximo líder. Yo estoy claro y no votaré JAMÁS por la derecha asesina y lacaya pero toda paciencia tiene un límite y ese límite lo determina el grado de conciencia social despierta que tenga cada ciudadano. Aquella canción de Cristóbal Jiménez que apasionadamente habla del no retorno de los adecos y copeyanos quedó en desuso, ya no tiene valor literario pues volvieron las ratas en Táchira, Miranda, Carabobo y otras alcaldías importantes. Ahí están, vivitos y coleando (y conspirando). ¿De quién es la culpa?

En el estado Zulia estuvo hace pocas semanas el flamante “hijo de la vida” Diosdado Cabello. Y en un estado tan conservador y antichavista, donde no tenemos gobernador bolivariano desde hace décadas, el susodicho declara a viva voz que el puente Nigale, el segundo para la región, no es prioridad en estos momentos. Ahí se nos fueron miles de votos por una declaración infame de un ignorante que no sabe vivir el momento histórico y político. Son detalles que matan un proceso. Si no cuidamos los detalles la realidad nos arrasará.

efraingran@gmail.com


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Efraín José Granadillo


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