¿Es posible abatir el mercado negro y la inflación en Venezuela?

El dólar paralelo ya ronda los 5000 bolívares. Se vaticina que la tasa de inflación al cierre de este año refrendario superará el 18%, la más alta de Latinoamérica, después de Haití.

Ahora bien, ¿Por qué tenemos tan elevada inflación en Venezuela? ¿Cuál es la razón fundamental? Los economistas “ortodoxos” tanto los de la Cuarta como los de la Quinta esgrimen una serie de razones: Que la causa es el exagerado gasto público, o bien la baja productividad agroindustrial del país, que si el exceso de liquidez, etc. Yo, que soy un lego en materia económica me hago sin embargo la siguiente pregunta: En el hipotético caso de que no existiera un mercado paralelo del dólar (pero manteniendo el Control de Cambio), o que reducido a su mínima expresión, ¿tendríamos tan elevada inflación como la actual? Creo que No y voy a explicar por qué.

Sabemos que nuestros comerciantes y empresarios fijan el precio de las mercancías y servicios que ofrecen en función de la cotización del dólar en el mercado paralelo y no en función del dólar oficial. La excepción a esta regla general tal vez ocurre con aquellos productos de la cesta básica que están regulados. Pero nuestros comerciantes y empresarios se las arreglan para burlar los controles, o simplemente, desaparecen de los anaqueles esos artículos regulados, como sucede con la leche, por ejemplo. De tal manera que al problema de la inflación se le agrega el no menos serio problema del desabastecimiento.

Teóricamente entonces, si no hubiese mercado negro de divisas, y si estas últimas fueran entregadas oportunamente por CADIVI, nuestros abnegados comerciantes y empresarios no tendrían más remedio que usar como referencia el dólar oficial para fijar el precio de los productos y servicios que venden u ofrecen.

Pero, ¿Por qué las divisas no son entregadas oportunamente por CADIVI? Sospecho que hay varias razones, entre ellas podemos citar:

1. La corrupción. Aquellos empresarios y comerciantes que se bajen de la mula generosamente, pues recibirán más divisas y de manera más expedita y rápida que aquellos que rehúsan a pagar comisiones. La solución a este problema en un gobierno verdaderamente revolucionario sería la aplicación eficaz de los servicios de inteligencia del Estado para detectar, destituir y poner detrás de las rejas a los funcionarios corruptos.
2. Ausencia de criterios de eficiencia y de prioridad en el otorgamiento de un bien escaso como las divisas. Por ejemplo, es válido y correcto que el Estado otorgue divisas para la adquisición de insumos para industrias esenciales como la textil, la farmacéutica, la automotriz, las telecomunicaciones, las alimentarias, la construcción, o para la importación de artículos educativos como libros, computadores, etc. Sospecho que se están otorgando divisas para la importación masiva de artículos suntuarios o no esenciales, como vehículos lujosos, whisky, caviar, etc., etc. En aras de la transparencia, CADIVI debiera publicar periódicamente los renglones y empresas a los cuales está otorgando divisas. Me temo que priva mucho el criterio de discrecionalidad de los funcionarios, a la hora de otorgar las divisas.
3. Mala administración de las reservas excedentarias, las cuales son manejadas de manera discrecional por el Presidente de la República. Esto hace que el respaldo de la moneda sea mucho menor que el que tiene actualmente (una liquidez de 130 billones de bolívares es respaldada apenas por unas reservas de 28.000 millones de dólares, cuando bien podrían ser el doble. Habría que ponerle coto a esta atribución inconstitucional del Presidente. En la campaña electoral pasada propuse la promulgación de una ley que eliminara o limitara no sólo el monto de las emisiones de deuda, sino también el de las donaciones presidenciales, la compra de armas y los bonos basura de otras naciones.

Imaginémonos ahora que llega al poder un gobierno auténticamente revolucionario que solucione la problemática de la entrega oportuna y eficiente de divisas. Es obvio, entonces, que para minimizar la inflación que nos azota (y también el desabastecimiento) en un país como Venezuela, en el cual el componente importado está presente en mayor o menor grado en TODOS los bienes y servicios que consumimos o usamos los venezolano(a)s, lo primero que habría que atacar es el mercado negro del dólar, a los fines de reducirlo a su mínima expresión. Muy bien, pero ¿cómo podemos lograr esto último? La respuesta es muy sencilla y no la oirán ustedes de labios de un economista de la Cuarta o de la Quinta: Para acabar con el mercado negro de divisas y minimizar la inflación, basta simplemente con revaluar el bolívar. ¿Cómo hacerlo? Tal como lo planteábamos en la pasada campaña electoral, la revaluación se puede hacer de manera progresiva, llevando el tipo de cambio oficial del valor actual (Bs. 2150/dólar) a por ejemplo Bs. 500/dólar, en un lapso por ejemplo de 10 meses, disminuyéndolo a razón de Bs. 165 por mes. Es decir, cada mes el dólar oficial valdría 165 bolívares menos. Ahora pregunto: ¿Quién va a comprar dólares en el mercado negro hoy sabiendo que en un mes el dólar oficial valdrá 165 bolívares menos? Sería el colapso de ese mercado. ¿Y que pasaría con la inflación? Tendría que bajar obligatoriamente. Pongamos un ejemplo. Actualmente la tonelada de trigo se cotiza en 430 dólares (o Bs. 924.500). Al llevar el tipo de cambio oficial a Bs. 500/dólar, la tonelada de trigo pasaría a costar Bs. 215.000, una reducción del 76,74%. Ahora pregunto, si este fuera el caso, ¿ustedes creen que el pan aumentaría o disminuiría de precio? De Perogrullo que bajaría y bastante. Algo similar ocurriría con todos los demás bienes y servicios: Bajarían de precio y así llegaríamos al fenómeno económico conocido como deflación.

¿Qué objeciones pondría un economista ortodoxo de la cuarta o de la quinta a nuestra propuesta de revaluar el bolívar?

Pues probablemente diría que la revaluación es una locura porque se produciría de inmediato una fuga masiva de divisas. Sin embargo, es imposible que tal fuga ocurra si se mantiene el control de cambios y CADIVI opera de manera eficiente.

En segundo lugar ese economista diría que la revaluación no es procedente porque el país no cuenta con el suficiente respaldo de divisas. Hay dos premisas falsas en tal afirmación. La primera es que ya hace bastante tiempo que el respaldo de una moneda dejó de fundamentarse en el nivel de las reservas extranjeras o en los lingotes de oro que el Banco Central tenga almacenados. Por ejemplo, los dólares que actualmente circulan en el mundo no tienen respaldo ni en divisas extranjeras ni en oro en el Fort Knox de Estados Unidos. Podremos afirmar entonces, sin temor a equivocarnos, que los Estados Unidos desde hace varios años viene emitiendo dinero inorgánico, es decir dólares carentes de respaldo. Esto ha permitido que los estadounidenses disfruten de un elevado estándar de vida que se traduce actualmente en unos elevadísimos déficits fiscal y comercial. En otras palabras, Estados Unidos importa y gasta mucho más de lo que produce y mantiene una deuda elevadísima con países como Japón y China1 (US$668.000 millones y US$263.000 millones, respectivamente, al cierre del 2005). De hecho, en el 2005, los Estados Unidos se endeudaron a razón de 2.000 millones de dólares diarios2. En el 2005 el déficit comercial estadounidense superó un nuevo récord al llegar a 725.800 millones de dólares3.

A la luz de estas realidades, podemos concluir entonces, que la moneda estadounidense está fuertemente sobrevaluada. Pero esa sobrevaluación es lo que ha permitido que ese país disfrute de una bajísima inflación.

Algo similar pasa con otros países como México, Brasil y Chile, cuyas monedas se han venido revaluando en los últimos años. De hecho, para el año 2004, el peso mexicano alcanzó una sobrevaluación del 425,49%; el real brasileño 218,94%, y el peso chileno 133,63% . En todos esos países, al igual que en los Estados Unidos la inflación no pasa de un dígito4.

En contraste, en Venezuela el bolívar se ha devaluado en un 32% en los últimos 4 años. El resultado es una tasa de inflación de dos dígitos, actualmente.

La solución es muy sencilla: Simplemente revaluar el bolívar de manera progresiva, a los fines de: recuperar el poder adquisitivo de los venezolano(a)s; incrementar la confianza de esto(a)s en su moneda; echar las bases para convertir el bolívar en una moneda fuerte, aceptada en transacciones internacionales de la misma manera que hoy lo son el dólar y el euro; abastecer nuestra industria y agroindustria de los insumos que requiere para su desarrollo; propiciar el retorno de capitales; y lo más importante, utilizar la moneda nacional como arma de justicia social para la recuperación de la plusvalía despojada a los trabajadore(a)s venezolano(a)s como consecuencia de las políticas devaluacionistas implantadas en nuestro país desde el viernes negro (1983) y que este gobierno ha mantenido, favoreciendo a una minoría ínfima de tenedores de dólares en detrimento de la calidad de vida de millones de venezolano(a)s.

La segunda premisa falsa en que se sustentan los devaluacionistas para oponerse a la revaluación del bolívar es que esta última sería fatal para nuestras exportaciones no petroleras las cuales perderían competitividad en el exterior. Pero se olvidan de dos detallas importantes. Primero: Que las exportaciones no petroleras de Venezuela son prácticamente marginales en comparación con las exportaciones petroleras. Segundo: Que países típicamente exportadores de manufacturas como Brasil, México, Colombia, Chile, China, etc., han tenido revaluaciones de sus monedas nacionales sin que ello se haya traducido en una pérdida significativa de la competitividad de esos países.

La revaluación como arma para devolverles a lo(a)s trabajadore(a)s la plusvalía perdida en 21 años de devaluaciones.

Los Defensores del bolívar vemos la apreciación de nuestra moneda como una política socioeconómica dirigida a recuperar para los trabajadore(a)s venezolano(a)s la plusvalía que les fuera arrebatada por el gran capital nacional e internacional en 21 años de devaluaciones y de saqueo del país.

En efecto, desde el viernes negro hasta nuestros días, nuestra moneda ha sido devaluada por un factor del 49.900% (Un récord mundial negativo). Si bien ha habido incrementos en el salario mínimo en bolívares, los mismos están muy lejos de compensar la pérdida de poder adquisitivo y el deterioro de la calidad de vida de los venezolano(a)s. Han sido 21 años de depreciación del bolívar, acompañados de fuga de capitales, endeudamientos innecesarios y saqueo de los recursos del país, vía Concesiones y Convenios Operativos en la Cuarta República y ahora en la Quinta vía Empresas Mixtas. Ya es tiempo de darle un parao a esas funestas políticas. Es más, lo que planteamos es una reversión de las anteriores políticas en función de una que conlleve la repatriación de capitales y la mejora del poder adquisitivo y compense por todos los años en que el venezolano (a) ha sido privado (a) del disfrute de la calidad de vida a la cual tiene derecho. Pero eso sólo lo puede hacer un gobierno verdaderamente revolucionario, que gobierne para las mayorías. Se podría empezar con la revaluación del bolívar, como la hemos propuesto, de tal manera que el salario mínimo pase de su valor actual (Bs. 614.790 o 285,95 dólares) a 1.229, 58 dólares, lo cual lo haría comparable al de los Estados Unidos.

La idea sería hacer que el poder de compra de los venezolano(a)s volviera progresivamente al nivel que tenía para el 18 de febrero de 1983 (Viernes Negro), cuando el sueldo mínimo estaba en Bs. 1.500 mensuales, pero equivalía a 349 dólares de los de esa época, que llevados a la época actual muy posiblemente equivalgan al doble o más.

La idea sería entonces que un(a) obrero(a) venezolano(a) disfrute de un estándar de vida igual o superior al de un(a) obrero(a) estadounidense.

El verdadero valor del bolívar debe basarse en las reservas petroleras de Venezuela

Los Defensores del bolívar defendemos la tesis de que, de la misma manera que los Estados Unidos no basa el valor de su moneda en el monto de sus reservas de divisas extranjeras ni de oro, ni siquiera en lo que produce, sino más bien en otros parámetros como su poderío militar, Venezuela debiera basar o atar el valor de su moneda al monto de sus reservas petroleras, recurso escaso que tiende a aumentar de valor en el futuro, pero en el cual nuestro país es la mayor potencia mundial.

Estados Unidos ha utilizado su rol como Primera Potencia mundial para emitir dólares que carecen de respaldo real, pero que ha permitido a las familias norteamericanas disfrutar de un elevado estándar de vida en comparación con el de las familias venezolanas.

¿Por qué Venezuela no puede utilizar su inmenso poder energético para revaluar su moneda progresivamente, no sólo con respecto al dólar sino también con respecto a otras monedas fuertes como el euro, para llevar la calidad de vida del venezolano(a) a niveles comparables a la de los países desarrollados? ¿Qué impide llevar a cabo una medida como la que planteamos, si según el gobierno somos un país soberano?

Como lo señalábamos en un artículo anterior5, con la revaluación del bolívar podemos lograr en corto tiempo que el sueldo mínimo esté muy por encima de la canasta básica, amén de otras ventajas, como el retorno de capitales, la elevación sin traumas sociales del precio en dólares de la gasolina, la reactivación del aparato industrial, etc.

Hemos, modestamente, indicado el camino para combatir eficazmente la inflación. Tendremos que esperar a que tengamos un gobierno verdaderamente revolucionario que acometa esa tarea.


eudesvera@cantv.net


Fuentes:

1. http://es.wikinews.org/wiki/El_d%C3%A9ficit_fiscal_enfrenta_al_Congreso_y_al_gobierno_de_los_Estados_Unidos.
2. www.rebelion.org/noticia.php?id=12037
3. www.clarin.com/diario/2006/02/11/elmundo/i-03015.htm
4. http://www.finanzasdigital.com/ , Agosto 2004
5. “Sin Revaluación no hay Revolución”, http://www.soberania.org/Articulos/articulo_2837.htm )


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Eudes Vera

Ingeniero Electricista, UDO, 1969. Jubilado UDO como Profesor Titular en 1994. Maestrías y Ph.D.en Ingeniería Eléctrica en la Universidad de Pennsylvania (EEUU), Aston y Hatfield, Reino Unido.

 eudesvera3@gmail.com      @eudesve

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