El tránsito hacia la construcción del nuevo Estado aún no ha comenzado del todo

Riña con la Racionalidad en la V República

Nota de Aporrea: Visite el sitio web de Guayú De Falkón en http://members.fortunecity.es/guayu/
La "estrategia" política adoptada en la conducción del proceso de cambios de la V República no es fácil comprender. El tránsito hacia la construcción del nuevo Estado aún no ha comenzado del todo. Apenas se asoman cambios en el horizonte del paquidermo aparato del Estado, el conjunto de la burocracia estatal puntofijista y bolivariana, se resiste. En la realidad, luego de la promulgación de la Constitución y del conjunto de leyes que conforman el nuevo cuerpo legal de la Nación, no se aprecia un efecto sustantivo en la transformación estructural del aparato del Estado. El conjunto de los avances realizados se deben a un esfuerzo supremo de los conductores principales del proceso en marcha, el ejecutivo nacional, el pueblo chavista militante, la creación de cientos de organismos y mini equipos de todo tipo paralelos a la burocracia que, compiten desventajosamente con órganos y entes del Estado en la realización de las tareas que a éste le competen, más el apoyo de una institución del Estado que cuenta con una potencia acumulada que ha sido la base de grandes tareas de la revolución ya realizadas; esta última, una institución que nunca había estado considerada en planificación alguna como ente de ejecución de tareas para el desarrollo nacional, por tener como el principal propósito de sus funciones la defensa de la Nación: la FAN. Pero el conjunto de los órganos, entes y demás instituciones del Estado poco o casi nada han aportado a los avances y logros alcanzados en cinco años.

Las leyes no hacen revolución, sólo reglamentan las revoluciones o las contrarevoluciones, comenta el cubano Fernando Martínez Heredia en "Corrimiento hacia el rojo", una obra crítica del proceso revolucionario cubano. Este nos recuerda que en la Revolución Cubana, una de las primeras medidas del gobierno revolucionario fue dictar una Ley de reforma agraria; pero hubo que violarla para que su espíritu se hiciera realidad. De acuerdo con éste intelectual cubano, la reforma agraria cubana se realizó en contra de la Ley que el gobierno revolucionario dictó para llevarla a cabo, y a pesar de ella.

El proceso revolucionario cubano muy temprano adoptó como premisa los paradigmas del socialismo real, los cuales consideraban la redistribución de la propiedad privada de los medios de producción y la eliminación del sistema capitalista (paradigmas que no existen en el proceso de cambios venezolano), medidas que contaron con el apoyo de la mayoría del pueblo cubano. Además de todo lo anterior, en Cuba la toma del poder se realizó mediante la insurrección armada, y con todo eso, los campesinos, el pueblo y los revolucionarios tuvieron que violar la Ley de reforma agraria para poder realizarla.

La experiencia cubana nos proporciona una idea del por qué en Venezuela, luego de 2 años de la promulgación de las 48 leyes de la Ley Habilitante, no sólo se ha avanzado poco en el terreno de la redistribución de la tierra mal habida y ociosa en manos de los latifundistas, sino que la oligarquía agraria ha asesinado a más de 75 dirigentes campesinos y llevado a la Ley de Tierras por los caminos tortuosos de la burocracia jurídica, donde el puntofijismo y la oligarquía tienen el control de un Poder Judicial que pone a diario trabas intentando dar marcha atrás a la Ley de Tierras.

Ante hechos como los antes señalados, cabe interrogarnos sobre el rumbo por donde nos lleva el liderazgo. El proceso bolivariano se planteó en su marco constitucional, transformar el Estado de Derecho de Democracia Representativa existente, en un Estado de Derecho y de Justicia de Democracia Participativa y Protagónica. Aunque el poder político bolivariano fue conquistado mediante 7 procesos electorales, su valoración como rector del Estado no es respetado por los sectores sociales de clase media alta empresarial ni por la oligarquía económica. A la hora de hacer valer ante estos últimos el derecho conquistado democráticamente en las urnas, el liderazgo bolivariano choca con la realidad y pierde el control de la gobernabilidad política a menudo.

Nos asoma la duda si las dificultades que atraviesa la conducción del proceso de cambios estructurales derivan de una acción intencional, inmersa en una propuesta que, intenta realizar una revolución política y social a través del convencimiento y no mediante el vencimiento del contrario, un camino diametralmente opuesto al seguido por todas las anteriores revoluciones conocidas. Ahora bien, si los sucesos que vivimos corresponden a la reacción a una acción consciente, intencional, y no es la imagen de la resistencia de la vieja clase política clientelar, que se niega a perder el control del Estado porque el poder bolivariano aún no la ha podido vencer, cabe la pregunta, para conocer, si el liderazgo ha considerado en su estrategia convocar a una consulta para decidir si continuamos por ese camino. Continuar por él es tomar una decisión de grandes dimensiones. La Constitución institucionalizó el referendo aprobatorio para la toma de decisiones que tengan consecuencias sobre la población. Estamos frente a una de esas situaciones donde se tiene que convocar a quienes serán afectados por las decisiones para decidir: a quienes apoyan el proceso de cambios. El qué hacer ante esto, presenta una oportunidad para que sea una decisión -y a la vez una muestra- de la acción de la Democracia Participativa y Protagónica.

Si los hechos y sucesos que vivimos y padecemos se corresponden con una reacción a una acción intencional, como se deja colar mediante varios discursos intelectuales, los delicados hechos generados por tal acción nos indican que, el liderazgo bolivariano está moralmente obligado a activar la participación protagónica del pueblo para decidir las próximas máximas estratégicas.

El pueblo venezolano, el chavismo militante y quienes apoyamos el proceso de transformaciones profundas, tenemos que participar en la toma de decisiones políticas y no tan sólo en la ejecución de las decisiones que ya ha tomado el liderazgo, como ha sido hasta ahora. Los mecanismos para participar en la toma de decisiones políticas tienen que crearse con urgencia, con carácter participativo, donde se practique una horizontalidad racional, con conciencia de la necesidad de jerarquías de dirección y autoridad. Una horizontalidad racional no anárquica se puede poner en práctica sin poner en riesgo la necesaria autoridad jerárquica. Insistimos en lo imperativo de practicar la corresponsabilidad en la toma de decisiones de la conducción política, y a la vez, en lo negativo que resulta convocar la corresponsabilidad sólo para que el pueblo y los revolucionarios asuman los problemas que el Estado no puede o no quiere resolver. Si se asume este paso propuesto, el liderazgo nos pondría en el rumbo hacia la Democracia Participativa y Protagónica real.

Se correspondería esa decisión con las que el liderazgo del proceso de cambios bolivariano requiere tomar para materializar todas sus premisas.

El discurso que argumenta encontrarnos en medio de un proceso de transición para justificar errores, incapacidad, debilidad, ignorancia, mal intención, dogmatismo y la praxis de una asimilación cultural neoliberal, es perverso. El Comandante Chávez a veces pone al Ché Guevara como ejemplo de lucha y valor revolucionario. Habría que añadir a ello lo que el mismo Martínez Heredia, antes mencionado, reflexiona sobre el Ché cuando nos comenta -guardando las distancias, procesos, sucesos, hechos y circunstancias donde éste participó- que Ernesto Ché Guevara, en Cuba, insistía mucho que los revolucionarios debían practicar e impulsar los principios e ideales comunistas desde el comienzo de la revolución, argumentando que había que hacerlo (citamos de memoria) "aunque nos pasemos doscientos años construyendo el socialismo".

Para el Ché el tránsito no era una excusa para resistirse a cambiar la sociedad. Impulsar este principio defendido por el Ché adaptado a la construcción de la Democracia Participativa, serviría para medir cuántos líderes bolivarianos estarían dispuestos a practicar en su vida diaria este principio ético. Sería un buen purgante para la V columna enclavada en las filas bolivarianas.

Nos hemos enfrentado a un golpe fascista, un paro empresarial sedicioso, una acción terrorista de parte de la burocracia estatal, una conspiración pasiva permanente de las instituciones universitarias y una conspiración activa permanente de los colegios profesionales; y hoy enfrentamos en nueva conspiración interna fascista con apoyo internacional múltiple.

Contrariamente a lo que expresa una consigna hoy en boga, más romántica que política, argumentamos que esta vez el fascismo no vendrá como lo hizo el 11 de Abril del 2002; por lo tanto, no es previsible conocer cómo responderá el pueblo llegado el momento. El rumbo que tome el conflicto político en una nueva confrontación no es previsible mediante una bola de cristal, ni tampoco será guiado por los deseos.

Lo expuesto arriba nos indica que a diversos sectores políticos y económicos habrá que vencerlos con la movilización popular revolucionaria de las masas y por la fuerza. El abuso -o la ignorancia- de intentar convencer a quienes solamente esperan una oportunidad para asesinarte, no sólo es una locura, sino que choca con el más elemental ejercicio de racionalidad. Si no se convence o se vence rápido a quienes aún controlan gran parte de la vida económica y social de la nación, mediante el uso de la fuerza legal que otorga el ejercicio del gobierno para el control y funcionamiento del Estado, corremos el riesgo que el próximo intento de derrocamiento del gobierno, de seguir el camino del convencimiento actual, arruine para siempre la posibilidad de salir de la miseria y la escasez perpetua en que vive aún el 80% de los venezolanos.

Derrotar a la contrarrevolución luego de otro intento de golpe, paro o escalada terrorista como en abril y diciembre de 2002, puede acarrearnos muchas más dificultades y penurias que, si con la fuerza legal del poder del Estado, se desaloja a la oligarquía y la burocracia puntofijista de los poderes y los bienes públicos que manipulan y detentan. El gobierno nacional tiene que dejar de amenazar y pasar a actuar. Hace tiempo que llegó la hora de hacer sentir el poder que el gobierno bolivariano tiene derecho a ejercer. El liderazgo no puede maniatarse por el chantaje del discurso de los derechos humanos, los cuales el gobierno ha respetado más que ningún otro gobierno de democracia liberal del continente y del mundo; aún, en las más extremas situaciones.

De acuerdo al presidente Chávez, y también lo pensamos así, las nuevas reglas del juego nacional están en la Constitución de 1999. Pero de acuerdo con lo que el propio comandante Chávez ha enseñado a la población, la Constitución encierra un mandato legal; eso, traducido en lenguaje coloquial representa una obligación, una exigencia. Es el máximo mandato legal a cumplir en la nación venezolana, por todas sus instituciones y toda la población.

En este punto nos diferenciamos del máximo Comandante de la Revolución Bolivariana. Creemos que un mandato es para cumplirlo. La Constitución de 1999 contiene unas exigencias que no admiten la discusión si hacerlo no hacerlo; lo único que admite es la discusión para acordar cómo, y quizás cuándo hacerlo; pero qué hacer, dónde hacerlo y con quiénes, está definido:

Construir un Estado de Derecho y de Justicia de una Democracia Participativa y Protagónica, instalar la V República en el territorio de la República Bolivariana de Venezuela mirando hacia integración de los pueblos de los territorios de Latinoamérica, con los venezolanos, los latinoamericanos y todos los demás hombres y mujeres que escogieron para vivir nuestro territorio y el de la Patria Grande. Y a la oligarquía y a la clase media alta empresarial se les ha permitido negarse a cumplir con el mandato; más aún, se les ha rogado hacerlo una y mil veces, y de igual manera, ellos, una y mil veces han respondido con sabotajes, violencia, terrorismo y muerte.

No se puede rogar ni pedir por favor a la oligarquía y a la burocracia puntofijista para que respeten y cumplan la Constitución. ¡Hay que exigírselos! El Gobierno y toda la población que apoya el proceso de cambios tienen el derecho de exigir su total cumplimiento. Si se resisten a cumplirla tiene que obligárseles con el uso del poder legal con que cuenta el Estado.

No se puede seguir rogando ni convenciendo a quienes no aspirarán nunca obedecer la Ley, ni tampoco cambiar sus actitudes en el uso de las instituciones y bienes públicos. El Gobierno de la V República le ha otorgado a la "universidad" de la 4ta república, durante cinco años, un multimillonario presupuesto de gastos que sólo en el año 2003 llegó a la suma de tres mil millardos de bolívares (Bs. 3.000.000.000.000), financiando así, con los dineros del Estado, la conspiración abierta contra la propia fundación de la V República. Lo mismo sucede con otras instituciones y organismos del Estado.

Sortear la negativa de la burocracia puntofijista, del empresariado neoliberal y de la oligarquía en aceptar las nuevas reglas constitucionales, construyendo mini gobiernos, equipos paralelos de dirección estatal, o atajos de cualquier tipo, sin quitarles el poder, las instituciones y el presupuesto de gastos al puntofijismo burocrático y a la oligarquía, es un error de grandes dimensiones. Actuar así no sólo refuerza la posición de la contrarrevolución interna y externa, sino que se deja al libre albedrío el cumplimiento de los planes estatales que adelanta el gobierno bolivariano, haciendo cuesta arriba la transformación del Estado. Hacer esto, día tras día aumenta la carga burocrática, e impulsa a un elevado costo económico y social los avances y logros del proceso de cambios.

La contrarrevolución usa el presupuesto y las instituciones del Estado para minar el proceso de cambios a su antojo, sin oposición ni control real de bolivariano alguno que lo impida en el interior del aparato público.

Actúa protegida por la sombra de una estrategia de Publicitación de las controversias y enfrentamientos que, entre el gobierno y la oposición, se generan a diario en las cúpulas del poder institucional. Su propósito es ocupar la totalidad del espacio informativo mediático con la imagen de los escándalos diarios generados de lado y lado, manipulados a discreción, y gran parte de ellos forman parte de un guión conspirativo en pleno desarrollo. Una sutil estrategia -planificada quizás por la CIA u otro organismo de inteligencia externo, o una red de ellos- no permite ver a nadie -que no se detenga y se dedique a hacerlo- el terreno minado que, en todo el Estado, está bajo el dominio del puntofijismo, la oligarquía, el fascismo y el imperio neoliberal; terrenos que para el pueblo y los bolivarianos es urgente conquistar.

Medios de comunicación Estatales o bajo control del Estado es necesario rescatar para enfrentar la guerra mediática que hasta hoy ha ganado la oposición. El comandante Chávez, aun cuando no sea parte de la enseñanza militar que recibió, tiene que empezar a considerar los medios de comunicación como los usan nuestros enemigos: nuevas armas de guerra. Así le cueste, el Máximo Comandante de la Revolución Bolivariana está obligado a ver el espacio ocupado por las ondas hertzianas como un escenario de guerra real más; y uno de gran importancia. De una importancia que ha sido despreciada del todo por el liderazgo, cuando vemos las medidas, avances, retrocesos, contramarchas y vueltas a empezar desde el comienzo, de todos los que hasta ahora se han encargado de la comunicación e información bolivariana. Aunque produzca irritación a muchos, no podemos dejar de mencionar que muchas veces, da la impresión que la comunicación e información bolivariana está dirigida en gran medida por la CIA o la oposición.

Muchas situaciones de conflictividad emocional social se desatan por la complementariedad entre la comunicación gubernamental y la del golpismo.

Los medios de comunicación no son juguetes. No se pueden poner en manos de quienes desean juguetes comunicacionales para entretenerse junto a sus más allegados; eso no es revolucionario ni responsable con la revolución. Hay que poner al frente de los medios de comunicación a quienes tienen capacidad para enfrentar los problemas y construir o buscar las soluciones; pero no a incondicionales que agachan la cabeza ante las barbaridades y la ignorancia en materia comunicacional e informativa, para conservar un sueldo, privilegios o unas comisiones. Mucho menos cuando los más grandes enemigos de la revolución bolivariana están relacionados con transnacionales del sector que cuentan con la protección del imperio neoliberal. Si aquí no hay hombres y mujeres capaces para satisfacer las necesidades comunicacionales de la revolución bolivariana, hay que buscar cómo superar la dificultad donde sea posible.

Hay que quitarle el manejo de la solución del problema a los comerciantes y comisionistas bolivarianos, porque de esa manera tampoco tendremos soluciones sino que aumentaremos los problemas.

No se puede negar a la comunicación, por ignorancia, los cien o mil millones de dólares que necesita para enfrentar la guerra mediática, y luego discursear al pueblo para que trabaje y se sacrifique para superar el boicot que se lleve a cabo contra la Nación. Sólo en el año 2002, el boicot generado por los golpistas produjo una pérdida de 30 mil millones de dólares del producto interno bruto (PIB), suma treinta veces mayor que la inversión en soluciones comunicacionales que requiere la construcción de la Patria Bonita. Es irracional esperar perder miles de millones de dólares más, para invertir en la solución del problema de la gobernabilidad, adquiriendo para la República Bolivariana de Venezuela un potente sistema de comunicación contemporánea.

Errar otra vez, para el Comandante Hugo Chávez Frías significará, lo más probable, que no contará con una segunda oportunidad como sucedió el 11 de abril. Y, a excepción que el comandante haga milagros superiores a los del Nazareno, parafraseando lo señalado hace unos meses el profesor Heinz Dieterich, lo más probable es que utilizar en estos tiempos las tácticas políticas que Jesús empleó hace más de dos mil años, cuando entre la espada, el cuchillo, las lanzas, las piedras y los palos como armas de guerra, no existía una gran diferencia entre la potencia exterminadora contenida en cada una de ellas, la diferencia existente hoy entre éstas, los cañones, aviones de guerra, armas biológicas, químicas y mísiles nucleares, hará que termine junto a sus seguidores y muchos de quienes lo apoyamos, "crucificado por los nuevos romanos".

Una manera de impedirlo, además de enfrentar en condiciones mínimas la guerra mediática es, poner a funcionar la administración pública bajo un plan general nacional coordinado, con metas, acciones, planes, evaluaciones e informes de todos los que en dicho plan participen: instituciones e individuos. De esta manera se contendría la conspiración de baja intensidad que se realiza impunemente a la vista de todos sin poder detenerla. Allí se obtendrán resultados positivos contra la V columna, sin acabar en una vulgar cacería de brujas como hasta ahora han terminado los esfuerzos aislados de transformación y toma del control del Estado. Sin un Plan Nacional general coordinado la lucha contra el puntofijismo en el aparato del Estado es una patraña o un autoengaño.

La incapacidad en convencer o ejercer el poder total del Estado, para vencer las dificultades materiales y humanas existentes en el ejercicio de la función pública, pone en riesgo, cada día más, las esperanzas de los excluidos de siempre, para que las mejoras mínimas logradas hasta ahora en salud y educación, sean ampliadas a la esfera de la alimentación, la recreación, la vivienda y el empleo.

Continuar por un sendero de sacrificios y supervivencia diaria, a pesar de lo que indica la racionalidad, la experiencia y la ciencia, puede conducirnos al camino nicaragüense en unos años más, sin ni siquiera darnos cuenta, si entramos en el laberinto que construye el empecinamiento místico voluntarioso en contra de lo que indica la racionalidad. Aunque la oligarquía, el puntofijismo y el imperio neoliberal no derroquen al gobierno en sus nuevas intentonas; y más aún, así cuando logremos victorias gloriosas en términos políticos y bélicos, lo más seguro es que obtengamos una victoria pírrica en términos económicos. Al final, la victoria heroica se traduciría en una derrota.

La pérdida de la Revolución Bolivariana puede llegar por la vía de la inviabilidad económica: la bancarrota. Y por los hechos que se desarrollan ante nuestros ojos, podemos apreciar que ese es el camino escogido por los enemigos de la democracia y de la libertad de los pueblos. ¡Sólo con la exigencia del cumplimiento del texto constitucional apoyados en la fuerza legal del Estado en manos del Gobierno Bolivariano, junto a la movilización revolucionaria de la fuerza de las masas, cerraremos el camino nicaragüense de la regresión contrarrevolucionaria que la oposición política, la oligarquía empresarial, el fascismo criollo y el imperio neoliberal nos vienen imponiendo!


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Guayú De Falkón

Sujeto social latinoamerícano en rebeldía permanente contra la injusticia y la explotación de los pueblos, promotor del conocimiento crítico subversivo, de la ciencia y tecnología liberadora y de la ética transformadora.
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