Las tendencias electorales en el último lustro

 Con el golpe de estado de abril de 2002 y el paro petrolero que se extendió hasta febrero de 2003, en Venezuela se inició un proceso de polarización política aguda caracterizado por la reducción de las “medias tintas” y la consolidación de dos gruesas tendencias antagónicas. Desde entonces, más específicamente desde agosto de 2004, se han efectuado ocho actos electorales: tres referendos nacionales, una elección presidencial, dos de gobernadores y alcaldes, una de concejales y una de diputados a la Asamblea Nacional, sin contar los revocatorios de algunos mandatarios municipales. Aun así, Joan Manuel Serrat ha sido fustigado por unos cuantos “opositores”, simplemente porque dijo que Chávez “…no ha llegado al poder por otro mecanismo que por las urnas”. El cantautor podría decirles, como en una de sus canciones: “nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”.

¿Qué ha pasado?

Durante este último lustro, desde aquel referendo con fines revocatorios hasta el pasado 15-F, la dinámica política nacional ha sido vertiginosa, pero las tendencias socio-electorales han sufrido variaciones lentamente, según se desprende de la comparación entre ambos procesos. Veamos.

En 2004, la población electoral totalizaba 14.037.900 ciudadanos. Y, con una abstención de 30,08%, la opción del presidente Chávez obtuvo 5.800.629 votos, el 59,0958% de los sufragios válidos. “La oposición”, por su parte, logró 3.989.008 votos, el 40,6393%.

En 2009, con una población electoral de 16.652.179 venezolanos, según el tercer boletín emitido por el CNE el 17-F, “… la opción del Sí alcanzó 6.319.636 votos (54,86%) y la del No 5.198.006 votos (45,13%)... El índice de abstención se sitúa en 30,08%...”. Vean que el porcentaje de abstencionistas fue exactamente igual en ambos.

Referendos 2004 (%) 2009 (%) Variación (%)
Chávez 41,32 37,95 - 3,37
Oposición 28,41 31,21 + 2,80
Abstención 30,08 30,08 0

Ahora, relacionemos los números absolutos con el total de electores y precisemos las tendencias:


Como se aprecia en el cuadro, en la confrontación SÍ CHÁVEZ vs. NO CHÁVEZ se ha producido una disminución de la tendencia “oficialista” que, quizás, comprende todas las expresiones de disidencia que surgieron, por diversas causas, en este lapso. En consecuencia, “el antichavismo” ha experimentado un crecimiento, pero más por la dinámica interna del “chavismo” y sus pequeñas fracturas. Aun así la diferencia entre una y otra es de 6,74% de los inscritos en el R.E.P.: a la fecha, más de 1.120.000 votos.

Sin embargo, esta votación opositora sólo puede alcanzarse en referendos que, por su propia naturaleza, consolidan y facilitan la bipolaridad. En una elección presidencial que conlleva la idea de presentar una candidatura “unitaria”, es decir, una alternativa con rostro frente a la opción revolucionaria, las pugnas internas en la “dirigencia antichavista”, más la dificultad de cohesionar su base social, podrían erigirse de nuevo como obstáculos infranqueables, porque la falta de liderazgo así lo determina.

En resumen…

Luego de revisar los resultados de todos los comicios nacionales de estos cinco años, podemos –prescindiendo de rigores científicos- resumir el comportamiento electoral de nuestra población y aproximarnos a la siguiente clasificación de los electores:

a) Los abstencionistas irreductibles: 25,30%. Corresponde al nivel que alcanzó la abstención en las presidenciales de 2006, el más bajo en los últimos veinte años.

b) Los “chavistas” comprometidos: 26,91%. Se trata del porcentaje de venezolanos que votaron a favor del Bloque B de la reforma propuesta en 2007: la menor votación que ha totalizado “el chavismo” en los procesos nacionales de la última década.

c) Los “chavistas” condicionales: 15,82%. Han votado por Chávez, no necesariamente por sus proyectos y candidatos. Nunca han votado en su contra. En su gran mayoría, no participaron el 2 de diciembre de 2007. Casi un tercio de este segmento no sufragó el 15-F.

d) Opositores electoralmente duros: 27,19%. Han participado en todos los procesos sufragando militantemente para derrotar a Chávez, a sus candidatos y a sus proyectos. Corresponde al porcentaje de votos que obtuvo Manuel Rosales en 2006: la menor votación que ha logrado “la oposición”.

e) Opositores condicionales: 1,22%. Participan dependiendo de las circunstancias, sobre todo, cuando son convencidos de la posibilidad de alcanzar un triunfo o del “riesgo” que corren en caso de no votar contra “las pretensiones del régimen”.

f) Neo-antichavistas: 2,80%. Surgen después de las elecciones presidenciales de 2006 como producto de algunas fracturas menores que sufriera “el chavismo” en los años posteriores, tanto en la clase dirigente como en su base social. Hoy por hoy, parte de este segmento constituye el núcleo antigobierno más visceral.

¿Y los Ni-Ni? No los hemos visto. Quizás sean integrantes de “los abstencionistas irreductibles”.

 



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Luis Salvador Feo La Cruz


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