Venezuela: Necesita un trabajo serio


En las semanas previas al reparo, diversas cifras alegres se manejaron y todos nos fuimos de bruces, pues privaron más las consideraciones de orden emocional que el sentido de lo racional. Como consecuencia de esto, el proceso se tiene que enfrentar al riesgo de exponer al Presidente Chávez al referéndum revocatorio, porque el enemigo fue más estratégico que coyuntural. Y lo estratégico para ellos fue el corto plazo, simplemente lograr el acceso a la convocatoria y crear confusión en el seno de las fuerzas que apoyan el proceso.

Mientras que por el lado de las fuerzas de la revolución se discutía en diversos ámbitos, temas que tenían que ver con el carácter antiimperialista del proceso, la defensa armada que debían asumir los trabajadores ante la embestida de la contrarrevolución mediante la organización de milicias populares, hasta de las metas del largo plazo, relacionados con la Venezuela del futuro y otros hasta llegaban a la ligereza de abrir el proceso, en el mediano plazo, para darle el carácter de una revolución socialista, como meta del proceso de transformación, todos los condimentos. La derecha por otro lado se enfrentaba al reto electoral con todas las armas posibles, legales e ilegales, usando todos los recursos de la desinformación y de la mentira como arma de ataque y aunque cueste creerlo, contando con un diseño estratégico coherente.

En el campo de las fuerzas que apoyan el proceso se perdió de vista lo esencial. La ausencia de una vanguardia política o en otros términos de un comando unificado real, que defina los ritmos del proceso y los objetivos estratégicos, se puso en evidencia. No estoy hablando de la presencia de un partido de vanguardia en los términos tradicionales, sino de la implementación, organización y operación de un comando político unificado, en términos reales, en el cual coincidan todas las corrientes revolucionarias afectas al proceso de cambio. Por la ausencia de una visión común, de una visión de conjunto de la dinámica política y sobre todo de una clara identificación de los objetivos del adversario todos nos fuimos de bruces y caímos en el triunfalismo y perdimos de vista lo esencial. Como que se repite la historia, ese camino de triunfalismo por el que han transitado tantos fracasos en la historia reciente de América Latina.

Todos hablamos de cifras, de cuántos irían al reparo, de cuántos irían a retirar la firma y cuántos a ratificarla, pero eran cifras vacías, sin contenido real, inventadas en un escritorio y se determinaron las posibilidades del proceso de reparo, por la magnitud de las concentraciones y movilizaciones populares. Cifras de todo calibre se pueden encontrar en las declaraciones de dirigentes destacados de todas las corrientes políticas afectas al proceso de cambio. Estamos abriendo un flanco peligroso y exponiendo en esencia, al principal activo del proceso político en que está inmersa Venezuela, el Presidente Chávez, a una situación de riesgo a la cual nunca tuvo que haber llegado. Así como ahora, que la derecha puso los temas estratégicos en términos del corto plazo, conquistar el acceso al referéndum revocatorio, y lo logró, ahora volcarán todos sus esfuerzos y todas sus capacidades, legales e ilegales, para plantearse la meta estratégica fundamental de derrotar al Presidente Chávez.

Ustedes perdonen mi irreverencia, pues soy fuereño, pero siento como latinoamericano lo que sucede en Venezuela. No es el momento de hacer ejercicios aritméticos para especular sobre las posibilidades de un triunfo electoral en Agosto El Presidente Chávez y el proceso en su conjunto, ha sido puesto contra las cuerdas, por la inmadures de una dirigencia que no estuvo a la altura de las circunstancias políticas actuales. El problema fundamental consiste en saber si estamos a tiempo de rectificar para emprender la ruta hacia el referéndum o la rectificación misma nos lanzará por una vía de reflujo del movimiento revolucionario, en donde las diferencias entre los distintos sectores ocupen espacios importantes en la discusión pública y nos alejemos de lo esencial, que es mantener los rumbos fundamentales. No debemos transitar por una ruta, en que los factores de dispersión comiencen a jugar su rol, en donde pueda tomar presencia la traición a los intereses fundamentales del país, o implementarse la salida del chavismo sin Chávez.

A la derecha debemos derrotarla en Agosto, en el plano electoral. Es necesario que Venezuela retorne al régimen de partidos políticos que garanticen un libre juego democrático de las ideas, en que estén presentes en su agenda, tanto las propuestas coyunturales como las estratégicas sobre el desarrollo del país. Esa manifestación coyuntural que significa la Coordinadora Democrática, sin propuesta política alguna y girando alrededor de la consigna cortoplacista de derrocar al Presidente Chávez, le hace un gran daño a la estabilidad democrática y al libre juego de las ideas. Algunos conceptos errados se están manejando con vista al próximo encuentro electoral, el referéndum revocatorio. Es claro que la consigna inmediata es derrotar a la derecha y consolidar el proceso mediante un triunfo inobjetable en el referéndum, pero de ninguna manera debemos pensar en una derrota estratégica de los factores políticos opuestos al proceso. Haciendo a un lado, aislando para decirlo de otra manera, a los sectores golpistas, antidemocráticos y fascistas de la oposición, hay que consolidar las posibilidades para que los sectores democráticos de la oposición, dentro del marco de la institucionalidad democrática del país, sigan funcionando y se consoliden, a pesar de que estén en contra del proceso de cambio, encabezado por el Presidente Chávez. En Venezuela está funcionando un nuevo tipo de democracia, que de conformidad con los alcances del ordenamiento constitucional y electoral, debe darle espacio a todas las manifestaciones organizadas de la sociedad, no importando sus ideas e intereses.

El proceso de cambio que se desarrolla en la actualidad, que algunos analistas lo ubican en una vía de tránsito, con un carácter netamente antiimperialista, es en el fondo un proyecto político que por sus contenidos reales lo podemos ubicar dentro de los términos de una economía de mercado, con acentos importantes en los aspectos sociales. Con un interés inmediato y estratégico de poder poner las potencialidades de la nación en la ruta de beneficiar a amplios sectores sociales, excluidos históricamente de los beneficios de las políticas de estado, para convertirlo en sujeto y objetivo de la transformación política en desarrollo.
Como parte de esas iniciativas, dentro de los marcos del régimen político vigente, Venezuela necesita consolidar una burguesía nacional anclada y comprometida con los intereses del país, formando parte de los procesos de inversión en proyectos de desarrollo nacional, que estimulen el consumo interno, generen empleo y aseguren la actividad económica productiva. La puesta en producción de inmensas superficies de tierras, acaparadas por unos y abandonadas por otros, el lograr encadenamientos productivos de carácter nacional, ligados con la actividad de la extracción petrolera, el gas, la explotación de metales y tantos otros frentes posibles, tiene que ser el eje de la economía del futuro. El reto de hacerle frente a todas las potencialidades del país debe ser un motivo para abrir espacios de inversión, tanto al capital extranjero como nacional, en forma combinada con las posibilidades del estado venezolano, como órgano rector del modelo de crecimiento y desarrollo económico.


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Ing. Federico Picado/Bolivariano Costarricense


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Federico Picado

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