" Yo moriré como nací, desnudo..."

"Yo, moriré como nací, desnudo..." "Así escribía el Libertador el año de 1829 a su amigo el Dr. Alamo, y así llegaba ahora a Santa Marta, Colombia, a la mansión hospitalaria de San Pedro Alejandrino. En sus dos últimos años, sintiéndose morir, a cada paso, va profetizando su destino. Al hacer su primera entrada en la quinta advierte en la sala una pequeña biblioteca. ¿Que obras tiene usted aquí, señor Mier ( Joaquín de Mier y Benítez)? -pregunta al hidalgo que se siente honrado de acoger en su casa de campo a tan ilustre personaje.

-Mi biblioteca es muy pobre, general - contesta don Joaquín, mientras el Libertador echaba una ojeada a los anaqueles.

-¡Cómo! -exclama-, si aquí tiene usted la historia de la Humanidad. Aquí está "Gil Blas", el hombre tal cual es; aquí tiene usted el "Quijote", el hombre como debe ser...

Días después, tal vez con el libro de Cervantes en las manos, exclamaba: " Los tres grandes majaderos de la humanidad hemos sido Jesucristo, don Quijote y yo..."

Ya en los tres últimos días que le quedaban de vida le invade una permanente inquietud, manteniéndose, según anota Reverend, ( médico de el Libertador, de origen Francés, siendo su nombre completo Alejandro Próspero Reverend), de la hamaca a la cama y de ésta a la hamaca. Bolívar, con la enfermedad, pesaba aproximadamente cincuenta libras.

A las doce del día 17 de diciembre de 1830, aniversario de la creación de Colombia, comienza el agónico ronquido del Libertador, y a la una de la tarde, "después de una agonía larga pero tranquila", se rinde finalmente el cuerpo fatigado. Había cumplido cuarenta y siete años.

Después de realizada la autopsia, refiere el doctor Reverend, "me dispuse a vestir el cadáver y entre las diferentes prendas que iba a ponerle, advertí que la camisa estaba rota... Bolívar, aún cadáver, no viste ropa rasgada; si no hay otra voy a mandar por una de las mías. Entonces fue cuando me trajeron una camisa del general José Laurencio Silva..."

La noticia del fallecimiento del Libertador llegó a Maracaibo el 21 de enero y descastado (ingrato), uno de esos miserables venezolanos surgidos de los bajos fondos de todas las reacciones, Juan Antonio Gómez, gobernador de la provincia, se apresuró a trasmitirla al Ministro del Interior en los términos siguientes. "Bolívar -decía éste bárbaro Procónsul-, el genio del mal, la tea de la discordia, o mejor diré, el opresor de su patria, ya dejó de existir y de promover males que fluían siempre sobre sus conciudadanos. Por noticia tan plausible me congratulo con usted...." Y el Ministro del Interior, Antonio Leocadio Guzmán, otro miserable, ¡ordenó la publicación de esa infamia en la Gaceta Oficial de la República...!

Así murió Nuestro Señor, el Libertador: ¡sin camisa!. calumniado por unos, perseguido y negado por otros, hasta más allá de la tumba; y así, purificado por el dolor, subió a los cielos de la Inmortalidad, y ahora allí le ve la posteridad al lado de las figuras ideales de Jesús y el Quijote..."

pedroluisbastardo1979@gmail.com

Abogado Universidad Santa María.

Defensor Público Jubilado.

Fuente: Libro "El Superhombre" de J. A. Cova.



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