"Domingo Alberto Rangel descuella entre sus paisanos no sólo por su talento indiscutible y por su desinterés personal, sino por el orgullo que siente de ser de donde es"

Alfonso Ramírez en Alegría y gracia de Tovar (1993)

Tovar es Domingo Alberto y Domingo Alberto es el Tovar presente en casi todas sus obras: desde "Los andinos al poder" (1964), "Domingo de Resurrección" (1966), "El Proceso al Capitalismo Contemporáneo en Venezuela" (1968), "Capital y Desarrollo: la etapa agraria. Tomo I" (1969), "Gómez, el amo del poder " (1975), "La canción del recuerdo" (1985), "La Revolución de las fantasías" (1988), "Pueblos de fuego" (1994), "Versos de amor silvestre" (1994), "Entre gochos y maracuchos" (1999), "Tovar desde un balcón" (2000), "Desde el balcón de Carmencita" (2002), "Alzado contra todos" (2003), "Alberto Adriani y la Venezuela que no pudo ser" (2004), "Pancha la Roja" (2011) y "Mi tía Elba" (2012), y el maravilloso artículo publicado, entre muchos, en el suplemento cultural de Últimas Noticias (UN) "Tovar era un pueblecillo con reminiscencias del renacimiento italiano" (2000), que en suma serían un par de tomos dedicados a su Tovar natal que siempre lo hizo sentir orgulloso "…de ser de donde es", al contrario del pueblo que lo vio nacer que silencio su Centenario. Señalaba Don Miguel de Unamuno, que: "Vivimos en y por el recuerdo, y nuestra vida espiritual no es el fondo sino el esfuerzo que hacemos para que nuestros recuerdos se perpetúen y se vuelvan esperanza, para que nuestro pasado se vuelva futuro"

Para reafirmar su orgullo y para calibrar nuestra desvergüenza con motivo de su centenario podría citar interminables frases de su profunda y sentida tovareñidad, presentes en su añoranza del Tovar de la primera mitad del siglo XX, de su reafirmación constante de la importancia económica de Tovar como enclave comercial y de su trascendente cultura. Pero no, aunque las tengo en su mayoría debidamente señaladas, lo haré enfocado en el artículo que publicó en UN: "Entre los pueblos de la cordillera andina era Tovar un verdadero milagro", "Sin acta de fundación, sin bachiller de letra menuda, sin santo patrón, en el valle del río Mocotíes aparecieron unas casas, cada vez más apretadas, se vislumbró una calle y muy pronto allí caracoleó un caballo o relinchó una mula cargada de café, el pueblo era ya una realidad", "Tovar pudo convertirse en un pequeño microcosmos de gentes audaces arrojadas a la cordillera porque aprovecha las tragedias de Venezuela y de Colombia", "Así nace, va encumbrándose Tovar hasta alcanzar para los años treinta de nuestro siglo una condición que no tenía tal vez ningún otro pueblo de Venezuela", "…en el Tovar de los años treinta la cultura alcanzaba ya a penetrar toda la sociedad", "El Tovar de aquellos tiempos pudiera haberse comparado con las pequeñas ciudades italianas del Renacimiento" y"El Tovar de mi infancia era una Florencia mucho más modesta pero no menos culta"(1) Que manera más elocuente para reafirmar el ser tovareño, sus pensamientos deberían andar de boca en boca y su legado debería constituirse de estudio obligatorio en las escuelas.

Contrario al deber ser, cuando iniciamos la cuenta regresiva de ocho días para su centenario (1923 -17 de mayo- 2023) en Tovar la tierra natal de este eximio tovareño, nadie habla de su figura señera, menos de su legado transcendente… la mirada indolente y el olvido de las autoridades se imponen como orden del día, en un municipio, estado y país civilizado, gobernado por políticos sensatos desde hace mucho tiempo se estaría conmemorando su Centenario, tirado al olvido, incluso por la Facultad de Economía de la ULA y peor de la UCV porque fue donde aporto sus mayores desvelos y lideró una lucha ejemplar por un cambio social. A no ser por el recuerdo de sus hijas en Facebook, de su hijo en otros espacios y uno que eleva su voz incesante suplicando que "honrar honra", la celebración hubiese pasado del todo por debajo de la mesa.

Domingo Alberto Rangel es uno de los pensadores venezolanos más sólidos de la segunda mitad del siglo XX venezolano, de una verticalidad absoluta, conocedor como pocos de nuestra historia, economía y política, una de las mentes más brillantes y mejor informadas del acontecer mundial, cuya obra portentosa alcanza los 100 libros y más de 10.000 artículos de prensa, si colocamos página tras página sería inalcanzable ante nuestra vista y lo más importante sin una cita de nadie, lo que lo convierte en un pensador fuera de serie y digno de un récord Guinness como el escritor más prolífico del país.

Recuerdo cuando en 1999 con el coauspicio de varias instituciones logramos dedicarle la revista Casa de la Fragua N° 10 enero-septiembre del 2001 y la exposición "Domingo de Resurrección" en tres etapas: junio en Mérida, septiembre en Tovar y enero del 2000 en San Cristóbal, así pudimos ver su alma pintada en el papel y su presencia vivificante, su conferencia en la Ruta del Arte de Tovar aún resuena en la mente de muchos de los presentes, que luego fue recogida en el folleto "Tovar desde un balcón", porque siempre lo recordó en sus escritos desde el balcón de la casa de su padre, de la casa Burguera o de la casa D. Caro.

Su centenario no puede pasar por alto y la desmemoria no debe terminar por imponerse, con mi mayor respeto solicito que las autoridades se pronuncien y hagan algo. Recuerden que sus cargos son efímeros y la obra, vida y legado de Domingo Alberto Rangel es inmortal... DAR aunque queramos ocultarlo siempre tendrá quien lo consulte por el carácter referencial de su obra. Un centenar de libros no pueden pasar desapercibidos.

La historia se vivifica cuando nos hacemos eco de la figura preclara de los verdaderos constructores de ciudadanía y no de cualquier tirapiedras que nos enfrascamos en elevar a la categoría de héroe con pies de barro y sin sustento, ejemplos sobran. Por lo escrito no me satanicen, desde enero del 2022 he venido recordando la necesidad de no dejar pasar por alto el centenario de "Un tovareño llamado Domingo Alberto"

Notas:

1. Suplemento Cultural de Ultimas Noticias, domingo 13 de julio de 2000. p. 7