De la utopía chavista a la distopía madurista (parte I)

Con la llegada del madurismo al poder, cargando con su maleta de disparates ideológicos como eso de burguesía amorosa y revolucionaria, la preocupación por el problema teórico serio de la transición al socialismo perdió vitalidad. Puede más bien afirmarse, que la tarea principal, asumida por esta fracción reformista proburguesa en la actualidad es: cómo darse la vuelta para hacer involucionar la nación a la esfera del capitalismo subdesarrollado, dependiente, suministrador de materias primas que los centros del capitalismo mundial una vez le asignaron a Venezuela, principalmente el Imperialismo norteamericano; situación aquella que con el presidente Chávez hubo intentos concretos por superase.

Pero el desprestigio que ha sufrido en la actualidad venezolana el proyecto socialista en manos de la fracción madurista es evidente. Sin embargo, todavía hay la posibilidad y esperanza de que si la dispersa militancia anticapitalista logre unificar sus fuerzas y reconectar sus luchas con el horizonte socialista a partir de la situación cotidiana concreta de la población, el proyecto histórico de liberación en Venezuela asumiría, qué duda cabe, una nueva dinámica.

Hoy el análisis, el debate y la investigación sobre la transición fueron abandonados y ese lugar lo está ocupando la pugnacidad de las distintas corrientes que conforman el chavismo, lo que indica claramente que la lucha de clases en su seno es una realidad y una tarea todavía por resolverse; se trata de la lucha por quién en definitiva se quedará con la conducción del Timón del Estado y la dirección de la revolución bolivariana. Este proceso se encuentra en pleno desarrollo a lo interno de la fuerza política más grande hoy en la sociedad venezolana; el chavismo. Todavía no se puede decir quien tiene la última palabra.

Esta situación de abandono del problema de la transición al socialismo nos obliga entonces a hacer un esfuerzo por caracterizar a esa gavilla de actores políticos que se mueven en el campo de la contrarrevolución, promotores de la distopía de derecha que controlan el poder. Y al mismo tiempo necesitamos precisar cuáles son esas fuerzas políticas de la izquierda revolucionaria y movimientos sociales que lo hacen desde el campo de la utopía del chavismo socialista y revolucionario.

Pero antes, para poder seguir avanzando, pensamos que es necesario hacer nuestras propias definiciones de lo que para nosotros significa ser de derecha y ser de izquierda, no sólo a los efectos de establecer las diferencias de una u otra postura sino también con el propósito de adelantarnos a darle respuesta a lo que se ha vuelto un debate que el pueblo en general lo percibe como un debate inútil, ya que no le aporta nada concreto a la solución de sus problemas concretos. Entonces, para nosotros ser de derecha es: todo aquel que apuesta a la continuidad y mantenimiento de la explotación, la desigualdad, la exclusión y las relaciones sociales y económicas de dominación y opresión ejercidas por las minorías opulentas dueñas del capital apoyadas en el poder del Estado.

Y en el polo opuesto, ser de la izquierda revolucionaria, es apostar por una sociedad donde se elimine la opresión y explotación capitalista, la enajenación; donde se le faciliten a las mujeres y los hombres condiciones materiales y emocionales para el libre desarrollo su personalidad, donde el pueblo trabajador sea el planificador consciente de la producción de los bienes y servicios para satisfacer sus necesidades, y elabore democráticamente su propio modelo de vida ejerciéndola a través de las organizaciones que pueda y decida darse.

Echas estas breves definiciones, pasaremos entonces a realizar un análisis de la coyuntura, de cuáles son las fuerzas de derecha tanto a lo interno de la revolución bolivariana y cuáles son sus planes, y como se relacionan con la derecha exógena. Para luego tratar de determinar cómo se ubican las fuerzas revolucionarias que se mueven también a lo interno como fuera del proceso bolivariano y sus respectivas conexiones.

El madurismo: corriente reformista, devenida en nueva clase burguesa, que simula ser socialista simplemente para no quedar al desnudo y por otra parte mantener confundido al chavismo y no perder su apoyo. No obstante, inmediatamente después de la muerte de Chávez esta fracción reformista proburguesa se hace con las riendas del poder, de la dirección del Psuv y la conducción de la revolución bolivariana e inicia un plan de desmantelamiento de los objetivos socialistas y retrocesos e involución hacia el capitalismo desastroso sumergiendo al pueblo a vivir en condiciones de hambre y miseria.

Oposiciones: espectro de organizaciones políticas y movimientos sociales que fluctúan entre el extremismo de derecha y la socialdemocracia. Todos coinciden en hacerse con el poder del estado y reingresar al viejo y destartalado capitalismo dependiente y subdesarrollado, entregando el país al imperialismo norteamericano.

El chavismo: en la actualidad es una fuerza que guarda silencio. Pero que a pesar de su dispersión, ensimismamiento y perplejidad incapaz hasta ahora de forjar una dirección colectiva que asuma la refundición y conducción política del movimiento, no obstante esta condición, aún continúa siendo la fuerza política y social más grade de la sociedad venezolana a la espera de nuevos escenarios y coyunturas.

Sin lugar a dudas que pueden hallarse análisis mejores y más completos, pero este simple esquema nos sirve en el movimiento popular para orientarnos para establecer las alianzas en las luchas que habremos de librar muy pronto.

En la próxima entrega trataremos de determinar cómo se relacionan estas fuerzas en la lucha. Pero sobre todo definiremos dos temas: quiénes son los enemigos y quiénes son los amigos del pueblo venezolano hoy, y si es posible construir el socialismo en Venezuela.



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Arnaldo Aguilar Dorta


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