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En 1944, mi hermano Rommel se asomó a la cuna donde yo me encontraba, y mirándome con asombro y atención dijo: "-Pero si es nerro picón". Lo de nerro se refiere a negro. Rommel tenía tres años, y por muchos años me llamarían Nerro Picón, sobre todo mi madre. Vivíamos en Santa María de Ipire, y poco después de mi nacimiento, Rommel pisó un clavo, se le infectó el pie, a los pocos días tuvo tétano, no había médicos en cien kilómetros a la redonda y murió. Mi padre perdió la razón, huyó de casa, anduvo por las carreteras, hasta que lo encontraron sin saber de sí, y entonces mi madre tomó la decisión de huir de aquel pueblo, de salir de allí a como diese lugar, y le escribió un telegrama a mi tío Francisco (el padre de Isaías): "Salgo para esa. Javier perdió la razón".
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"Para esa", era las Mercedes del Llano, donde mi tío era Jefe Civil, y llegamos a principios de 1945, cuando Isaías tenía dos años. Mi mamá adoraba a su hermano Francisco (quien nunca la desamparó), y por él, uno de nuestros hermanos llevó su nombre. Mi tío Francisco era un hombre famoso en los llanos, coplero, había escrito una novela, recuerdo verle llevar al cinto una pistola. Tuvo varios hatos, al igual que sus hermanos. Su hermano Guillermo dirigió por muchos años el Hato Palanque, al que Gómez llevó estudiantes presos para que trabajasen en carreteras y caminos. Con ayuda de mi tío Francisco, mi padre montó una talabartería y mi madre una sastrería, además de una bodega y una pensión, los cuales tuvieron a finales de los cuarenta, un espectacular florecimiento con la llegada a Roblecito de ciento de obreros petroleros, que pernoctaban en Las Mercedes.
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Isaías Rodríguez Díaz admiraba a su padre, y acabaría siendo desde niño coplero como él. Era el mayor, de otros tres: Lucila, Valmore y Francisco Augusto. Isaías llegó a escribir varios libros sobre los llanos y sus coplas. Se distinguía por viveza natural, por su agudeza y sus ambiciones intelectuales. La madre de Isaías era Luisa Díaz, hermana del también famoso escritor Pedro Díaz Seijas, quien sería director de Cultura durante el mandato de Pérez Jiménez y luego en la democracia Puntofijista, embajador en México. Luisa, a la vez, venía siendo prima de mi madre, Clara Rodríguez, de modo que nosotros, los hijos de Clara, teníamos un especial parentesco con los hijos de mi tío Francisco.
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La familia de mi madre estaba tocada por los dones milagrosos de la poesía. Ella tocaba la guitarra y se conocía de memoria cientos de poemas, podía recitar de memoria íntegramente "Vuelta a la Patria" de Pérez Bonalde, por ejemplo. Ella estaba emparentada con Alirio Díaz Guerra (su tío), quien a los 21 años fue Secretario Privado del general Joaquín Crespo. Alirio Díaz Guerra era poeta, novelista y médico (querido con especial devoción por mi madre), oriundo de la ciudad de Tunja, quien emigró a Venezuela producto de la pertinaz guerra entre liberales y conservadores. Alirio Díaz Guerra llegó a Venezuela junto con el grandioso poeta José María Vargas Vila. Toda la historia de esta peculiar parentela nuestra la conoce (y la ha escrito) admirablemente mi hermano Adolfo Rodríguez. Existen estudios, trabajos publicados al respecto y especialmente publicados en el diario "El Universal", de que nuestra familia está emparentada con Simón Rodríguez, y esto hay que decirlo sin pretensión alguna.
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A partir de 1950, mi familia se estableció en San Juan de Los Morros, donde mi tío Francisco era propietario de varias viviendas, y nos cedió una para que nos estableciéramos, en la calle Santa Isabel. Mi familia fue siempre muy pobre. En esa casa nació mi hermano menor, Francisco. Desde entonces, en lo particular, me hice asiduo visitante de la casa de mi tío Francisco a la salida de Los Llanos, y cultivé con devoción profunda una gloriosa amistad con Valmore. Mi tío, que era a veces hiriente o muy sarcástico en sus comentarios, al ver que yo llegaba a su casa, le gritaba a Valmore: "-Llegó tu novio". A mí me arrechaban estas salidas, pero tragaba saliva para contenerme.
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Mi tío le puso Isaías, por Isaías Medina Angarita, así como llamó a Valmore por el famoso dirigente adeco Valmore Rodríguez. Mi tío era un lince y no lo cogían desprevenido. No era en absoluto fruta que comiera mono (en su propio decir). En esos tiempos en San Juan, mis primos Valmore, Isaías, Lucila y Francisco Augusto, estudiaban en el único colegio privado de la ciudad, en uno de los extremos de la Avenida Los Puentes. Isaías se graduaría de bachiller y luego pasaría a la UCV donde se graduaría de abogado. Se distinguió como un excelente jurista, se estableció en Maracay, al tiempo que fue profesor de posgrado en la Universidad de Carabobo. A raíz de la escisión que AD produjo al MEP, se hizo dirigente del movimiento del maestro Prieto. Sobre la situación política del país, tuvimos largos debates, en los que yo me enmarcaba en una posición radical.
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Estuvimos varios años en los que perdimos contacto Isaías y mi persona. Yo estuve durante ocho años fuera del país, luego me fui a trabajar a Cumaná, después a Mérida. En varios encuentros académicos nos llegamos a topar en la Universidad de Carabobo. Luego, cuando apareció Chávez en 1992, nos volvimos a poner en contacto. El resto de la historia es harto conocida. Fue Isaías quien en gran medida abortó el golpe de Carmona en 2002, cuando con engaños llamó a toda la prensa nacional para dar unas una rueda de prensa, en la que la derecha suponía que él se declararía contra Chávez. Una vez, en plena conferencia, Isaías valientemente declaró que estábamos en medio de un GOLPE DE ESTADO. Esto fue fulminante para los medios, para el empresariado apátrida, para la CTV de Carlos Ortega y para la cúpula eclesiástica. De aquí en adelante el vuelco a favor del movimiento bolivariano sería fulminante. Isaías se mantuvo leal a los ideales del pensamiento de Chávez hasta el último momento.