Roger Noriega, portavoz del "ladrón y asesino de Bagdad"


Nuevamente el imperialismo norteamericano se entromete en los asuntos internos de nuestro país. El inefable subsecretario de Estado para América Latina, Roger Noriega vuelve a opinar descaradamente sobre el proceso de reparos y el revocatorio que pretenden los golpistas venezolanos.

Ante esta nueva intromisión imperialista es necesario aclarar algunas cuestiones. En primer término, las declaraciones de Noriega no son casuales, ni se trata de un asunto personal determinado por una especial animadversión de este personaje hacia Venezuela y el proceso revolucionario que vivimos. No, por el contrario, es parte de una estrategia muy nítida de injerencia imperialista. Ningún funcionario norteamericano, la principal potencia del mundo de hoy, y el imperio más agresivo de la historia de la humanidad, emite opiniones personales. Cada palabra, cada gruñido amenazador, cada gesto de los funcionarios imperialista responde a una política de Estado determinada por los intereses de gran potencia de los Estados Unidos. A Noriega, por lo que hemos venido viendo, le corresponde asumir el papel del “policía malo”. Es el halcón que profiere improperios, chantajes y amenazas contra nuestro país. A otros funcionarios les corresponde bajar la presión, hacer el papel de negociadores, o de “policía bueno”, ese es el rol que en ocasiones le ha correspondido a Collin Powell. Pero todos son parte de la misma orquesta imperialista, y cada uno toca el instrumento y alcanza la nota que le corresponde.

Por otra parte, las declaraciones de Noriega no son casuales ni extemporáneas, forman parte, muy acoplada, de un coro bien afinado. Lo dicho por el funcionario gringo empalma, y es continuación, de las descaradas intromisiones recientes de los supuestos “observadores” de la OEA y el Centro Carter. Son parte de la misma estrategia. Son variaciones de la misma melodía. Tanto el Centro Carter, como la OEA –y esto lo hemos venido diciendo insistentemente- no son organismos imparciales. No están observando nada. Por el contrario, son absolutamente parciales, son parte de la estrategia que el imperialismo ha privilegiado en esta fase del proceso político en Venezuela. Son la punta de lanza de lo que hemos llamado “contrarrevolución democrática”. Aquí tampoco podemos pecar de ingenuos. Ni Jaramillo, ni Diez, ni Jennifer Mc Coy, son niños de pecho, ni personas que han sido “compradas” por la oposición golpista. No, ellos juegan en el mismo equipo. Odian al pueblo y a las masas trabajadoras venezolanas y latinoamericanas; quieren liquidar este proceso revolucionario a como de lugar, y para ello están en el país haciendo toda clase de trampas y triquiñuelas en apoyo a sus aliados históricos: la burguesía venezolana y el imperialismo norteamericano. Su papel es de aliados de estos, y trabajan para la contrarrevolución apelando a las argucias leguleyas y burocráticas, a la trampa y a las trapisondas a escondidas. Llegaron al país, como otro recurso para acabar con la revolución en Venezuela. Ellos supuestamente apuestan a la “institucionalidad”, al “juego democrático burgués”, mientras favorecen por debajo de cuerda al golpismo, y se hacen la vista gorda con la organización de la violencia “guarimbera” y paramilitar, la otra pata de su estrategia. Zanahoria “democrática” y garrote contrarrevolucionario, ambos en función de liquidar el proceso revolucionario en el país.

Ya que no pudieron derrotar al movimiento de masas con el golpe de abril de 2002 ni con el paro patronal y el sabotaje petrolero, a la burguesía venezolana y al imperialismo, no les quedó otro remedio que echar mano de la vía legalista e institucional, servida en bandeja de plata por el gobierno, gracias a los acuerdos firmados con los golpistas en mayo del pasado año. Es gracia a esto y a la impunidad, que los golpistas siguen libres, haciendo fraude, organizando “guarimbas” y bandas paramilitares, con la anuencia y el apoyo del gobierno norteamericano y del colombiano.

No nos llamemos a engaño. Las declaraciones de Noriega reflejan la política norteamericana hacia nuestro país. Fernando Jaramillo, no es un cabo suelto dentro del engranaje imperialista de la contrarrevolución democrática. En rigor, representa el carácter proimperialista del “ministerio de colonias” como llamó el Ché a la OEA, lo mismo puede decirse del Centro Carter.

Con respecto al gobierno del “ladrón y asesino de Bagdad”, Mister Bush, lo que se impone es el más decidido rechazo a la injerencia imperialista y la organización de los trabajadores y el pueblo para la defensa nacional, a través de la conformación de las milicias populares; y el castigo ejemplar a los paramilitares detenidos, así como a sus financistas y promotores intelectuales.

Mientras que para la OEA y el Centro Carter, llegó la hora de que hagan sus maletas. No podemos seguir permitiendo la presencia en el país de estos organismos comprometidos hasta los tuétanos con la oposición golpista. No se trata de cambiar a uno o a otro funcionario. Estos entes de la contrarrevolución democrática, deben salir del CNE y del país. El pueblo venezolano está cansado de la impunidad, de poner la otra mejilla, de tanto perdón y negociación con gente que no ha escatimado ningún esfuerzo en acabar con las libertades democráticas.



Miguel Angel Hernández Arvelo
Profesor de la Escuela de Sociología de la UCV y miembro de la dirección nacional de Opción de Izquierda Revolucionaria (OIR)
miguelaha2003@yahoo.com



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Miguel Angel Hernández Arvelo

Profesor de Historia en la UCV y miembro del comité impulsor del Partido Revolución y Socialismo. Como marxista, Hernández aboga por el definitivo rompimiento con el capitalismo en Venezuela y por la construcción del socialismo.


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