El círculo cuadrado

La transición es un círculo cuadrado. América Latina, en sus usuales papeles protagónicos en la historia, vive hoy en casi su totalidad el período de transición del capitalismo a un soñado socialismo del siglo XXI: el cuadrado asumido por la esquemática sociedad de números y cifras y el círculo dibujado por los sueños. 

Sobrepuestas ambas figuras consolidan a diario sus luchas. Si bien es cierto que los líderes que asumieron la revolución latinoamericana lo hacen desde el poder político y los capitalistas se aferran en su desesperado y agónico intento por persistir, ese deseo de permanencia no se les hace nada fácil. El poder del dinero se va reduciendo al de sus propios capitales, ese precisamente es el dinero más cobarde que existe, el de sus bolsillos y cada vez el avance del círculo contra el cuadrado se estrecha en la medida en que los capitales de cada país se socializan, se solventan unos a otros, se asocian en alianzas estratégicas, como hace semanas ocurrió en Ecuador durante la visita de Hugo Chávez Frías, quien no sólo firmara en ese encuentro enormes acuerdos para la independencia energética, sino que de allí voló a Brasil en donde de manera similar se llegan a acuerdos con Lula. Lo mismo va pasando con Argentina, con Bolivia y entre todas las naciones de la América Latina. 

El insospechado encuentro en las páginas de nuestra historia de todos estos líderes fieles a morir con el ideal de sus pueblos, trasnochadores y madrugadores en el empeño de trabajar sin descanso, la insólita realidad de que ninguno sucumbe ante las tentaciones del dinero, del robo, de la corrupción y que todos de manera obsesiva van por la nueva América, le van haciendo más pequeño el espacio a los poderes capitalistas que hoy además huérfanos de un padre imperial a similitud otrora del sanguinario Bush, no les queda mucho más que el imperio mediático, la opinión internacional manipulada por éste y sus millones de dólares que tiemblan en las cuentas de bancos asustados por los sismos de su propia crisis. 

Las batallas se hacen ingeniosas, al final, por ahora todo se tratará de tener una mayoría numerológica en las próximas elecciones, cuando estas vayan a realizarse, la democracia de los votos es el puerto de donde zarparán o arribarán nuevos destinos, así que las ideas se usan para convencer o desconvencer. Las batallas son en las primeras planas y en los verbos, en los diccionarios apretados de interpretaciones en manos de unos y de otros, pero el círculo tiene algo más que las palabras, tiene cada día más hechos, realidades que las vive, las siente, las disfruta el pueblo: saberes, medicinas, viviendas, empresas socialistas y todo un continente en el que a pesar de lo terrible de la crisis que sacude a  Norteamérica y a Europa, no se replica en las tierras del sur. Quizá diez años atrás, todas las subsidiarias de las empresas gringas o transnacionales ya habrían echado a la calle a miles para engrosar las filas de los despedidos, pero eso no ha sucedido, nuestramérica  sigue la ruta, hacia delante. 

Lo mediático, la mentira hecha negocio y arma política está a diario empuñada por los cuadrados, repitiendo matrices de descontento, matrices de Apocalipsis y propiciando insurrecciones incapaces de ganarse ni un centímetro en las columnas de la prensa. Vargas Llosa no acepta un diálogo al que lo invitó el terrible dictador que reprime la libertad de expresión en Venezuela, se va, con su maletita llena de pulgas a rascarse las incomodidades de nuevo a su nacionalidad adquirida, aquí no hizo nada más que causarnos mucha risa un teatro montado en un tinglado mediocre. 

Nadie sabe si el círculo encierra al cuadrado, o éste encuadra al círculo. A la manera más Gramsciana, será que el cuadrado se haga círculo o el círculo  se haga cuadrado. 

 brachoraul@gmail.com




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Raúl Bracho


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