(Más que tolerantes, pendejos)

Revolución complaciente

Tuve la oportunidad de realizar estudios de pre-grado y post-grado en la URSS, fueron días gloriosos donde la fraternidad y la camarería reinaban entre todos los estudiantes de diferentes continentes que hicimos vida en los años 70-80 en esas latitudes, con algunas excepciones. Recuerdo que los estudiantes más difíciles eran los del continente africano, rara vez podíamos los latinos dirimir con ellos sin que en ocasiones nos tildaran de racistas. La universidad los apoyaba y les daba toda clase de garantías, los latinos, por ser estudiantes con algún nivel de preparación política, siempre terminábamos decepcionados ante la impunidad, los africanos eran intocables. El chantaje pasó a ser una modalidad entre estos compañeros estudiantes del continente africano hasta que un día, un venezolano, cansado de tanto atropello, reaccionó y le propinó una golpiza muy merecida a uno de ellos. Demostramos la culpabilidad del estudiante africano y con ello comenzó el fin de la impunidad.

¿Por qué rememoro este pasaje de mi juventud? Hoy el proceso y proyecto político bolivariano es preso del chantaje, al cual se cede sin ningún tipo de reparo, ante la oposición. Con mucho asombro leía en la prensa (posteriormente lo publiqué en Chamosaurio.com y Chamosaurio.org) el despido de más de siete mil compañeros de la Alcaldía Mayor, de inmediato recordé lo que la oposición llamó la Lista de Tascón, la cual muchos compañeros mal utilizaron y descontextualizando su carácter. Estos siete mil compañeros hoy se encuentran en la calle peleando por sus derechos. Sólo se perdieron pocos espacios, y ya la oposición comienza a desatar una cacería de brujas y como es obvio, no hay información por los canales pro-yanquis. No mencionaré la cantidad de infocentros que se han clausurado bajo el esquema del gobierno fascista que impera en el estado Táchira, ni la cantidad de agresiones que viven los compañeros cubanos que laboran en la Misión Barrio Adentro. No quiero imaginarme por un momento lo que nos tocará vivir si perdemos la enmienda. Pero me pregunto: ¿cuántos de estos compañeros que despidió el Alcalde Mayor se quedaron en sus casas el día de las elecciones? El comodísmo y el triunfalismo le está pasando factura, mejor dicho, la FALTA DE CONCIENCIA con que actuaron el día de las elecciones.

Siempre he creído que todos tenemos el sagrado derecho constitucional al trabajo, pero debo reconocer que mezclar trabajo y activismo partidista no es bueno. Hoy sin asombro escucho, veo, percibo, que gran parte de la estructura de la administración pública sigue tomada por la oposición, desde donde cometen toda clase de violaciones a los derechos que nos consagra la Constitución. Jefes que a voz populi declaran su animadversión en contra del Gobierno y reprimen, sin reparo, a todo aquel que es afecto a la línea política de la Revolución bolivariana, los despiden, los marginan, muy a pesar de los niveles de preparación que puedan tener estos compañeros. Sabotean la gestión pública, no comulgan con los programas macro que emanan del alto Gobierno y hacen fracasar los buenos proyectos que el Ejecutivo pretende implantar para contribuir al desarrollo del país.

La administración pública sigue dosificada de perversidad implacable, los sindicatos, al servicio de sus propios intereses, de ahí que las Misiones han sido la salida perfecta para impulsar al Estado venezolano. Nadie, pero nadie, quiere impulsar la reingeniería de la administración pública, adecentando y sincerando su funcionamiento. La impunidad es la reina en la estructura administrativa perversa que “blindaron” en la Cuarta república. En ocasiones he escuchado y sentido a muchos compañeros que se quejan de los maltratos que reciben en sus puestos de trabajo, estos compañeros, revolucionarios en algunos casos, juegan al papel de opositores. Triste reflexión.

¿Hasta cuándo seguiremos llevando carajazos? Es increíble la disposición que tienen los opositores a la Revolución bolivariana de reventarnos hasta vernos sangrar y nosotros como pendejos, seguimos jugando el juego democrático que ellos mismos nos han impuesto. Nuestra vida revolucionaria la centramos en defendernos de los ataques, en complacerlos en todas sus malacrianzas, enfrascarnos en que entiendan que la Revolución es democrática, mientras ellos desatan su furia fascista y antidemocrática. Somos testigos de planes de saboteo, desestabilización, guarimbas, de guerras sucias y todavía no hay un solo detenido, es más, protegemos a una desarmada clase de estudiantes burgueses para que jodan tranquilamente, todo en nombre de la democracia, mientras que en la Cuarta república la democracia que defienden estos degenerados, nos masacraban tan pronto salíamos de nuestras instituciones educativas a marchar o protestar por la falta de dotación de nuestros laboratorios. La vaina es irónica.

Hoy la oposición es quien nos chantajea, y como rebaño de estúpidos, cedemos y cedemos a sus malacrianzas, la impunidad es la mejor arma que hoy manejan estos degenerados de la oposición. Han entendido que muchos que gobiernan son pusilánimes antes las vandálicas acciones que genera la oposición.

Estoy convencido de que si no tomamos acciones contundentes ante esta oposición irracional, podemos perder más espacios, creo que llegó la hora de actuar como el Alcalde Mayor, como el gobernador de Miranda, como el gobernador del Táchira, y deslastrarnos de todo aquello que represente oposición, como ellos han hecho con todo lo que representa Revolución. Debemos dejar de ser los pendejos tolerantes, no podemos seguir poniendo la otra mejilla para que nos golpeen.

Es hora de reaccionar de una vez y por todas, desenmascarar y desterrar a todos aquellos que desde adentro siguen atentando en contra de la Revolución bolivariana, replegar por la fuerza todo intento por desestabilizar al país, encarcelar a todo aquel que atente en contra de la institucionalidad democrática de nuestro proyecto político. Hay que mirar muy de cerca el carácter fascista que hoy se vive en los espacios que ellos detentan y entender que esto sólo podría ser el preámbulo de una guerra civil. No podemos perder la consulta de la enmienda, de perderse, la destrucción será inevitable. Es hora de frenar a los difíciles y someterlos por la fuerza como pretendió hacerlo con la Revolución el ex Fiscal de la República, Ramón Escobar Salom.

Si queremos construir una sociedad más humana, justa, donde prevalezca la justicia social, debemos exterminar todo rastro de fascismo, de lo contrario, estamos condenados al fracaso.

¡Basta de chantaje, y de impunidad!

NO HAY NADA MÁS EXCLUYENTE QUE SER POBRE.

Patria, Socialismo o Muerte…

Venceremos


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Ricardo Abud

Estudios de Pre, Post-Grado. URSS. Ing. Agrónomo, Universidad Patricio Lumumba, Moscú. Estudios en Union County College, NJ, USA.

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