Vergüenza e impotencia

Soy ateo, pero me pregunto: ¿será que los cristianos del mundo no han leído el Salmo 102? Ese que, versículo tras versículo, pide atender a los afligidos. Este salmo va en dirección contraria a las atrocidades contenidas en el hebreo Pentateuco. ¡Claro! Los cristianos son, sin dudas, mucho menos rigurosos -para decirlo decentemente- en el cumplimiento de sus obligaciones misericordiosas. Aunque, ya va, esa tan licenciosa rigurosidad con su religión, no puede servir para excusar que sus diversos gobiernos, incluyendo al del Vaticano, permanezcan, como gallina que mira sal, ante el genocidio que se está cometiendo en las tierras palestinas.

Esas tierras de los palestinos fueron compradas, literalmente, por los Rothschild al gobierno inglés, en 1920. Esos piratas ingleses las ocupaban desde el siglo XIX. Y al vendérsela a los judíos, ambos asumieron que los que allí habitaban eran sólo pisatarios que debían ser desalojados. En esa negociación los judíos contaron con el aval de la alcahueta Sociedad de Naciones -tan alcahueta como su sucesora la ONU-. La justificación de esa bochornosa operación mercantil fue que, hace dos mil años, en una parte de ese Medio Oriente, estuvo asentado el reino de Judea. Era suficiente, al carajo con los semitas de verdad, esos que las han habitado por más de veinte siglos. Lo que estoy afirmando es que los judíos que compraron esas tierras como si fuera una hacienda, no son -más allá de algún rabino incestuoso- semitas. Han nacido, por más de 100 generaciones en diferentes países del centro de Europa y del Asía occidental y hasta en nuestra América. Lo que sí han hecho es reunir enormes riquezas que les ha permitido convertir su religión supremacista en ideología política. Toda una aberración.

Entendiendo todo esto, deberíamos preguntarnos por qué, a los calvinistas, luteranos, anglicanos, presbiterianos, bautistas, adventistas, metodistas, pentecostales, católicos y los "de los últimos días"; les importa un comino el exterminio de los palestinos. O para ser más comedido, les importa menos que sus relaciones diplomáticas y comerciales con esa hacienda llamada Israel, donde dueños y capataces son asesinos y sus trabajadores cómplices. Es un típico escenario nazi, aunque a estos últimos, el resto del mundo los enfrentó, los combatió y condenó penalmente. Ahora vemos a la mayoría de los Estados de Occidente respaldando a judíos asesinos a pesar que, tal como lo define el artículo II de la "Convención de las Naciones Unidas para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio (1948), están cometiendo lo que legalmente se define como genocidio.



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José Manuel Rodríguez


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