(Dios los junta y ellos nada que ver)

Antonio Ledezma acude al cardenal Urosa

-Cardenal Urosa –buenas tardes y, discúlpeme que le estropeé su siesta, pero tengo urgencia de su confiabilidad como digno representante de la madre iglesia católica que como santo al fin que corre por sus venas me dé compasión como arzobispo de Caracas y excelso predicador de la paz entre hermanos que revalida a diario con su dios a cuesta.

-Anjá y, en qué puedo servirle mi estimado alcalde. Padre –respondió Ledezma, sufro mucho y padezco de un desorden político, generado principalmente por el señor Presidente Chávez Frías, además, soy un ser que ni corre ni salta y encaramarme me cuesta, mas tiemblo de una opresión que, me genera sueños desordenados inconclusos y, por más que respiro profundo, no suelto la perturbación intrínseca que me palpita en el epitelio congénito de mi cerebro que me abruma y sé que usted como auscultador precavido de sentimientos profundos puede ayudar a corregir al menos, lo que mío es, pero no es desde que Chávez nombró a Jacqueline Faría Jefa de Gobierno de la Región Capital. Paralela que me tiraron a media noche en la Asamblea Nacional.

-Te comprendo –hijo mío. Y, déjame inspirarme y conversar con mi dios un poco a través de mis oraciones que, indirectamente penetrarán en tu espíritu, agobiado por la tragedia del poder sin poder alcanzar las metas que te has planteado dentro de tu Bypass capitalino. Y, ya es hora de que alcances el coito de tus desvelos y vagues sin rumbo ni horizonte en tu calendario político adoptivo y como castigo y salvación te exijo de toda voluntad que arrodillado en tu santiamén de regocijo escribas, un mil ciento cincuenta oraciones: Chávez vete ya, y como puedas los metes en una botella ámbar que sin dirección alguna lanzarás al vacío en la diagonal más cercana a Miraflores, viendo siempre de frente la ironía del pecado de ser tu mismo y cada noche antes de dormir disipa con fe un calvario de risas estruendosas para facilitar el desprendimiento de tus odios acústicos que te matan y con la lengua afuera observándote en un espejo pentagonal dí con devoción satánica: fuera Satanás y después como un oso en la Antártica duerme desnudo.

-Gracias, reverendo cardenal –que la anuencia del Señor lo acompañe en el sermón de la montaña y el CEP resucite un levantamiento matinal de sables rusos para que me nombren como a Carmona presidente –aunque sea por una hora- ya que Manuel huye con lo suyo y, por favor; cuando esté actuando con su verbo encendido de gracia divina, no me olvide y ore por este pecador sin fin que ama con validez de varón, la patria grande que espera de mí su dirección para arribar a puerto seguro con la bitácora de mi corre-corre ambulatorio político para que Venezuela otra vez: más de allá que de acá y. las aguas de la resurrección lleguen a su nivel. ¡Amén!

estebanrr2008@hotmail.com


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Esteban Rojas


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