Pena ajena

La conducta de su “majestad” el Rey de España, Don Juan Carlos de Borbón y Borbón, a nadie extraña, a fin de cuentas, es un fiel retrato de lo que realmente representa este bribón y la podredumbre que encubre toda la pompa con que adorna su figura.

A estas alturas, ya en su propio país han comenzado a surgir síntomas de malestar ante un Rey impuesto, nada más y nada menos, por uno de los exponentes máximos del fascismo europeo, como lo fue el tiranuelo español Francisco Franco.

Distintas publicaciones y no pocas manifestaciones han satirizado la figura real presentándole como un chulo, vago e inepto, que sólo se limita a parasitar de las arcas españolas, danzando de banquete en banquete y emborrachando osos en sus ratos libres para asesinarlos con un tiro de gracia.

En realidad don Juan Carlos es la expresión más lastimosa del rostro más feo y superficial de la vieja, soberbia, cruel e imperial Europa. Es por ello que a nadie sorprende que este tipejo se crea con derecho de mandar a callar a un Jefe de Estado democráticamente electo y reelecto en comicios libres y democráticos, por una abrumadora mayoría de sus connacionales.

La actitud del “Rey” no hace más que revelar su verdadera talla moral y toda la farsa que representa. Para el monarca seguimos siendo colonia y en consecuencia los latinoamericanos no somos dignos de trabar debate libre y democrático con tan altas majestades.

Este bodoque no se ha enterado aún de las batallas de Carabobo, Pichincha, Boyacá y Junín, entre otros grandes combates de nuestra épica independentista, mediante la cual un pueblo aguerrido selló con letra dorada su libertad y rompió para siempre la oprobiosa tiranía de la nefasta Corona española.

Por ello, no asombra la actitud de este mequetrefe y sus babiecadas. Tampoco asombra que esa pantomima de cumbre iberoamericana de Jefes de Estado y de gobierno, en el fondo sólo sea un mecanismo para garantizar inversión ibérica fácil y de rápido retorno en territorio de “sudacas”.

La actitud de Zapatero tampoco asombra a nadie, si bien él mismo asegura que se encuentra en las antípodas de la postura ideológica del azno Aznar, en el fondo no es sino la otra cara de una moneda con dos lados iguales. Zapatero sacó a relucir su casta de imperialista desdeñador de los pueblos oprimidos, llegando al colmo de señalar que hemos estado jodidos por tanto tiempo, sencillamente por que nos hemos dejado. Pretendiendo desconocer olímpicamente el peso innegable que ha tenido para nuestra evolución como pueblos; los 300 años de coloniaje, genocida de saqueo brutal y sistemático de nuestras riquezas, complementado con otros 200 años de intervencionismo militar, político y económico de los yanquis y los no menos terribles pitiyanquis. No se trata de eludir responsabilidades, pero tampoco podemos ser tan ingenuos como para tragarnos semejante patraña. Así que Zapatero y don Juan Carlos están siendo coherentes con sus orígenes, lo que sigue siendo inexplicable es cómo, todavía existe gente de estas latitudes que siente vergüenza porque el Comandante hizo sulfurar al Rey. Tristes payasos, no dan sino pena ajena.


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Daniel Córdova Zerpa


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