El 12 de Octubre no dejará de ser el mayor día de la infamia para la humanidad, salvo que seres de otros mundos lleguen a la tierra con el propósito exclusivo de extinguir la vida en el planeta, símil de lo que los europeos hicieron en esta tierra libre, pura y undívaga, como las aguas libres de los remansos de los ríos y los lagos que bañan a la América.
Los europeos sedientos de sangre y oro llegaron a la tierra que bien describe Tomás Moro en la Isla de la Utopia, como una tierra de hombres libres, pacíficos y esplendidos, ‘tanto que los salvajes’, como los denomina ese espurio ser, ni siquiera iban cubiertos, y no iban cubiertos porque no tenían razón alguna para avergonzarse de sus cuerpos al andar desnudos. El sentimiento de culpa e inmoralidad es propio de un cristianismo marrón, hipócrita y sanguinario, ese que los monjes medioevales hicieron pudibundo, mismo que los naturales estaban lejos de conocer.
Los naturales, anonadados por la sangre derramada y los cuerpos de sus hermanos descuartizados se encontraron de la noche a la mañana invadidos por fieras sedientas de sangre, apenas lograron superar el estupor que les produjo la invasión criminal sobreviviendo los que lograron internarse en las montañas y selvas más profundas, únicos lugares en que se podía sobrevivir. La América fue devastada. Los naturales esclavizados cayeron bajo el peso de la cruz y de la espada, hoy la negra noche ha pasado y la luz de un nuevo amanecer difumina su espledor en montes y praderas.
La criminalidad cristiana quedó documentada en la historia de los pueblos: las cruzadas, los Cátaros, el Santo Oficio, la inquisición etc. Los invasores cristianos no fueron tímidos en propagar su maquinaria de terror para demoler cualquier clase de oposición. El ser humano ha sido sanguinario desde su aparición como especie y el cristianismo se llevó la palma de oro, de tal suerte que quienes llegaron de Europa no tenían porque ser diferentes, vinieron a depredar que entre otras cosas era lo único que sabían hacer, razón por lo cual no tuvieron piedad alguna en eliminar a los naturales. Todos querían tierra, no por tierra sino por la riqueza que producía bajo el antifaz de encomenderos o mitas mineras en concesión perpetua en las que se explotaba oro, plata y esmeraldas. Hoy explotan los recursos naturales y además el galio, uranio, celcio, germanio, sin olvidar el petróleo, etc. Un bocato di cardenal para la lujuria avarienta de las corporaciones occidentales que llevarán a la tierra a su exterminio por contaminación o desaparición por sustracción de materia, al mantener como su razón de ser la vieja costumbre de acumulación de riqueza, hoy, el quid procuo, es que se estrellan contra el muro de la multilateralidad, desapareció el unilateralismo. Su codicia los autoeliminó. El multilateralismo es irreversible y la nueva razón de ser.
El obispo de Chiapas-México cuenta como los niños indios servían de comida a las jaurías de mastines, eran arrojados vivos a los corrales ante el horror de sus madres que no demoraban en ser despedazadas a machetazos. El Holocausto, ese del que se cuenta murieron unos cientos de miles de judios, es un cuento de hadas frente a la carnicería que se desató en América desde ese aciago 12 de Octubre de 1492. Corría el año de 1514, apenas 22 años de la llegada de los criminales y las islas del Caribe estaban desiertas. Los naturales habían sido asesinados en nombre de Dios, por lo que el obispo de Chiapas ocurrió ante el rey Carlos V en demanda de una licencia para importar negros de África a falta de brazos nativos. Ese fue el gran servicio del cura de las Casas, implementar la esclavitud negra que costó decenas de millones de personas en 3 y ½ siglos. Acabaron con los naturales y esclavizaron al África. La iglesia de Roma nunca celebró un tedeum por los millones de hombres sacrificados en el altar del cristianismo. Ese sí HOLOCAUSTO del que el mundo no celebra siquiera un requiem, empero si conmemora jubilosa con fiestas, procesiones, algarabia y celebraciones carnestoléndicas, el arribo de los asesinos. Algo no anda bien en el cerebro humano o los orates que gobiernan nuestros pueblos son de la misma casta criminal. Balduino II de Bélgica asesinó a más de 12 millones de negros del Congo Belga, los niños eran llevados como juguetes a los niños blancos que se degustaban torturándolos hasta la muerte ante el júbilo de sus sádicos padres. En América nuestras señoras bien y los dueños del poder político se pelean por el placer de poder conocer al heredero de esos asesinos. Todas las cortes en Europa actuaron de manera análoga. Es hora de aclarar las cargas, que los descendientes de los genocidas reconozcan sus crímenes e indemnicen a nuestros pobladores. No es posible que Haití, pueblo hermano, por ejemplo, haya terminado siendo un vagazo en la tierra gracias a la criminalidad del imperio francés y nosotros, indignos, guardamos respeto a los galos. Eliminar el 12 de Octubre como el Dia de la Raza para que pase a ser el Día del Horror, es algo que no puede demorarse.
Un día cualquiera, narra un cronista de la época, el sanguinario descubridor del Mar del Sur, Vasco Nuñez de Balboa, entregó 40 niños vivos como comida para sus mastines comandados por Leoncico, su perro favorito por haber arrancado la cabeza de un nativo de un mordizco. El cura que les acompañaba celebró un Te Deum en agradecimiento a su dios porque los perros languidecían de hambre. Ese asesino es un héroe en Panamá y su figura corona un globo terráqueo en la plaza mayor. No se pueden olvidar las palabras de Galeano en un momento capitular como este "Nos hicieron arrodillar y al abrir los ojos ellos tenían la tierra y nosotros teníamos la Biblia".
El encomendero de las Casas, obispo de Chiapas, denunció su propia criminalidad en homilía dominguera en 1514. "(…)entraban en los pueblos, ni dejaban niños ni viejos, ni mujeres preñadas ni paridas que no desbarrigaban (remarco) e hacían pedazos como si dieran en unos corderos metidos en sus apriscos" y continúa. "Hacían apuestas sobre quien de una cuchillada abría al hombre por medio, o le descubrían las entrañas". Y todavía celebramos alborozados el genocidio.
La independencia obtenida a retazos pueblo por pueblo no será completa para los latinoamericanos mientras no rompamos relaciones con el (FMI) Fondo Monetario Internacional y el (B.M.) Banco Mundial, así como no nos independicemos del imperio de las corporaciones, habida cuenta que la independencia económica es el aire que nos permitirá respirar en libertad para comenzar una nueva sociedad en la que podremos labrarnos el futuro, en el entretanto seguimos encadenados a las querencias de los conglomerados, corporaciones y a sus agiotistas intereses.
La dignidad no tiene precio y aún estamos lejos de obtenerla, no es sino ver la cantidad de comentarios destemplados y miserables contra el presidente Petro por ese magnífico discurso en la ONU, en el que le dijo al mundo una verdad de a puño, que el pueblo semita actúa como genocida respaldado por las casas imperiales y lanzó un grito de rebeldía. Esta vez Colombia se puso de pie ante el proscenio internacional para decir: basta ya.
Por eso el 12 de Octubre deberá ser el día que se decrete en América la destrucción de estatuas y monumentos, símbolos, nombres de calles y parques, museos, escuelas etc. que nos recuerden a los asesinos. Solo deberán recordarse los nombres de nuestros verdaderos heroes, esos que resistieron la invasión hasta la muerte.
Post escriptum: ¿En Israel colocarán la estua de Hitler en la plaza mayor?
Bernardino Pinto