Oda a Palestina

En las tierras ancestrales de Palestina, donde el sol acaricia suavemente las colinas y el viento susurra historias olvidadas, florece una historia rica y vibrante. Desde tiempos inmemoriales, estas tierras han sido testigos de civilizaciones que han dejado su huella en cada rincón.

Las antiguas piedras nos hablan de los cananeos, quienes construyeron ciudades y levantaron templos en honor a sus dioses. Los filisteos, valientes guerreros del mar, dejaron su marca en la costa mediterránea. Y los hebreos, con su fe inquebrantable, forjaron una conexión eterna con esta tierra sagrada.

A través de los siglos, imperios como el romano, el bizantino y el otomano reclamaron su dominio sobre estas tierras, dejando vestigios de su grandeza en forma de ruinas y monumentos. Cada piedra cuenta una historia de conquistas y resistencia.

Pero más allá de las piedras antiguas, la cultura palestina hasta antes de la guerra florecía con una vitalidad única. Sus tradiciones, música y danzas evocando un sentido de identidad arraigado en la tierra misma. Las coloridas vestimentas bordadas a mano cuentan historias de generaciones pasadas y transmiten un legado cultural que se niega a desvanecer.

En cada pueblo y ciudad palestina, se podía saborear la deliciosa cocina tradicional que combina sabores locales con influencias árabes y mediterráneas. El aroma del za'atar y el dulce sabor del baklava se envolvían en un abrazo cálido y acogedor.

Pero detrás de esta rica historia y cultura, también encontramos el dolor y el sufrimiento. El conflicto que ha marcado la historia reciente de Palestina ha dejado cicatrices profundas en su gente y en su tierra. La lucha por la autodeterminación y la búsqueda de la paz son constantes en el corazón de cada palestino.

A pesar de los desafíos, la historia y la cultura de Palestina persisten, resistiendo con una fuerza inquebrantable. En cada melodía entonada, en cada poema recitado y en cada baile ejecutado con gracia, se encuentra la esperanza de un futuro donde la paz y la justicia florezcan en las tierras ancestrales.

Hoy en el umbral de nuestra propia humanidad, se despliega un paisaje desolador. Palestina, tierra famélica y desgarrada, se convierte en el reflejo más trágico de lo que hemos llegado a ser. En sus calles yacen los restos de inocencia destrozada, niños desmembrados que claman por justicia en un mundo indiferente.

Ya no hay palabras suficientes para describir el horror que se ha apoderado de aquel lugar. La crueldad ha dejado su huella indeleble en cada rincón, como un grito silenciado que se eleva al cielo buscando respuestas que nunca llegarán.

¿Qué nos ha sucedido como especie? ¿Cómo hemos llegado a este punto en el que la violencia y el sufrimiento son moneda corriente? La imagen y semejanza de lo humano se desvanece ante nuestros ojos, dando paso a una sombra de indiferencia y egoísmo.

Es hora de despertar, de alzar la voz en defensa de la humanidad perdida. Palestina nos recuerda que somos responsables de nuestro destino colectivo, que cada vida cuenta y merece ser protegida. No podemos permitirnos seguir siendo testigos mudos de tanta injusticia.

Que estas palabras sean un llamado a la reflexión, a la solidaridad y al compromiso. Que no olvidemos nunca la tragedia que ha asolado a Palestina, ni tampoco las miles de historias similares que se repiten a lo largo y ancho del mundo.

Seamos conscientes de nuestra capacidad para cambiar las cosas, para construir un futuro donde la paz y el respeto sean los cimientos sobre los que se sustente nuestra humanidad. Que nunca más se repita la imagen y semejanza de un ser que ya no es humano.



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Jhon Jairo Salinas

Dirigente Social, Promotor de Derechos Humanos, Activista del Movimiento Social por la Paz en Colombia, Poeta y Escritor.

 jjsalinas69@gmail.com

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