¿Lo de Pekin nos satisface? ¿No esperábamos otra cosa?

No se trata de aquello de hacer leña del árbol caído; tampoco de sumarse a la ronda opositora que quiere usar la actuación nuestra en los juegos de Pekín, como argumento para denostar del gobierno. Pero tampoco, es saludable hacer como el avestruz.

La actitud de la oposición de utilizar lo que sea, sin medir distancias ni respetar regla alguna, en beneficio de sus políticas no puede arrinconarnos ni provocarnos inhibiciones hasta volvernos eunucos. Y menos ante un asunto como el de carácter deportivo.

Ya experimentamos la hazaña que significó haber clasificado 109 atletas a esa alta competencia. Y bien valió la pena celebrarla , pues es una demostración que el país, como en muchas otras cosas, ha crecido significativamente. Esto nadie puede negarlo pese a que el empeño opositor y odio tienten. El sol no puede ocultarse con un dedo.

Pero es verdad que desde las alturas desde donde se manejó todo lo relacionado con la promoción e información de nuestra presencia en China, para la fiesta de agosto, se creo una optimista expectativa. Incluso, Eleazar Díaz Rangel, para no hablar sin sustentación, señaló que alguien habló específicamente o sugirió la posibilidad de traernos tres de oro.

Quien esto escribe, desde muy joven, tiene arraigada la agradable costumbre de leer con detenimiento las informaciones deportivas. Y, en parte, por eso y ese desbordante optimismo de nuestros dirigentes y promotores del área, expuesto a través de los medios, teníamos también la certeza que esta vez, se acabaría el predominio de mi paisano, Francisco "Morochito" Rodríguez, quien el 26 de octubre de 1968, pronto se cumplirán cuarenta años, en Méjico, derrochando coraje y clase de atleta, se colgó la única medalla dorada que hemos ganado en esos juegos planetarios.

Pero aquel optimismo de la clase dirigente del deporte, que se transmitió al alma nacional, a nuestro parecer estuvo bien fundamentado. Cuantitativamente, hablando de las matemáticas, nuestras posibilidades eran superiores a jornadas anteriores. Nunca antes, la delegación venezolana se presentó a los juegos olímpicos con una representación tan nutrida. Pero también es cierto, que la atención a nuestros atletas, en lo que va de los detalles pequeños hasta llevarlos a confrontaciones de alta competencia y con la debida frecuencia, no tiene parangón en lo sucedido en etapas anteriores.

Incluso, muchos de los deportistas venezolanos presentes en la capital China, tienen rango e historial para fundamentar la aspiración de un regreso con una premiación, si no abundante, pero si para superar todo lo anterior.

De modo que si hay razones para sentirse orgullosos de contar hoy con un numeroso plantel de atletas de alta calidad. La mejor evaluación que confirma la afirmación anterior, es haber acudido al país asiático con un elevado número de atletas, no escogidos a dedo por el gobierno, ni enviados a capricho, o para como antes, hacer turismo olímpico, sino habiéndose ganado ese derecho de conformidad a las normas del Comité Olímpico Internacional. Hasta Julio César León, nuestro primer atleta en participar en unos juegos, derrochó optimismo y esperanzas.

Por la cantidad de atletas que llevamos y la probada calidad de los mismos, se justificó el optimismo nacional y de la dirigencia,

Por lo anterior, también es necesario y saludable que no nos sintamos satisfechos con esos resultados. Porque eso sería dañino. Y más si se encuentran motivos que pudieron contribuir a que no alcanzásemos la meta que ansiábamos con propiedad.

Por ejemplo, Ernardo "Harry" Gómez, hoy por hoy, uno de los mejores jugadores ofensivos del voleibol mundial, denunció que las malas relaciones entre el entrenador Ricardo Navajas, cosa que se sabía desde tiempo atrás, determinaron que la actuación de nuestros muchachos en ese deporte no fuese superior. En el juego con China, que a la altura del quinto tiempo se ganaba con holgura, se perdió. Para el jugador guayanés antes mencionado, esa derrota se debió al carácter de esas relaciones y la incapacidad del entrenador para hacer los ajustes o cambios necesarios.

No se trata pues de hacer como el avestruz o copiar el peculiar proceder del gato, por temor a la jauría opositora o herir susceptibilidades. Estamos en la obligación de encontrar los motivos o deficiencias que produjeron esos resultados. Tampoco de desatar una jauría en busca de culpables y menos una cacería de brujas, pero sí de encontrar fallas, omisiones, descuidos e imprevisiones. Y hecho ese balance, por quienes deben hacerlo, empezando por los atletas, hay que presentarlo al país. Sin apresuramientos, esperemos el momento oportuno, sin entonar cantos de euforia ni de conformismo.

Por supuesto, empezaríamos por preguntarnos: ¿era ese el balance que nos merecíamos y esperábamos? ¿No estamos satisfechos o sí? ¿Qué sucedió antes y durante la participación en la justa olímpica?

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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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