Haciendo memoria

"Como esperando Abril"

Mientras algunos intentamos hacer memoria aproximándonos a verdades históricas mediante la revisión y difusión de testimonios indelebles hay otros que hacen lo imposible por esconder esas mismas realidades debajo de la alfombra que han tejido sus intereses. Así, por ejemplo, el pasado 11 de abril, leímos un reportaje especial de Globovisión, publicado en Notitarde, cuyo primer párrafo fue el siguiente: “Días difíciles los que rodearon el 11 de abril del año 2002. Hermanos en bandos contrarios defendiendo sus ideales a través de la violencia. Unos exigían la salida del Presidente de la República, Hugo Chávez, mientras que otros se manifestaban a favor de su permanencia. El resultado fue fatal”. Es decir, según este planteamiento, la tragedia de ese día se debió a una confrontación violenta entre grupos sociales ideológicamente opuestos. No hubo plan conspirativo, sólo una lucha fratricida. Descartada la conspiración -dirán los redactores de esas líneas- debe inferirse que los canales comerciales de TV y la gran prensa no tuvieron responsabilidad alguna en aquellos hechos y sólo cumplieron con su deber de informar; que los francotiradores ubicados estratégicamente en las azoteas de varias edificaciones pertenecían a uno de los bandos enfrentados y no obedecían órdenes superiores; que las arengas a la multitud opositora para que desviara el curso de su marcha hacia el palacio presidencial fue sólo producto de la impetuosidad de sus dirigentes, en fin…

Sin embargo, y como dice el refrán: “la lengua es el castigo del cuerpo”, desde que se produjera la detención del presidente hasta pocos momentos antes de su retorno, muchos de los protagonistas de los eventos que sucedieron el 11-A, mientras se suponían triunfadores, divulgaron “los pormenores de su hazaña”.

En la madrugada del 12, Venevisión difundió unas entrevistas que hizo Ybellise Pacheco a los militares que constituirían el Alto Mando Militar del breve y frustrado gobierno de Pedro Carmona Estanga. El Vicealmirante Héctor Ramírez Pérez dijo, entre tantas cosas: “…afortunadamente tenemos una gran, una gran arma que son los medios de comunicación. Sí, ustedes. El pueblo venezolano vio hoy, el Ejército ni la Fuerza Armada hizo un disparo. Todo esto fue una… nuestras armas fueron los medios de comunicación. Y quiero aprovechar para felicitarlos a todos ustedes porque ustedes han sido los grandes protagonistas también de esto que está aconteciendo”.

Al día siguiente, a través del mismo canal (sin dudas, el que llevó la batuta en la “coordinación mediática opositora”), en el programa que conducía Napoleón Bravo fueron presentados Leopoldo López, Guaicaipuro Lameda, Molina Tamayo y Víctor Manuel García (Encuestadora CECA), entre otros, y divulgaron la participación de esta estación en todo un plan que se había iniciado en septiembre de 2001, el rol principalísimo que habrían jugado Bravo y su esposa, Ángela Zago, y el papel que correspondió desempeñar a cada uno de sus invitados en “la gesta heroica del 11-A”.

Igualmente, de los archivos de los diarios nacionales dimanan un sinnúmero de testimonios que, por cierto, posibilitaron la elaboración y publicación del libro “Los documentos del golpe”, editado por la Fundación Defensoría del Pueblo, el cual resume el “trabajo periodístico” previo y posterior al derrocamiento de Chávez, reproduciendo los recortes más significativos de los principales periódicos.

Adicionalmente, productores audiovisuales elaboraron materiales que demuestran con suficiencia cómo se desencadenaron los acontecimientos, cuándo y dónde ocurrieron, cuál fue la actitud de muchos que aún en la actualidad siguen evadiendo responsabilidades.

Asimismo, al cabo de semanas o meses, testigos de excepción, como Otto Neustaldt, corresponsal de CNN, revelaron detalles de los episodios que pudieron presenciar.

Pues bien, la sumatoria de todas las imágenes, sonidos, videos y textos que se grabaron e imprimieron durante 2001 y 2002 nos aproximan al escenario, al guión, al elenco y a la producción de una obra de suspenso y terror que, lamentablemente, los venezolanos padecimos fuera de teatros y salas de cine.

A pesar de todo, y de tantas pruebas que señalan responsables y sus modus operandi, aun hay quienes se aferran a las sentencias que propagaron los medios de comunicación hace 7 años: ocurrió un vacío de poder, no hubo golpe de estado; los “pistoleros de Llaguno” dispararon contra la marcha pacífica e indefensa, asesinaron a 19 personas e hirieron a más de 150, y Chávez renunció. Pareciera que todavía no aceptan el 13-A y sueñan con revivir las fuerzas que les unieron antes y, recordando el título de una canción de Silvio Rodríguez, están “Como esperando abril” para retomar su marcha y “recobrar la libertad”. Probablemente de nada les sirva conocer estas palabras que, a propósito de la muerte de Jorge Eliécer Gaitán, publicó Miguel Otero Silva en el diario El Nacional, el miércoles 5 de mayo de 1948: “Los grandes laboratorios de noticias, no destinados a reseñar lo que sucede en el mundo sino a aderezar los acontecimientos de acuerdo con la conveniencia de poderosos intereses económicos, son expertos en mentiras de colosales dimensiones. Ellos suelen convertir los patriotas en filibusteros, transformar los dirigentes obreros en terroristas, trocar los usureros en filántropos y transmutar los instigadores en humanistas”.

feolacruz@gmail.com


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Luis Salvador Feo La Cruz P.


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