Concluyendo 2022: buscando las buenas noticias

Busquemos las buenas noticias. Eso pensé durante mi espacio diario de meditación trascendental. Porque esa técnica transciende la realidad diaria sensorial, las noticias siempre tristes, dolorosas, al constatar que la humanidad se nos va a la deriva, cuando los que gobiernan, mandan, deciden, actúan, por lo general lo hacen a costa del sufrimiento humano.

Y me había propuesto escribir otro artículo rememorando todos los conflictos, guerras, batallas que se están dando ahora mismo en el mundo, en nuestro único y contaminado planeta, emulando al querido Walter Martínez. ¡Pero no! Meditar me trae ideas, me ilumina en verdad, me conduce, cuando me entrego, hacia lo que ansiamos todos, cada uno de nosotros, pero que se nos hace difícil permitir que se exprese: la necesidad de armonía y serenidad en nuestras vidas.

Así que me pregunté: ¿por qué siempre escudriñar la maldad en el mundo, lo peor del comportamiento humano capaz de matar vidas inocentes, niños, civiles y hasta soldados que, confusos o no, exponen su sagrada vida sin razón válida alguna?

¡NO, mil veces NO! Hoy, último día del año 2022, a escasos pocos días de haber conmemorado el nacimiento de un Niño que trajo esperanzas, a muchos, a millones, quien a través de sus enseñanzas de amor y verdades, de extrema sensatez, al desnudar las hipocresías del mundo, pero, sobre todo, a través de los milagros, nos llena de esperanzas.

Busquemos lo bueno, al menos por unas horas. Busquemos noticias felices, familias que, llenas de amor, se reúnen alrededor de una mesa, para compartir y esperar las doce campanadas de un Nuevo Año. Compartir no solo los alimentos necesarios para el cuerpo, pero, como dice nuestro muy sabio maestro Enrique Dussel: "sin comer no vivimos, ¿cómo vamos entonces a filosofar?".

Busquemos lo bueno más allá de las tradiciones y las fiestas, necesarias, pues nos reportan al núcleo familiar, nuestro original, con nuestra madre y padre, hermanos, familia. Cuando éramos niños y sentíamos la felicidad enorme de estar juntos, con los algarabíos de nuestras voces, muchos más si, como yo, somos de origen italiano, muy bien contaminados con el espíritu alegre venezolano.

Busquemos lo bueno, inventemos momentos en hacer sinceros esfuerzos para sentir lo bello de la vida, en comunidad. Cuando, por ejemplo, el simple gesto de llevarle unos bizcochos a los amigos, a vecinos, nos llena de alegría, de afecto dado y recibido, de dones compartidos. Cuando darle una mano al desposeído es concedernos a nosotros mismos la capacidad de la ternura.

Tengo como propósito contagiar a mi amigo secreto Diogenes en la búsqueda de lo bueno, de las noticias felices, de hurgar en decisiones de gobiernos que se hagan en virtud del bienestar de los pueblos. Ignorar, aunque sea por unas horas, al ser miserable, a los malditos que juegan con la vida humana.

Apreciados lectores: este propósito del día de Año Viejo, nuestro último día de un año 2022 donde estuvimos juntos, a veces a menudo, en ocasiones más distantes, pero siempre presentes, no significará que olvidemos aquellos que nos necesitan, a nuestros hermanos vulnerables, desafortunados, necesitados, los que sufren hambre, miserias, dolores, muchos otros sin esperanzas, lo peor que pueda suceder, dejar de creer que alguien bueno aparecerá para darnos una mano solidaria.

Estas líneas no ayudarán a ello, solo será un gusto el transmitir estas reflexiones, en saber que otros las leerán, tal vez significará algo también para ustedes, tal vez serán solo una mala lectura para ignorar. Para mí, estas líneas siempre son importantes. Las comparto con ustedes desde hace más de diez años y significan el contacto con otros seres humanos, mis hermanos, dispuestos a leer lo que otros escriban, buscando una luz en el camino, una orientación o una empatía con lo expresado, un reconocerse a sí mismo a través de las reflexiones de otros. O hasta nuevos impulsos para crear.

Para mí, estos casi doscientos artículos publicados en aporrea.org, han representado una manera de participar y hacer contacto con ustedes, muy honrada por sus lecturas, por sus comentarios, aun cuando no siempre manifiestan una aceptación de las ideas que describo.

Para mí, escribir significa de cierta manera que aquí estoy, sufriendo y sintiendo con ustedes los avatares de nuestro país, las angustias del mundo que nos llenan de temor, la frustración e impotencia, el dolor de nuestras mujeres asesinadas, de nuestros jóvenes migrantes hacia destinos muy inciertos casi siempre infelices, el inmenso dolor de los niños asesinados. Representan en ocasiones hasta la alegría que se desea compartir cuando llega esa noticia buena. Cuando se nos presenta esa conciencia iluminada que nos habla y nos toca las fibras más íntimas de nuestro ser.

Estas palabras, que plasmo en los textos que envío a aporrea.org, representan la posibilidad de dejarles a mis nietos (que aún no llegan y que, seguramente, no conoceré), unas palabras que les cuenten, no las hermosas fábulas de Disney, sino este período de la vida que transcurre en medio de tanta dificultad.

Textos que les hablarán sobre la necesidad de buscar buenas noticias, de crearlas nosotros mismos, de generar acciones que nos llenen de energía al buscar la luz, practicar la paciencia, desarrollar la fortaleza y el impulso necesario, para continuar: cabeza en alto, andar despierto, mirada al frente, dispuestos a cargar todo el peso del mundo pues llevaremos consigo el conocimiento amoroso de la verdad, de la justicia, del mundo bueno, del lado correcto de la historia. Lo reconoceremos pues sentiremos el amor entre los seres humanos.

Un agradecimiento muy especial a los compañeros de aporrea por permitirme siempre esta posibilidad de acercamiento con ustedes lectores, no importa el tema, no importa la ideología, sino por siempre dar la bienvenida a la creatividad del pensamiento.

Al finalizar este año 2022 un agradecimiento especial a mi compañero Diogenes. Con su sabiduría ha sido un maestro dedicado inculcando orden y raciocino a un manojo de sentimientos. La complementariedad perfecta.

A los compañeros del grupo Biké (reflexionar) quienes, desde varios países latinoamericanos, a través del pensamiento y el estudio, comprendimos que juntos, desde nuestro pequeño mundo, es mucho lo que se puede y debe hacer, para nuestra Patria Grande.

Llegue a todos ustedes mi augurio sincero de un mejor Año 2023.

 



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Flavia Riggione

Profesora e investigadora (J) Titular de la UCV.

 flaviariggione@hotmail.com

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