Cuento o razón

¿Por qué los pueblos son chismosos?

El periodista Juancho Marcano, venía de La Asunción, donde estaba haciendo ciertas diligencias, y cuando llegó al Mirador del Portachuelo de la Tacarigua de Margarita, se detuvo y, como eran ya horas de la tarde, se dispuso a contemplar los crespúsculos de Juangriego allá en la distancia. Por eso lanzó su mirada sobre el potro del paisaje de los pueblos, que están antes del puerto juangrieguero, y observó como una moneda de oro se enterraba en el horizonte y lloraba en su delirio, lágrimas doradas y destellantes. "De verdad que esto es todo un espectáculo, razón tienen los turistas cuando desde aquí observan la muerte del astro rey, todas las tardes en la sabana del mar límpida y azul de Juangriego", se dijo el reportero.

Pero ya extasiado de aquella panorámica, se montó en su carro y se llegó hasta su casa, pues ya la noche le estaba tocándole la puerta a la hora vespertina para entrar. Al llegar, como siempre, lo recibió su perro Pipo, muy contento por su llegada y con la angustia ya pasada, pues el periodista cuando ya entra un poco la oscurana de la noche, la vista le falla; le comentó: "Juancho, hoy escuché que aquí la gente lo entretiene el chisme y eso le ha traído consecuencias dañinas a ciertas personas. ¿Me podías explicar el por qué el chisme?"

El periodista que quería ver unos mensajes de washap, no le quedó más remedio, que manifestar: "Amigo, Pipo, por lo que he leído y por experiencia propia, los pueblos pequeños les entretiene el chisme, es decir los rumores que se dicen por ahí, y todo eso pasa porque los poblados, no tienen otra diversión y por eso les divierte la vida de otros, de ahí es que tú ves a mucha gente sentada en las puertas de la casa, para ver quién pasa y hasta lo paran, para ver si tiene algo nuevo que contar, para iniciar una cadena que a la final llega toda tergiversada.

A mi me contaba un amigo de un pueblito andino, que si alguien a medianoche o de madrugada, pasaba con una aguja grande puyando puertas y ventanas, eran muchas las personas que amanecían tuertas o ciegas; porque eso es otra mala costumbre que había y no sé si hay en los pueblos, que están pendiente a qué hora llegó fulanita y con quien llegó; o si fulanito pasó borracho a esa hora, y todo para tener tema de conversa".

Pipo, se hizo la cruz y dijo: "Ave Mará Purísima", y después periodista y perro, pasaron para la casa, donde los esperaba la esposa de Juancho.



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Emigdio Malaver

Margariteño. Economista y Comunicación Social. Ha colaborado con diferentes publicaciones venezolanas.

 emalaverg@gmail.com      @Malavermillo

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