Ahora resulta, que quienes tienen 25 años de prácticas violentas, políticamente fracasadas, y que imitan a sus contrarios antagónicos en el uso de calificativos deshumanizadores, contra quienes no participan de sus condenables prácticas, han arrancado una nueva campaña, diseñada en sus laboratorios de guerra mediática, que no es una línea política nueva, ni original, sino que pretende introducir el uso de una nueva palabra, también descalificadora del resto de la oposición, para sustituir versiones que consideran ya agotadas. Así, han traído a la escena política actual la expresión de "normalizador", para aplicarla en sustitución de la muy común de alacrán y de las de colaborador o colaboracionista, cohabitador, entregado, contemporizador, traidor, vendido y dialoguista, entre otras.
Esta nueva expresión no significa nada nuevo realmente, la creatividad no es precisamente su fuerte, y sigue copiando y repitiendo la práctica gubernamental de estigmatizar a quienes se le enfrentan, que, se inició con un término acuñado por el propio comandante eterno: "escuálido", el cual, sin lugar a dudas, era muchísimo menos ofensivo, o más respetuoso, si se le quiere ver de esa forma. Simplemente se refería al escaso respaldo popular que en aquel momento tenían las manifestaciones callejeras convocadas por la oposición. No fue producto de laboratorios de ningún tipo, sino de la inventiva humorística de Chávez. Recuerdo, como si hubiera sido ayer, el discurso político que pronunciaba y el momento en que, al referirse a la poca asistencia habida en una marcha opositora, del día previo o de ese mismo día, la calificó de escuálida. En ese mismo momento, se le iluminó la mirada y dijo "son unos escuálidos".
Y desde ese momento, el nombre se popularizó en tal grado, que fue aceptado incluso por sus señalados, que no tenían ningún problema en llamarse escuálidos a sí mismos. Fue algo parecido a lo ocurrido con la palabra "adeco", en lugar de adeísta, para señalar a los militantes y simpatizantes de Acción Democrática en sus inicios, que perdió con el tiempo su carácter despectivo. Este tipo de prácticas está presente siempre en la política, por lo menos de nuestros países, y pretenden condensar toda una descalificación en una sola palabra, de manera de no tener que argumentar absolutamente nada, pues la palabra ya lo dice todo. Hoy, quienes no estamos de acuerdo con invasiones militares extranjeras, quienes rechazamos políticas injerencistas de otros países, quienes defendemos la integridad de nuestro territorio y de nuestros connacionales, quienes queremos la paz y no la guerra, pese a que no tenemos premio, somo "normalizadores".
La idea que subyace es que queremos normalizar situaciones que no son normales, dándole a la palabra "normal" una connotación, que está mucho más allá de la que realmente tiene. Normal lingüísticamente significa: habitual, ordinario, corriente, común, usual, frecuente. Y normalizar significa regularizar, ordenar, organizar, encausar, enderezar y arreglar. O sea, poner en orden lo que no está, lo que se ha desordenado. Se trata de ajustar o adaptar ciertas características, en nuestro caso de la democracia, del gobierno, de la lucha política, para hacerlos similares a un modelo que hemos practicado durante décadas y que es común al mundo occidental al que pertenecemos. Los normalizadores somos quienes queremos rescatar el orden y la convivencia democráticos, el respeto de la Constitución y de las leyes, el debido proceso judicial, el acatamiento de los DDHH, el amor por la patria y por sus ciudadanos, el respeto y la convivencia.
Normalizadores somos quienes enfrentamos a los "anormales", que quieren la guerra, pese a lo que el premio premia; a los "anormales" que trabajan para que lesionen a su patria, para que sufra una agresión militar y eventualmente una ocupación de su territorio o de parte del mismo. Somos normalizadores quienes denunciamos las conductas de los "anormales", que aun antes de ser poder, ya tienen toda la planificación represiva que pondrán en marcha, que desde ya te dicen "no sé dónde te vas a esconder" o "te buscaremos debajo de las piedras". "Anormales" como la señora que declara "sabemos donde están, quienes son y cómo neutralizarlos", que desde ya habla que combatirá a los "desestabilizadores", con una habilidad para apropiarse del lenguaje represivo digna de mejores objetivos.
Lo peor que le puede pasar a este país es caer en las manos de los "anormales", que llevan casi 30 años de conspiraciones violentas fracasadas. Hay que volver a la normalidad electoral y constitucional. Viva la normalidad.
La Razón, pp A-3, 2-11-2025, Caracas;