Consecuencias en España de la victoria en Ayacucho

De Pradt, envió al Libertador, por intermedio don Leandro Palacios un artículo que él le había enviado al Courier Fracais, en el mismo dice:

“La batalla de Ayacucho ha sido para España, y la América, lo que fueron para César y Octavio las de Farsalia y Accio contra Pompeyo y Marco Aurelio; es uno de aquellos combates definitivos que destruyeron un poder y consolidan otro.”

Al ser derrotado el último bastión de españoles en América, España fue el primer afectado cuyos gobiernos liberales que ocuparon la Península se confiaron ingenuamente en que las provincias americanas se integrarían a la madre patria, ahora que éstas se hallaban regidas por leyes “justas y benéficas.” Se equivocaron de medio a medio, y descuidando el problema, dejaron la emancipación prácticamente consumada. Cuando Fernando VII recuperó la plena soberanía, pensó aún recuperar lo irrecuperable; pero las efímeras victorias de 1824 se estrellaron a finales de aquel año en el encuentro definitivo de Ayacucho.

Con la victoria de los patriotas en Ayacucho se consolidó la Independencia de América, excepto en Cuba y Puerto Rico, ([1]), y en el Extremo Oriente, las Filipinas – deshizo el secular Imperio rompió una estructura económica que se basaba fundamentalmente en el comercio con la Indias, supuso un corte en la fuente de acuñaciones metálicas, y al dejar a los españoles prácticamente sin nada que defender fuera de sus fronteras, les dejó sin la política exterior. España quedó en una potencia de tercer orden.[2]

Durante el Congreso de Panamá el Gobierno de Colombia propuso lo siguiente:

“Adoptar medidas respecto a la islas de Cuba y Puerto Rico, y en caso que resolviesen emanciparlas resolver sobre su destino futuro: Si deberían agregarse a algunas de las nuevas Repúblicas o dejar que se constituyan independientes. Y en uno u otro caso determinar a cargo de quién estarían los gastos de campaña”.

“Resolver sí las mimas medidas deberían adoptarse respecto a las otras colonias de España –las Islas Canarias y las Filipinas--y celebrar Tratados de comercio y navegación entre los aliados”. [3]

“España retardó por varios años el reconocimiento de la Independencia de las que fueron sus colonias de América. Esa política intransigente, cuando y tantas Naciones habían reconocido esa independencia y los tan pocos acertados ulteriores planes de reconquista fueron grandemente perjudiciales para a España tanto desde el punto de las relaciones políticas como las comerciales con los países del Nuevo Mundo que ella había descubierto, civilizado y poblado, que eran herederos de su raza, de sus grandes tradiciones, de su religión, de su lengua y que pesar de la separación de las convulsiones de una guerra—que tuvo hasta cierto punto los caracteres de una guerra civil—continuaban a sentirse ligados a la antigua Metrópoli por sentimiento profundos de afecto y de gratitud”.

“No fue sino el 3 de diciembre de 1936 cuando las Cortes españolas autorizaron a la Regencia “para negociar Tratados de Paz y Amistad con los nuevos Estados de la América española, sobre la base del reconocimiento de su independencia y de la renuncia de los derechos territoriales o soberanos de España, siempre que el honor y los intereses nacionales no sean afectados”.

“Los esfuerzos que durante el reinado de Fernando VII intentaron algunos previsores hombres de Estado de España para acelerar el reconocimiento, habían quedado sin efecto. Las negociaciones de los proyectados Tratados de Paz fueron además largas y difíciles por la perturbación política tanto en España como los países americanos de su raza. La primera República reconocida como independiente fue México; después siguieron Ecuador (1840), Chile (1844), Venezuela (1845), Bolivia (1847), Nicaragua (1850), Argentina (1858), Costa Rica (1859), Paraguay (1860), Guatemala (1863), Salvador (1865), Perú (1865), Colombia (1881), Uruguay (1882) y Honduras (1894). [4]

RELACIONES DE COLOMBIA (GRAN COLOMBIA) CON INGLATERRA


Después de constituida la República fue el primer acto de Bolívar de el enviar a Europa un Agente Diplomático que representara a Colombia, y cuyas dos principales misiones eran obtener el reconocimiento por parte de lo Gobiernos extranjeros de la Nación independiente, y el contratar un empréstito que nos rebasase de dos millones y no excediera de cinco millones de libras esterlinas, con el objeto de cubrir la deuda de la República y fomentar su agricultura y desarrollo económico del país.

M. Sánchez-Barba en su libro Historia de América escribe:

”Inglaterra penetrará definitivamente con fuerza en la era industrial, financiera y empresarial después de la batalla de Ayacucho. El Ministro británico Canning cuando le llegaron las noticias del final de la resistencia española en Ayacucho: Hispanoamérica ha dejado de ser española, ¡pronto será inglesa! Y así fue, en efecto la dominación, unas veces directas y casi siempre indirecta, establecida por la Gran Bretaña en el gigantesco ámbito iberoamericano y en los Estados Unidos, configuró uno de los más intensos y férreos modelos de colonización de la economía de América que se conocen en la historia. Los efectos de esta preeminencia fueron muy diferentes en los Estados Unidos que en Ibero América, pero, en todo caso, tales efectos fueron históricamente muy visibles. No pasó ni un siglo para que las compañías inglesas que prestan servicios: teléfonos, tranvías, ferrocarriles, telégrafos, luz y agua se apoderaron de esos negocios y las compañías petroleras hicieron otro tanto y no fue sino bien entrado el siglo XX que las mismas pasaron a manos de los gobiernos nacionales para volver a caer, en muchos países, con las privatizaciones a manos de consorcios extranjeros que de nuevo explotan con sus tarifas de servicio a los pueblos que se independizaron de los españoles en el siglo XIX.

Guillermo A. Sherwell, Secretario de la Sección de los Estados Unidos de la alta Comisión Interamericana, en ocasión al Sesquicentenario del nacimiento del Gran Mariscal de Ayacucho, dijo lo siguiente:

“Cuando el Libertador Simón Bolívar afirmó que la Batalla de Ayacucho era la cumbre de la gloria americana también dijo:

Ayacucho fue, en el más estrecho concepto, la última batalla dada por la fuerza independentista contra los ejércitos españoles. Esta acción dio remate a la obra de la independencia del Perú. En un sentido más amplio. Ayacucho afirmó la independencia de dos grandes unidades nacionales: Colombia y Perú....”

Volviendo al discurso de Sherwell, él nos indica:

“Pero todavía Ayacucho tiene un significado más comprensivo: Es el último capítulo de las guerras de independencia en América y la consagración definitiva del principio de que América pertenece a sus hijos y a sus hijos solamente toca determinar cuales han de ser sus destinos.

América, al obtener su independencia, se consagraba al servicio de principios que en Europa eran desconocidos: La libertad la igualdad entre los hombres, el derecho que cada uno tiene a buscar su felicidad, el respeto a la personalidad humana, el gobierno como resultante de la voluntad de los gobernados.

Los Estados Unidos sabían muy bien que la independencia de la América le era indispensable para hacer ver a Europa que América cesaba de ser tierra de colonización”.

Vayamos ahora a los beneficios que le dejó a la humanidad la Capitulación de Ayacucho y copiemos textualmente lo que expuso el doctor Laureano Villanueva en su obra Vida de Antonio José de Sucre, Gran Mariscal de Ayacucho:

“Ningún historiador europeo habla de la capitulación de Ayacucho, cuando estudiándola a la luz de la filosofía, encuéntrase en ella el punto de partida para mejores rumbos en la vida militar de las naciones; pues Sucre crea en Ayacucho un nuevo derecho natural de los pueblos, un nuevo derechos de guerra, una nueva civilización con otras leyes para concluir y humanizar los sangrientos conflictos internacionales o intestinos. Ni en las guerras de los antiguos, ni en las modernas de la Revolución francesa y del imperio napoleónico, ni en las últimas de Europa y América, jamás se vio un vencedor señalara, como el héroe de Ayacucho, mejores vías más seguras y más fáciles para llegar al fin que se proponen las guerras, ni procedimientos más humanitarios y más con cónsonos con un política de confraternidad y atrayente”,

Volviendo al artículo que De Pradt envió al Libertador, previamente publicado en Courier Francais, al hacer una análisis de la América libre, dijo:

“La América libre e independiente haciendo sus negocios ella misma, trabajando con espíritu de propiedad, con toda libertad, con tanto deseo de adelantar y utilizando como medios la que España había empleado para retenerla, la América, digo, creará prodigios....Allí se comenzará una inmensa revolución comercial favorable a la tres partes del mundo, ya a los nuevos continentes del mar del Sur. Este resultado excede cuanto pude figurarse la imaginación del hombre.¿Y quién habrá producido estos bienes inmensos? La emancipación de América, es decir su civilización. ¿Y habrá quién quiera oponerse a la revolución a su civilización.”


gilrsalame@yahoo.com



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Gil Ricardo Salamé Ruiz

Economista, con Post Grados en Industralización y Ecología. Historiador.

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