La teoría keynesiana ha tenido una influencia significativa en la forma en que los bancos centrales gestionan la política monetaria, especialmente desde la Gran Depresión de la década de 1930. Esta teoría sugiere que la intervención del gobierno y el uso de políticas monetarias expansivas pueden ayudar a estimular la economía, especialmente en tiempos de recesión.
Sin embargo, también se hace una mixtura con otros enfoques económicos, todos concebidos para la problemática económica y monetaria de los países industrializados e imperialistas. Entre estos enfoques tenemos, Teoría Monetarista, asociada con Milton Friedman y enfatizando el control de la oferta monetaria. Otros bancos han adoptado modelos más cercanos a la teoría de los nuevos clásicos, que enfatizan el papel de las expectativas en la economía. El Banco Central Europeo y la Reserva Federal en ciertos períodos, han centrado sus objetivos en la estabilidad de precios.
Todas esas teorías a la cuales se pliegan acríticamente muchos académicos venezolanos, tienen en común que no están pensadas para sacar a ningún país de la pobreza, del subdesarrollo y mucho menos para construir el socialismo como pregonamos en Venezuela. Son de hecho, pensadas o nó con ese fin, instrumentos de dominación imperialista.
Es más las problemáticas económicas que sufrimos en nuestros países pobres y marginados, son la consecuencia de la aplicación de esas teorías en sus países imperialistas, por lo que mal podemos encontrar o esperar soluciones en ellas para nuestras economías.
Por ello no puede ser rebatido nuestro planteamiento que esas teorías económicas, incluidas las keynesianas y monetaristas, se originaron en contextos de países desarrollados y han sido diseñadas para abordar los problemas económicos que enfrentaron estas economías. Los desafíos de los países en desarrollo, como víctimas de sus políticas requieren enfoques distintos.
Esto nos lleva a la necesidad de aportar a ese enfoque económico y monetario propio, que creo debe basarse en un conjunto de componentes, todos dirigidos a la creación endógena de riqueza, constituyendo un sistema, siendo los más estructurantes una política de ahorro nacional, política de estabilidad cambiaria siguiendo los principios de la Cesta Bolivariana y Chavista de reconstrucción (conversión) monetaria, fortalecimiento inmediato y continuado del sistema financiero de la banca y entidades financieras, conjuntamente con la integración del factor social con una política de pleno empleo.
Cada uno de esos componentes tiene un objetivo propio pero todos tributan al mismo objetivo, generación permanente, constante y creciente de riqueza para todos los venezolanos, de acuerdo a su capacidad intelectual y voluntad de trabajo. Es utilizar nuestros recursos y capacidades para solo depender de ellos. El éxito o el fracaso nos pertenecen.
Para la búsqueda de un cambio de paradigma monetario, indispensable, necesario, urgente que nos proteja de los salvajes ataques imperialistas y sirva de modelo a tantos países que necesitan también cambios profundos es fundamental redefinir las bases teóricas que sustentan las normas del BCV. Un enfoque endógeno permitiría diseñar estrategias adaptadas a la realidad nacional, priorizando la generación interna de riqueza y la estabilidad financiera desde una perspectiva propia.
Sin un marco teórico propio, la capacidad del país para anticipar y responder eficazmente a crisis económicas se reduce, afectando la toma de decisiones estratégicas.
Así que no tener nuestro propio marco teórico endógeno aumenta la dependencia de modelos externos, no adecuados para la estructura productiva, social o política local y no nos defiende de los ataques económicos y monetarios de los Estados Unidos.
Desarrollar una teoría económica endógena ofrece ventajas significativas ya que permite diseñar políticas monetarias adaptadas a la realidad del país, maximizando su efectividad, fortalece la autonomía económica, reduciendo la dependencia de modelos externos no ajustarse a las particularidades locales. También facilita una mejor comprensión de los desafíos económicos estructurales, favoreciendo soluciones sostenibles a largo plazo.
Por ello el cambio de paradigma se inicia redefiniendo las bases teóricas que sustentan las normas del BCV. Eso sería un cambio revolucionario mundial propio de un gobierno revolucionario como el que tenemos.
Oscar Rodríguez Estrada 16 de mayo de 2025