Por una actualización formal de la rebeldía

En defensa de la opinión de Chávez sobre las FARC, y en respuesta a Vladimir Acosta y Celia Hart

En honor a las recomendaciones de nuestro muy valioso y estimado compañero, el profesor Vladimir Acosta, trataré de hacer uso a continuación, lo más honestamente posible, de lo que quizás sea nuestra capacidad humana más preciosa: la reflexión. Este venerable camarada verá, sin embargo, que mediante el uso o ejercicio de la reflexión es posible llegar a conclusiones muy distintas de las evocadas por él mismo en el momento en que precisamente invitaba, durante su programa de radio, a ponerla en práctica. Verá que el razonamiento mediante el cual llegó a considerar las declaraciones de Chávez como "erróneas", no son la única vía de reflexión posible respecto de las mismas, ni la única por lo tanto válida. Verá, además, que no necesariamente todo aquel que defienda la opinión expresada por Chávez sobre las FARC es un borrego, un loro o un simple imbécil chupa medias con anemia intelectual, aun cuando sea extremadamente cierto que de hecho exista generalmente un buen número de borregos, loros e imbéciles repitiendo irreflexivamente las opiniones de Chávez.

Para empezar, hay que considerar el hecho -muy simple- de que la rebeldía mediante las armas, en su forma de "guerrilla", no es la única forma de rebeldía, ni necesariamente la más efectiva. Lo siento por aquellos que combatieron toda su vida en las guerrillas, pero repito, la guerrilla no es la única forma de rebeldía, ni la más efectiva. Es posible que la guerrilla, bajo ciertas circunstancias, no sólo sea la única, sino también la más efectiva, noble y elevada forma de rebeldía, como lo expresara Celia Hart recientemente, pero no bajo TODA circunstancia. Podemos reconocer y comprender perfectamente la carga emotiva de hermanos luchadores que, como la venerable compañera Hart, han estado una vida entera vinculados a este tipo de lucha en particular (el cual, empero, ha de ser sin duda el mejor y más noble de todos bajo CIERTAS circunstancias). Pero también debe resultarnos obvio que dicha forma de acción, como cualquier otra forma de acción, no está exenta del relativismo circunstancial inherente a todos los procesos históricos y que, por ello mismo, hay períodos o "momentos" que la justifican, y otros que no. Es sobre esta inmanente, necesaria circunstancialidad, o lo que es lo mismo, sobre esta implacable, fatal relatividad, que habló respecto de las FARC el corazón de Chávez.

Una "ortodoxia" de la lucha armada, en el seno de todas las revoluciones, siempre ha existido. Es además comprensible que una ortodoxia siempre se genere y exista, pues no es pequeña la convicción que debe tener, ni poca la disciplina a la cual debe someterse, quien enfrentando con su vida al enemigo debe simultáneamente resistir a los múltiples rigores de su inhóspito entorno (para las FARC el de la selva). También es comprensible que esta ortodoxia se extienda a veces un poco más allá, que llegue fuera de los ámbitos de la selva y del combate propiamente armado y alcance a la clase intelectual revolucionaria, versada en la historia de estas luchas y próxima a ella no sólo a través de su crónica, sino también de su poética. He allí una forma de solidarismo sublimado de la teoría y la praxis entre los miembros complementarios de una misma revolución. El problema es que, como toda ortodoxia, llega siempre el momento en que no sabrá reconocerse como tal, es decir, dogmática, intransigente frente a los nuevos cambios de paradigma (sí, léase bien, de paradigma, no de causa).

El presidente Chávez ha "sido" muchas cosas, ha encarnado muchos personajes, muchas circunstancias, y siempre a su intuición sola ha tenido por guía principal. Lo cierto es que nunca ha dejado de avanzar, es decir, de hacer lo que es propio de todo líder. Y creo que a éste, en particular, lo caminado no hay quien se lo quite. Ahora bien, ¿por qué, entonces, no escucharlo ahora? ¿Por qué tanto empeño en reducir al exabrupto (por decir lo menos) su señalamiento reciente acerca de la guerrilla colombiana, y la guerrilla en general? ¿Apenas no dijo que, como forma de lucha, la guerrilla actualmente era improcedente, anacrónica? ¿O es que llamó a parar la lucha?

Si se ha dicho ya, sobradamente, entre nuestras filas que el conflicto colombiano NO se resolverá mediante las armas, que las FARC NO conseguirán -nunca- mediante la lucha armada derrocar al gobierno, ¿entonces en qué las palabras de Chávez son inapropiadas? ¿No son la consecuencia lógica de ese mismo razonamiento?

Las muertes recientes de figuras principales en las FARC no son argumento para invalidar las palabras de Chávez. Sin que estas palabras pretendieren justificar tales muertes (lo cual algunos sin embargo han insinuado timoratamente), se trata a todas luces de un momento de cambio propicio y eminente para las FARC, lo cual no necesariamente implica su derrota. Creo que fue bajo este punto de vista que habló el corazón de Chávez. Hizo un llamado, sobre todo, al cambio, a la actualización de esa lucha, no a su claudicación. Parecía envuelta en sus palabras no sólo la idea de que el imperio actual está tecnológicamente en capacidad de acabar con las guerrillas en un santiamén, sino la idea de que la política, en sus múltiples formas posibles, constituye actualmente un arma asimétrica infinitamente más efectiva. La perpetuación del sistema de rehenes, por ejemplo, es un fardo insostenible que termina por alimentar al imperio y, después de todo, inmoviliza la guerrilla en tanto que fuerza de combate (la frena...). Hay, pues, mucho de "práctico" en las palabras de Chávez, y todo combate, toda lucha, es ante todo "práctica".

También hay que acabar con ciertas falacias argumentativas recurrentes, como las que se contentan en diagnosticar: "a mismas gripes, mismos remedios". La verdad es todo lo contrario: nada más oportuno que considerar, justamente, que no habiendo cambiado las formas de opresión, ni nuestras razones para combatirla, sí deben no obstante cambiar las formas de lucha, pues éstas, tales como han operado hasta ahora, NO HAN TENIDO ÉXITO.

Los cambios estratégicos, precisamente, se imponen frente los fracasos, y si la guerrilla colombiana no ha logrado el éxito en sesenta años, no es por vejez que lo logrará un día.

Además, hay que considerar también que la perpetuación de los conflictos se debe al hecho de que a veces, simplemente, no tienen solución. Es un hecho que los juegos, matemáticamente, a veces se trancan. Es una fatalidad que sin embargo es relativa y sólo obedece al estado puntual de una contienda, no a los motivos de dicha contienda. Ahora bien, cuando materialmente no se puede ganar ni continuar, se cambia de partida, se comienza una nueva. Vencido, después de todo, sólo está el que ya no juega, mientras que para ganar sólo falta la voluntad de continuar, y de actualizarse. Duélale a quien le duela.

Celia Hart dice: "Sea o no atractiva la guerrilla para estos frívolos tiempos, nadie, absolutamente nadie tiene el derecho a cuestionar el derecho a la rebeldía".

Sólo que, ni actualizar la lucha obedece necesariamente a la frivolidad de los tiempos, ni la única, ni siempre más apropiada (ni más efectiva) forma de rebeldía es la lucha en armas. Del mismo modo, una "ortodoxia de las armas" no constituye tampoco (en su sintomático dogmatismo) la más honorable representación revolucionaria, ni puede monopolizar el respeto por los caídos en el campo de batalla. La gloria de los predecesores está siempre en el futuro, adelante, acoplada al flujo cambiante de la historia. En vano, pues, acusar a Chávez (mediante una sentida -pero desplazada- evocación de "revistas de moda"*) de ingenuo ignorante en materia revolucionaria: hasta ahora ha hecho revolución, precisamente, deponiendo las armas cuando hubo que hacerlo. Y entonces sólo multiplicó la batalla. Que al menos un trecho, gracias a él, llevamos ganado, es lo que el mundo entero hoy reconoce e identifica como "Revolución Bolivariana".

*http://www.aporrea.org/actualidad/a58668.html

xavierpad@gmail.com



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Xavier Padilla


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