El sabio José Francisco Torrealba se queda afuera y Fernández Moran va al Panteón Nacional

La vida y obra de José Francisco Torrealba representan un ejemplo paradigmático del científico comprometido con su país y su gente. Su labor incansable en la lucha contra el Mal de Chagas, sus investigaciones pioneras y su profunda conexión con la realidad social venezolana lo convierten en un referente indiscutible de la ciencia nacional. En contraste, la figura de Humberto Fernández Morán nos presenta un perfil distinto, marcado por una trayectoria internacional y una relación compleja con el contexto político venezolano.

Aunque en épocas diferentes, mientras Torrealba dedicó su vida a combatir las enfermedades que aquejaban a su pueblo, Fernández Morán desarrolló una carrera científica de renombre mundial, pero su impacto directo en el desarrollo científico y tecnológico de Venezuela es objeto de debate. Esta contraposición nos invita a reflexionar sobre los diferentes caminos que pueden tomar los científicos y sobre la importancia de valorar el compromiso con el desarrollo nacional.

La posible incorporación de Humberto Fernández Morán al Panteón Nacional de Venezuela invita a una reflexión profunda y matizada. Es crucial considerar tanto sus innegables aportes científicos como los aspectos controversiales de su trayectoria, así como las implicaciones para el desarrollo científico y tecnológico del país.

José Francisco Torrealba (1896-1973) no solo fue un destacado médico, sino un visionario que dedicó su vida a desentrañar los misterios de las enfermedades tropicales, con un enfoque especial en el Mal de Chagas. Su labor representó un punto de inflexión en la historia de la salud pública venezolana.

Su xenodiagnóstico, pionero a nivel mundial en la aplicación a un amplio número de pacientes humanos, revolucionó el diagnóstico del Mal de Chagas. Este avance permitió identificar un problema de salud pública de dimensiones alarmantes, hasta entonces subestimado.

Torrealba no se limitó a investigar, sino que también se convirtió en un incansable divulgador de la importancia epidemiológica del Mal de Chagas. Sus alertas a médicos y autoridades sanitarias fueron cruciales para impulsar las campañas anti chagásicas. Su estimación de que existían alrededor de un millón de casos de Mal de Chagas en Venezuela fue un llamado de atención que movilizó recursos y esfuerzos para combatir esta enfermedad.

Gracias a Torrealba, se comprendió la magnitud del problema y se tomaron medidas para proteger a la población. Sus restos deberían reposar junto con otros héroes de la salud y de la ciencia de Venezuela, en el Panteón Nacional ya que siempre soñaron, con mirar brillando en el patio, el claro sol de su país. Este reconocimiento sería un tributo a su incansable labor y a su profundo amor por Venezuela.

En cuanto a Fernández Moran es importante reconocer que su formación y el trabajo inicial estuvieron marcados por el contexto de la Segunda Guerra Mundial y su estancia en Alemania. Esto plantea interrogantes legítimas sobre las influencias que pudieron haber moldeado su pensamiento y obra. Sería valioso, en aras de la transparencia histórica, esclarecer cualquier posible vínculo temprano con el régimen nazi, aunque sin prejuzgar su valía científica.

Su cercanía al gobierno de Marcos Pérez Jiménez es otro punto de debate. Su rol como Ministro de Educación y su posterior exilio generan cuestionamientos, especialmente en un país que conmemora el 23 de enero como fecha emblemática de la democracia y del proceso bolivariano. Es fundamental sopesar sus méritos científicos con las implicaciones políticas de su figura.

Si bien sus logros científicos internacionales y foráneos son incuestionables, no deben eclipsar el análisis de su impacto en Venezuela. Es pertinente preguntarse por el alcance de su legado en el desarrollo científico y tecnológico nacional, en comparación con otros científicos que trabajaron directamente en el país.

Sería enriquecedor promover un debate sobre cómo valorar y fomentar a los científicos que han dedicado sus carreras al desarrollo de Venezuela, superando obstáculos y contribuyendo al bienestar de la sociedad. Figuras como los pioneros y seguidores en la lucha contra la Lepra, el Paludismo y el Mal de Chagas merecen un reconocimiento especial. En el Panteón Nacional se les rinden tributos a nuestros héroes y heroínas civiles y militares que han dado aportes superiores a la sociedad venezolana. y deben estar los héroes de la salud y la ciencia, Fernández Moran hombre de gran talento y realizaciones no llegó a esa categoría.

En lugar de centrarnos y elevar exclusivamente figuras con proyección internacional, podríamos destacar a aquellos científicos que, desde Venezuela, han logrado trascender y aportar al conocimiento universal como fue el caso de José Francisco Torrealba. Este enfoque fortalecería el diálogo sobre el futuro de la ciencia en el país y la importancia de apoyar el talento local.

Fernández Morán trajo a Venezuela resultados de sus investigaciones en el extranjero, en el área denominada conocimiento de punta, mientras que en esta situación debemos valorar a todos aquellos científicos y tecnólogos que han realizado o están realizando investigaciones en la base. En los males que más afligen a la población.

Belkis Hernandez colaboró con este artículo.

Oscar Rodríguez Estrada 12 de marzo de 2025



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Oscar Rodríguez E


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