En un Estado comunal y comunista, la educación no puede ser mercancía ni instrumento de domesticación burguesa. Tampoco la ciencia ni la técnica pueden estar al servicio del lucro, la guerra imperial o la destrucción ecológica. Ambas deben ser herramientas colectivas para la emancipación, la producción soberana y la transformación revolucionaria del mundo.
Artículo [BB]. De la educación popular, la ciencia y la técnica al servicio del pueblo
La educación, la ciencia y la técnica son derechos colectivos y bienes comunes del Poder Popular. Su finalidad no es la acumulación individual de títulos, ni el desarrollo tecnológico desvinculado de la realidad social, sino la formación integral del ser humano revolucionario, la solución de los problemas del pueblo y la construcción de una sociedad comunal y comunista.
La educación es popular, gratuita, laica, científica, antiimperialista y profundamente vinculada al trabajo productivo y a la vida comunitaria.
Se imparte desde los primeros años en alianza con las comunas, las fábricas autogestionadas, las unidades agroecológicas y los colectivos culturales;
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Los planes de estudio son elaborados democráticamente por educadores, estudiantes, padres, trabajadores y comunidades, con énfasis en la historia de luchas populares, la soberanía alimentaria, la ecología, la ética socialista y la crítica al capitalismo;
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Se elimina la evaluación punitiva y competitiva, sustituyéndola por procesos de autoevaluación colectiva, aprendizaje por proyectos y formación en valores comunitarios.
La ciencia y la técnica no son neutrales. Su desarrollo está orientado a:
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Fortalecer la soberanía tecnológica y productiva del pueblo;
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Resolver necesidades concretas: salud pública, vivienda digna, energía renovable, transporte colectivo, agricultura agroecológica;
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Desmontar la dependencia tecnológica impuesta por el imperialismo.
Cualquier conocimiento o tecnología que sirva para espiar, reprimir, explotar o destruir la naturaleza queda prohibido por ley constitucional comunal.
Las universidades, institutos tecnológicos y centros de investigación son espacios del Poder Popular.
Su gestión corresponde a asambleas integradas por estudiantes, docentes, trabajadores y voceras de voceros de educación de las comunas;
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La investigación se financia exclusivamente con fines sociales, no con contratos con corporaciones ni fondos militares;
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Los saberes ancestrales, campesinos, afrodescendientes y originarios son reconocidos como ciencia válida y digna, en pie de igualdad con los saberes académicos.
Todo egresado de la educación técnica y universitaria tiene la obligación moral y constitucional de servir al pueblo durante un período mínimo determinado por la comunidad, ya sea en zonas rurales, barrios populares, fábricas recuperadas o misiones de salud, educación y agroalimentarias..
El conocimiento no es para el enriquecimiento individual, sino para la reproducción colectiva de la vida.
El Estado comunal garantiza el acceso universal a la formación técnica, científica y humanista, sin barreras de género, etnia, edad, orientación sexual o condición social. Pero más allá del acceso, garantiza que el conocimiento sea producido, controlado y aplicado por el pueblo mismo.
Notas para el debate en asambleas populares:
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Este artículo rompe con la universidad como "torre de marfil" y la convierte en taller de la revolución.
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La "obligación de servir al pueblo" no es un castigo, sino un acto de justicia: quien recibe del colectivo, devuelve al colectivo.
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La tecnología no se rechaza, pero se descoloniza: ya no algoritmos para vender, sino para planificar la producción comunal; ya no drones para espionar, sino para monitorear cultivos o desastres ambientales.
La Educación, ciencia y técnica bajo un solo principio: estar al servicio del pueblo organizado.
REVOLUCIÓN ES HACER REVOLUCIÓN, SINO NO ES.