Las tierras raras son un grupo de 17 elementos químicos que se caracterizan por tener propiedades magnéticas y conductoras de electricidad siendo ampliamente utilizado en la industria moderna.
Tendemos a pensar que el nombre de «tierras raras» se debe a que se trata de elementos escasos en la corteza terrestre, aunque algunos elementos como el cerio, el itrio y el neodimio son más abundantes.
A estos elementos se les llama "raros" porque es inusual encontrarlos en su forma pura, a pesar de que existen depósitos de algunos de ellos repartidos por el mundo. El término "tierra" es una expresión antigua que se utilizaba para describir sustancias que podían disolverse en ácido, o en otras palabras, era una manera antigua de referirse a los óxidos.
Las tierras raras son el corazón invisible de nuestras tecnologías más avanzadas, desde teléfonos inteligentes y vehículos eléctricos hasta turbinas eólicas y sistemas de defensa y en la lucha global entre las grandes potencias por el control de estos valiosos recursos, se ha escalado la tensión entre Estados Unidos y China, por ser esta la dueña de la mayor parte de las reservas mundiales y tener el dominio del procesamiento, por lo que ostenta una clara ventaja estratégica.
Conscientes de su dependencia y en su afán de competencia y no cooperación, Estados Unidos ha redoblado sus esfuerzos para diversificar sus fuentes de suministro y desarrollar capacidades internas de producción y procesamiento. Esta pugna por el acceso y control de las tierras raras no solo evidencia la creciente rivalidad geopolítica entre las dos potencias con regímenes aparentemente diferentes, sino que también destaca la concluyente importancia de mantener cadenas de suministro idóneas para sostener el avance tecnológico y económico.
Venezuela en este nuevo contexto industrial y comercial y de competencia inter capitalista, tiene importantes depósitos de tierras raras en el Arco Minero del Orinoco, al norte del estado Bolívar ya que con su rica geología, alberga depósitos significativos de tierras raras, en particular en el Escudo de Guayana. Estos minerales son esenciales para la fabricación de imanes permanentes utilizados en turbinas eólicas, vehículos eléctricos y otros dispositivos de alta tecnología, lo que coloca a Venezuela en una posición estratégica en la transición hacia energías más limpias.
Sin embargo, desarrollar esta industria enfrenta retos considerables ya que la inversión en infraestructura y tecnología es considerable para su extracción y procesamiento eficientes. Además, la implementación de prácticas mineras sostenibles es fundamental para minimizar el impacto ambiental y aunque no se quiera atraer inversiones y desarrollar proyectos a largo plazo.
A pesar de estos desafíos, el potencial de Venezuela en tierras raras es innegable, por lo que puede estar en la mira de algún imperialismo. La diversificación de su economía y la participación en la cadena de suministro global de minerales críticos podrían generar beneficios significativos para el país, de incluir la explotación de estos minerales. La clave radica en la implementación de políticas claras, la atracción de inversiones responsables y mantener la rentabilidad nacionalista.
Potencial de Venezuela
La explotación sostenible de estos recursos podría atraer inversiones extranjeras y generar empleos, además de reducir la dependencia del petróleo. Sin embargo, para lograrlo, es fundamental que el país implemente una política económica sólida, promueva la investigación y el desarrollo, y establezca un marco regulatorio socialista y revolucionario claro. De este modo, Venezuela podría construir una economía más resiliente y diversificada y la ayudaría en la diversificación de su economía más allá del petróleo.