Faltan las batallas decisivas

Para las sociedades como para sus pueblos, no hay proceso sin desafíos. El proceso es una batalla de la misma manera que la vida es un combate; siempre han podido observarse estos axiomas, porque, hasta hoy, la historia de las revoluciones apenas se ha diferenciado de la historia militar. El proletariado tiene la fuerza necesaria para salir victorioso de los proyectos golpistas.

En la situación actual, lo que se requiere, no es una retirada estratégica como la de Manuel Zelaya sino la preparación de una contra ofensiva estratégica interna y externa de lucha para defender y extender las conquistas revolucionarias logradas de la mano del pueblo y consolidar las reivindicaciones de los estratos oprimidos.

La tarea estratégica para el próximo periodo contrarrevolucionario de agitación, propaganda y organización golpista consiste en superar la contradicción, entre la madurez de las condiciones reales de la revolución que hay que alcanzar con la inmadurez de los gobiernos, del pueblo y los partidos.

Es preciso organizar las masas para la lucha cotidiana contra los proyectos golpistas en Ecuador y Venezuela, bajo el programa revolución, socialismo o muerte.

Debemos incrementar las fuerzas organizativas con los consejos comunales y las milicias, el alza del nivel de combatividad del pueblo en todos los países que apoyan la revolución bolivariana, al mismo tiempo evitar que, la gravedad de la política Obama, soborne a las masas manipulando la verdadera crisis social y política planteada para América Latina.

A pesar del atraso de la conciencia política, a pesar de la desocupación masiva y el refuerzo que esto significa para la ofensiva golpista, a pesar del apoyo que brindan las burocracias obreras traidoras al proceso, el pueblo revolucionario debe tener la capacidad de combate en toda la nación, respondiendo con poderosas medidas ofensivas y defensivas en todos los países.

Hay que evitar que tengan éxitos duraderos la nueva y muy peligrosa ofensiva que están montando las fuerzas capitalistas desestimando la solución socialista a la crisis. Este puente debe consistir en una mayor información, no transitorias, que partiendo de las condiciones actuales por la ofensiva contrarrevolucionaria y de la actual situación de repudio a los golpes, la conciencia de las masas conduzca a la conquista definitiva de la evolución revolucionaria para otra democracia. Principio de participación que hay que defender para la inclusión del pueblo en el poder.

Necesidades forjadas en estos últimos diez años por el crecimiento de las fuerzas populares para satisfacer las necesidades más apremiantes, congeladas por dos siglos. En el transcurso han existido revoluciones, excepto Cuba, las contrarrevoluciones han triunfado por carecer de apoyo masivo popular.

Hoy, las revoluciones pacificas se expresan de diversas formas, siempre persiguiendo satisfacer antiguas necesidades como las nuevas producidas por el mismo capitalismo que nos lleva de crisis en crisis cada vez mas dantescas, por lo tanto, hay que declarar a nivel internacional la lucha contra el golpismo generando presión a favor de la unidad de acción o la unificación revolucionaria con Ecuador, Cuba, Brasil Argentina, Bolivia, Venezuela, Rusia y China, si es posible con carácter unitario con el ALBA y UNASUR, con consejos de delegados permanentes para frenar el ímpetu contrarrevolucionario, que utiliza a la OEA y ONU como aliados diplomáticos de Washington.

Lo que falta a nuestros dirigentes, en estos años de proceso es, una ambición racional, es decir realizable. Nuestros debates políticos, precisamente por la industrialización que empezó, demuestra sobradamente que nuestros responsables perdieron de vista las nuevas realidades y las condiciones mediatas de esperanza, y ello hasta el punto que la mayoría de los proyectos están estancados o han crecido muy poco, frente al capitalismo, que aun en crisis pretende alzarse nuevamente como triunfador.

Para enfrentar las batallas que se avecinan, para combatir de mejo manera los elementos golpistas, necesitamos:

-Incrementar una capa de gente radicalizada en el partido y en las estructuras políticas.

-La organización de un ala de izquierda política, combativa del partido revolucionario para que este al lado del pueblo miliciano y con los consejos comunales.

-Movilización y capacitación permanente de esta ala con el fin de reemplazar las direcciones conciliadoras y desleales que operan dentro de la estructura pública.

-A medida que, en cada etapa sucesiva, estos militantes incrementen el conocimiento y la convicción política, arrastraran hacia el partido revolucionario del pueblo, la competencia con los social demócratas del PSUV. Guerra de ideas con fundamentos reales para la transición al socialismo que se impone.

El resurgimiento revolucionario, al que ya no podemos perder mas tiempo en esperar, no responderá a la elocuencia patriótica ni a los toques de trompeta de las épocas de las grandes revoluciones con choques físicos, sino a lo exacto del análisis, al rigor del pensamiento, a la precisión del razonamiento, y al convencimiento de la muerte, requiere una raza especial de lideres, para hacerle frente al imperialismo capitalista.


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Raúl Crespo


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