La crisis política nacional

Fabricio Ojeda y Chávez en tiempos de revolución en Venezuela

Un gobierno para ser democrático y legítimo toma el poder por la vía electoral y obtiene su triunfo gracias a la mayoría del pueblo que vota por él y que le asigna la labor de servir al pueblo, mediante un programa de trabajo. Es por ello que debe gobernar con y para todo el pueblo sin discriminación de los sectores y lograr, con las acciones donde se consolida un pensar, la armonía en la economía, el ambiente, el urbanismo, la infraestructura civil y pública, la seguridad, la educación, los medios de comunicación, la cultura, la salud o el deporte. Una armonía necesaria para garantizar la felicidad social.

Un gobierno, si es democrático favorece con su política a todos los sectores. Un gobierno si es democrático, cuenta con su presidente al frente, que trabaje al interior del país sin perder detalle, haciendo seguimiento a la concreción de las obras que responden a la política nacional. Si el pueblo recibe con hechos la política efectiva, el pueblo otorga y da el apoyo para su presidente. Es un gobierno, con un presidente al frente amigo, que incorpora y se identifica con todos los sectores y enfrenta todo acto que atente contra el pueblo: explotación, corrupción o abuso de poder.

Una gran mayoría del pueblo de Venezuela, en particular los mas necesitados y negados social, cultural y económicamente, que cuenta con la solidaridad de técnicos, profesionales y universitarios sensibles socialmente y no desconocedores de una realidad política, económica, social y cultural, se identifica, ama y siente al presidente Hugo Chávez. Presidente que de nuevo obtuvo su triunfo por vía electoral en el 2006.

Es un especial sentimiento de amor e identificación con el presidente Chávez y a la vez contradictorio que aun esta presente. Es contradictorio por cuanto existe a pesar de la destacada falta de correspondencia gubernamental a nivel de la mayoría de los gobiernos estadales (gobernación ) y local (alcaldías), las fallas de las instituciones públicas-nacionales en su efectividad, en los programas de gobiernos, llámense Ministerios, institutos u organismos, entre ellos Defensoría del Pueblo, la Contraloría (nacional, estadal o municipal) etc y los pequeños círculos viciosos y cerrados de infiltrados del partido PSUV que pretenden controlar y negar el proceso de transformación que vive Venezuela.

A pesar de las contradicciones, la burocracia e instituciones corruptas y caducas, estructuras que responde a la superestructura de la sociedad consumista del pasado, que urgentemente deben ser superadas, el presidente no se detiene en su labor, trabaja intensamente y el pueblo necesitado lo sabe. La decadencia institucional, que atenta desde el interior del gobierno contra la patria y el proyecto socialista deben ser urgentemente superada, pues el presidente necesitas de ellas para concretar en toda la nación el proyecto político Simón Bolívar con una mayor velocidad. Necesarios son los hechos, la práctica de una teoría, de una esperanza política por cuanto el pueblo tiene su límite y no le basta el nutrirse de palabras, de discursos, de ideas de socialismo. Unas ideas similares al paraíso cristiano que se otorga a los no pecadores, a los obedientes que aceptan pasivamente la negación de su ser ente humano histórico aquí en la tierra venezolana, en el mundo, en la vida donde a diario se tienen vivencias y experiencias

El pueblo requiere de las vivencias, de las experiencias políticas transformadoras con hechos concretos, que se deben traducir urgentemente en pleno empleo, en la nueva economía de las empresas sociales en todas las parroquias de los municipios, en la plena política de vivienda, urbanismo, ambiente, alimentación, salud, cultura, educación, comunicación, turismo o recreación para todos. Una política plena para hacer realidad el Estado de Acción y superar el Estado de Opinión, (abstracción e idealismo platónico de socialismo) en función de ganarle la batalla a la delincuencia, al narcotráfico, al contrabando, al alcoholismo, la prostitución, la economía explotadora, la cultura consumista-violenta y la miseria humana, derivada de la sociedad capitalista que crece a una velocidad alarmante en el país y que se lamenta y produce un gran dolor.

El presidente Chávez es el amigo del pueblo, por cuanto en él se reconoce la buena política, la auténtica política propia del Camino político Tradicional alternativo, CPTA que retoma su sentido por el que lucharon en la guerrilla Venezolana, para los años de 1960, hombres como Fabricio Ojeda. Es destacable la capacidad del presidente Chávez de planificación, dedicación, formación intelectual, creación y dominio pedagógico para pensar en el pueblo y orientar los domingos con Alo Presidente en la “Cátedra Pedagógica de Política Nacional”.

El amor y la identificación con el presidente, por parte del pueblo ausente y negado durante 4 décadas, es la prueba, a pesar de las contradicciones con las instituciones del estado, de que si existe Democracia en Venezuela que responde a una política verdadera, comprometida con la no discriminación que busca también la inclusión de los contrarios y cerrados que se niegan a la apertura y los cambios. Urgente es desconstruir las instituciones de estado, derrumbar sus estructuras para transformarlas y que cuente con profesionales auténticos y verdaderos que entren por concursos a una construcción colectiva política con el presidente. Es imposible que el presidente Chávez pueda lograr los cambios solo en todo el país.

El presidente, por cuanto no ha traicionado al pueblo, cuenta con el apoyo de hombres y mujeres patriotas que sueñan con una patria bolivariana independiente, productiva y liberada, mediante la educación y el trabajo liberador, tanto económicamente como culturalmente. Cuenta con los hijos e hijas de Bolívar que se niegan a ser parte de la cadena de la opresión mediante el neoliberalismo y la globalización, que juegan a la ignorancia del pueblo y que pregonan los poderosos del mundo a pesar de su manipulada crisis económica actual que se vive en el planeta.

Con el presidente Chávez todos somos presidentes y al pueblo también se le abre la posibilidad de asumir su autogobierno, con el poder popular a través de los Consejos Comunales, como una salida frente a la ineficiencia de las instituciones convencionales del Estado. El Poder Popular avanza a pesar de los infiltrados, manipuladores y corruptos que operan desde el interior del gobierno en las distintas instituciones nacionales, estadales y locales para desviarlo y ejercer líneas de control partidista, que se identifica con un comportamiento anti ético del llamado Camino Político Convencional CPC del bipartidismo de AD y COPEI.

Hoy en el 2008 la lucha política se acentúa y toma nuevos vías para avanzar en el devenir histórico de la República Bolivariana de Venezuela. Es una lucha que viene desde la década de los 60 y que no es posible olvidar por cuanto numerosas vidas humanas se perdieron y muchos sufrimientos y torturas se vivieron. Necesario es comprender el pasado y confrontarlo con la problemática del presente para intervenir e interpretar en función de aplicar, de crear y consolidar en el horizonte el devenir histórico que nos corresponde, para no repetir los errores.


La guerrilla de 1960, que tenia al frente al comandante Fabricio Ojeda, identificada con el Camino Político Tradicional Alternativo CPTA, buscaba combatir la política represiva perpetrada por el presidente Rómulo Betancourt RB del partido Acción Democrática AD propio del Camino Político Convencional CPC. Las manifestaciones de sectores contrarios, que se enfrentaban por la traición a la patria, a la democracia, eran desafiadas con la violencia, eran reprimidas sin derecho al dialogo. RB como presidente y gobierno “democrático”, negaba la libertad política, por la que había luchado el pueblo contra el gobierno de Marcos Pérez Jiménez MPJ. Ahora el presidente RB representante del Pacto de Punto Fijo PPF, se enfrentaba a todos los sectores que hacían vida en el país, reprimía al pueblo y pasó a ser el protagonista de la negación de la democracia en Venezuela, como Fabricio Ojeda lo señala:


“Aquí no hay democracia porque el gobierno no representa ya el pueblo. No hay democracia porque todos los sectores progresistas de la nación, tanto civiles como militares, han retirado su apoyo, su respaldo, a la arbitrariedad ejecutivista. No puede haber democracia porque este es un gobierno enemigo del progreso, un régimen enemigo de todos aquellos que aspiran a una patria independiente, a una gestión nacionalista y patriótica”1.

La política del gobierno de RB fue autoritaria y déspota. Se escudó en las Fuerzas Armadas Nacionales, FAN parcializadas apatridas para someter al CPTA. El gobierno de RB fue enfrentado, por no haber cumplido el mandato del pueblo, por haberse burlado de éste durante la campaña electoral y por la frustración de haberse perdido el voto.
RB fue enfrentado por cuanto no cumplió con el compromiso político, con el acuerdo del programa planteado para el pueblo, por el cual éste votó en las elecciones de diciembre de 1958, como lo señala Ojeda seguidamente:

”La mayoría de los sufragantes lo hizo por el señor Rómulo Betancourt que se había comprometió a cumplir el programa mínimo del pacto tripartito, cuyo fundamento era el principio de las libertades conquistadas por el pueblo en las heroicas jornadas de enero (…) Es decir el pueblo no votó en su mayoría por Betancourt, lo hizo por un programa, el programa que suscribieron los principales personeros de Acción Democrática, Unión Republicana Democrática y el partido Socialcristiano COPEI. Así, la acción del gobierno surgido de las elecciones, tenían un mandato del pueblo que cumplir y el cual no era otro que el presentado a su consideración durante la campaña electoral que en acto público fue firmado como compromiso irrenunciable para cualquiera de los candidatos que ganara la contienda”2.

Desde la perspectiva política de los movimientos del CPTA, contrarios de RB, el gobierno se calificó de ilegitimo y representaba la traición nacional, la burla al soberano que era el pueblo. Se reconocía el origen legítimo del gobierno por elecciones populares, pero el mismo se consideraba perdido por no cumplir con los contenidos del gobierno y sus acciones. A la vez que perdió su legitimidad, asumió un comportamiento y procedimientos antidemocráticos para mantenerse en el poder, sembrando violencia y rechazo en el pueblo, como lo refiere Fabricio Ojeda a continuación:


(…) por el incumplimiento del mandato que el pueblo le otorgó en las elecciones de diciembre, por no llevar a la práctica el programa que el pueblo ordenó realizar, que este gobierno, legítimo en su origen, ha perdido su legitimidad, para convertirse en un gobierno de usurpación, en un régimen de traición nacional. (…) Un gobierno como este, que no ha cumplido sus compromisos electorales con el pueblo, esta constreñido, obligado por su misma naturaleza, a sustituir la constitución por la violencia y la arbitrariedad, a mantener indefinidamente un estado de excepción, la única manera de conservar el poder”3.

Aquellos días, de la llamada democracia, eran tan semejantes a la realidad vivida durante el gobierno de MPJ, calificado de dictadura, donde la zozobra reinaba por donde quiera. La violencia política iba dejando como resultado numerosas pérdidas de vidas ocasionadas por los cuerpos represivos a la orden del denominado gobierno democrático de RB. Personalidades de distintos sectores eran señaladas, perseguidas y acusadas en nombre de la democracia. Se imponía la represión y el terror o siembra del miedo mediante las amenazas, como mecanismo para defender la llamada democracia, como se detalla el guerrillero Ojeda a continuación:


“Por ello se persigue a los obreros, a los estudiantes, a los campesinos, a los profesionales, a los oficiales progresistas, que hoy pueblan las cárceles del país o se han visto obligados a tomar el monte para defender su libertad. En Venezuela no hay democracia, porque Betancourt se ha convertido en el principal culpable de la crisis que sacude al país y que en su desesperación, en su soberbia histérica, no encuentra otro camino que la represión brutal y la amenaza constante. (…) Se mata en nombre de la constitucionalidad y la democracia; se tortura también en su nombre. En nombre de la democracia y de “nacionalismo bien entendido” se remachan más las cadenas de la dependencia imperialista, se roba, se oprime y se esclaviza”4.


Paralelo a la violencia y a la agresión contra los seres humanos, políticos destacados y personalidades vinculadas a distintos sectores, se bloqueó la libertad de expresión de algunos medios de comunicación, como en efecto se cita:


(…) No han sido mantenidas las libertades conquistadas por el pueblo el 23 de enero, antes por el contrario se ha vuelto a los días más angustiosos de la represión y la barbarie. Las cárceles llenas de secuestrados políticos, las torturas físicas comprobadas por el poder Legislativo, los centenares de muertos por la violencia de los cuerpos represivos, las agresiones contra la prensa independiente son evidente testimonio de ello5.

La bandera de lucha del CPTA, orientó su querella contra el gobierno de RB, con el propósito de consolidar los derechos democráticos del pueblo. Para lograr este propósito era necesario conquistar el poder político y ponerlo en manos del pueblo para ejercer su propio gobierno.
Conquistar el poder político implicaba la lucha armada y asumir el camino revolucionario verdadero, que era el CPTA. Los cambios debieron ser a profundidad desde una mirada integral en dimensiones totales, incluyendo a todos los sectores. Para ello era necesario superar las reformas, la superficialidad y las parcialidades en función del progreso colectivo, para beneficiar a todo el pueblo sin discriminación, para construir una nueva sociedad con nuevas estructuras, donde quedaran aniquilados los vicios del pasado, como los partidos políticos, los lineamientos y negocios antipolíticos, maquinarias electorales, proselitismo, clientelismo, entre otros y así lo expone Ojeda:


“Venezuela –lo sabemos y lo sentimos todos-, necesita un cambio a fondo(…) Necesitamos un cambio a fondo para liberar al trabajador de la miseria, la ignorancia y la explotación; para poner la enseñanza, la técnica y la ciencia al alcance del pueblo; para que el obrero tenga trabajo permanente y sus hijos amparo y protección. Venezuela en fin necesita un cambio profundo para que los derechos democráticos del pueblo no sean letra muerta en el texto de las leyes; para que la libertad exista y la justicia impere; para que el derecho a la educación, al trabajo, a la salud y el bienestar sean verdaderos derechos para las mayorías populares y no privilegios de escasas minorías. Pero nada de esto podría lograrse en un país sub-desarrollado y dependiente como el nuestro sino a través de la acción revolucionaria que concluya con la conquista del poder político por parte del pueblo. (…) Esta situación precisa una transformación estructural que cambie el sistema formalista de la democracia por la efectiva realización de la misma: es decir, que arrase con todo lo podrido, con todo lo injusto, con todo lo indigno de nuestra sociedad y en su lugar erija una nueva vida de justicia y libertades”6.


(1-6)FABRICIO OJEDA Dignidad y Firmeza Revolucionaria. Colección Historia. (2007). Ediciones COFAE. Caracas Venezuela. N° 3 p. 25.


bettyoso@hotmail.com


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Betty Osorio y José Valero

Profesora de la Universidad de Los Andes, Mérida y titiritera

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