La primera guerra mundial, segunda guerra mundial, tercera guerra mundial y luego, la desolación

No entiendo la razón de las estupefacciones de las personas en todo el planeta respecto a lo que está sucediendo en varios sectores de nuestro errabundo globo azul. Esto lo digo porque si examinamos la genética de nuestro ADN se podrán encontrar alguna que otra huella de las hordas migrantes, homo sapiens sanguinarios provenientes de África de paso por Asia y Europa. Aquellos seres tenían un cuerpo sin pelos y fueron los que poblaron lo que hoy se llama Europa y también, responsables del exterminio de nuestros ancestros Neandertales, considerado estos como uno de los pre hombres de lo que hoy se entiende por ser humano. Aquí comenzó la tragedia, en el 30.000 a.C y aquella ferocidad no la hemos superado.

De allí en adelante la historia de la humanidad lo que reseña son crónicas de crueldad y de mortandad de inocentes, da la impresión, de acuerdo con las experiencias, que los humanos no aprendieron a convivir. Aquellos genes de fiereza fueron transmitidos de generación a generación y hasta el día de hoy parecieran que son los que predominan en el ADN de los humanos.

A pesar de las luchas de los europeos entre las diferentes civilizaciones, les cuesta entender que las revolucionarias innovaciones del Cercano Oriente la introdujeron en el sur de Europa asiáticos infiltrados en Grecia, Italia, y España. Esto sucedió entre el 3000 a.C y 1000 a.C, cuando el suelo europeo maduró la descendencia del abrazo cultural de arios, semitas asiáticos, dando lugar a la primera civilización de este continente, la llamada civilización helénica.

Con la aparición de la razón el humano aprendió a utilizar las ideas y el conocimiento, surgieron matemáticos, filósofos, médicos, escritores, poetas, entre tantos cultores, pero no lograron deslastrarse de aquella genética cargada de violencia. Una barbarie transferida a través de los siglos y toda la geografía del planeta por las diversas tribus nómadas que aspiraban dominar grandes extensiones de territorios, así mismo, esclavizar a los derrotados. Es por eso que los libros de historia y geografía de Europa reseñan nombres como ostrogodos, vándalos, visigodos, bárbaros sajones, lombardos, francos, celtas, borgoñones, tártaros, cosacos, germanos, mongoles quienes no eran más que hordas salvajes que cruzaban las fronteras convirtiendo así a Europa en un inmenso crisol. Así mismo, en la medida que el invasor y el ocupante se enzarzaban en una lucha, algunas veces durante varias décadas, eran normales los saqueos y la violación, las cuales contribuyeron a la riqueza del mestizaje de toda aquella región. Por eso no debe sorprenderle a un europeo que en un examen de ADN aparezca una traza de chino por parte de los mongoles o de un tártaro de Crimea.

Europa fue dominada por imperios, algunos locales y otros provenientes de Asia y África, es el caso de los otomanos y los musulmanes. En lo referente al imperio de Carlomagno nos sorprenderá reconocer que tal territorio era una especie de batido donde confluyen latinos (romanos), teutones y eslavos. No cabe duda que la hegemonía y la permanencia de cualquiera de esos grupos se basaba en la crueldad, la matanza, las violaciones, la esclavitud, el saqueo y la barbarie.

Los humanos se sienten orgullosos del invento de la razón, lo cual los aleja del animal salvaje inferior para convertirse en un "ser superior". Aquellas ideas acumuladas en el cerebro con el tiempo se convirtieron en ciencia, en religiones, filosofía, doctrinas, medicina, política, teorías, astronomía, sociología, teología, en general en diferentes ramas del conocimiento para poder resolver problemas, explicar ciertos comportamientos de la naturaleza, en el supuesto, para mejorar las condiciones de vida de los humanos.

Para los humanos de aquella época era necesario explicar lo incomprensible utilizando la razón, entonces inventaron a dios y las diversas doctrinas contempladas en los libros sagrados y en extensas obras de teologías, surgen así las peores agrupaciones que tanto daño le han causado a la humanidad. Se trata de las religiones que, basado en la imposición de la única fe y el culto único pretendieron globalizar (internacionalizar) cada dogma bajo el rigor de la violencia. De más de cinco mil religiones que surgieron a lo largo del tiempo todavía quedan vestigios de aquellas, que para lo único que han servido es para generar diferencias entre los humanos y como consecuencia, animadversiones entre quienes profesan dogmas diferentes. La historia nos revela cientos de guerras libradas entre católicos y protestantes, entre católicos y musulmanes, entre musulmanes y judíos, entre todos contra todos, y como resultado años de matanzas (hasta cien años) únicamente para acopiar grandes riquezas para una corporación financiera que administran muchos dineros (el diezmo) en el nombre de dios. Una de las primeras empresas globalizadas fue la Iglesia Católica la cual tenía presencia en todo el planeta, tanto política, como religiosa y económica. Todavía hoy, en siglo XXI, el mundo sufre las secuelas del nefasto invento de las religiones.

Los humanos parecen designados por algún gene natural para causar daño al prójimo, la religión no bastó. También invitaron la esclavitud, es decir el ignominioso estado de una o varias personas sometida a servidumbres forzosas. Ese vil modelo permitió que países, como los imperios europeos se desarrollaran con la mano de esclava, materia prima robada y mercados cautivos; así mismo, que particulares, como los dueños de la plantación estadounidense, se enriquecieron a costa del trabajo esclavo; además que numerosas firmas comerciales en diferentes partes del mundo crecieran financieramente por este vil proceder. Mientras esto sucedía, millones de personas vivían plácidamente al margen de las crueldades que tenían frente a sus narices.

No me cabe duda que las pesadumbres ajenas no sensibiliza al prójimo, solo reclama cuando sus intereses son afectados. Durante siglos el mundo ha sufrido guerras interminables que nada tienen que ver con la religión ni tampoco con las doctrinas filosóficas o políticas. Todas las guerras tienen motivaciones económicas, por la expansión de territorios y por el robo de materia prima. Nada ha cambiado en la mentalidad de los humanos y prueba de esto son los siglos de mortandades y destrucciones como secuela de las guerras entre los pueblos desvinculados con las causantes de la beligerancia. Simplemente son tontos útiles, carne de cañón, víctimas que van obligados a la confrontación bélica o simplemente, permanecen en su hogar en espera que un bombardero acabe con su hogar, la ilusión de muchos años.

Es sorprendente la capacidad de dañar que tienen los humanos, se aprovechan de todos los conocimientos científicos para aniquilar al prójimo. Los "seres superiores" se benefician del conocimiento científico para destruir a los semejantes. Partieron del sable, el puñal, la honda, la catapulta, la pistola, el rifle, la ametralladora, los cañones, los tanques de guerras, los barcos con cañones, aviones, hasta llegar a las armas de destrucción masiva como las químicas, armas biológicas, misiles, drones y para usted de contar. Es el uso de la tecnología de punta para aniquilar más gente en el menor tiempo posible.

La historia no le enseña nada a los políticos que dirigen a los países "más desarrollados", es la maldad incrustada en los cerebros de unos seres que parece no recordar lo sucedido en Hiroshima y Nagasaki hace 80 años, de las cuales todavía queda algún sobreviviente de aquella hecatombe. Todo lector de historia está al corriente de que el responsable de aquella barbarie fue el gobierno de EEUU, del cual no parece arrepentirse. A pesar de todo, otro gobernante de un país europeo desarrollado comenta, sin sensibilidad alguna, de una posible Tercera Guerra Nuclear como si fuera una invitación a una fiesta. Todavía los 300 mil cadáveres de aquella hecatombe nuclear japonesa no se han enfriado, alguna que otra persona recuerda, bien por las lecturas o por las películas que una ciudad arda a 4.000 °C en el momento de la explosión. No creo que ninguna persona residente en Washington, o en París, tampoco en Madrid, entre otros deseen experimentar el terror del momento del estallido de un misil con cabeza nuclear en el centro de esas ciudades.

Los seres humanos no han logrado despojarse de los genes de la maldad heredados desde hace millones de años, aprendieron a convivir con la perversidad y quizás por eso el genocidio de los palestinos en Gaza en manos del sionismo judío no los afecta. Miran con indiferencia los conflictos bélicos y no les reclama a sus gobernantes su propensión por la guerra, a pesar de las desgracias. Hace un siglo se conoció la devastación de la Primera Guerra Mundial, hace 80 años terminó la Segunda Guerra Mundial con un saldo desolador por fortuna, después de la Tercera Nadie contará nada y si queda algunos sobrevivientes, estos envidiarán a los muertos. Quizás por esto el científico Albert Einstein expresó: "El hombre inventó la bomba atómica, pero ningún ratón en el mundo construiría una trampa para ratones". Lee que algo queda.



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Enoc Sánchez


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