El campo es la patria de los cielos, los pájaros y las estrellas…

26-7-22: desde hace tres días ha estado lloviendo con intermitencias, y con amaneceres apagados en los que repentinamente sale un sol canicular, para después nublarse el ambiente, caer un chaparrón y volver a salir un intenso sol quemante. Con tal tiempo, hemos de andar dando carreras con el café que ponemos a secar para que no se empape demasiado, porque lo estamos preparando a la criolla. Hoy a las seis, ha aparecido lo que algunos por aquí llaman "cielos rotos" que son unas entrecruzadas planchas de acero en el firmamento iluminadas con troneras circundadas por nubes oscuras y trazos rojizos.

Desde que nuestros vecinos Engracia y Neptalí se mudaron, aquí hemos estado pasando unos días de entera soledad, casi absoluta, sobre todo por las noches. A veces, lo que se escucha son lamentos de dos perros que la vecina Engracia dejó amarrados. Fuera de eso, la densidad de la oscuridad y del silencio nos devuelve a la infancia o la paz infinita de cuando aún estábamos en el útero de la nada, a la regresión absoluta con uno mismo. Por otro lado, no nos enteramos del mundo, de agites sociales, de las quejas, de tantos avatares pasajeros, porque no ha habido manera de que funcione la antena CANTV, no hay internet, no tenemos radio, pero como digo, ¿hará falta saber de todo eso? Esos aparatos o adelantos tecnológicos vienen a ser como una enfermedad de los sentidos o perturbación en medio de este sublime equilibrio espiritual. Por ahí, de vez en cuando, pasa alguien y nos refiere la novedad, que en verdad suena a ficción, de que Putin ha viajado a Argelia. ¿Qué cambiaría para uno si eso fuese cierto o no? Estaba recordando que Juan Félix Sánchez, retirado por largo tiempo en El Tisure, usaba un radiecito en el que únicamente escuchaba música. Un día le pregunte: "Oye, Juan Félix, ¿y a ti no te gustaría enterarte de lo que está pasando en el mundo? ¿No te interesa saber qué ocurre en Mérida?", a lo que me respondió con otra pregunta: "¿Y yo qué resuelvo con eso?".

A fin de cuentas, llego a veces a creer que a la gente no le interesa apartarse del infernal mundo de las fatuidades, del joropeo de las redes, del chismorreo, de la maledicencia, mentiras, falsos sufrimientos, de la eterna quejumbre, de ese regodearse en la estupidez, en la farsa, en la vanidad, la envidia y la codicia. Todo lo anterior resume el mundo del capitalismo, por cierto. La gente por lo general no soporta tres días de soledad, tres días consigo mismo, tres días sin ver televisión ni estar conectado a internet, tres días sin tragar miasmas en las colas, en los comercios o sin andar intoxicándose con las angustias dentro de un carro o sin recibir las modernas ventosidades de unos mediocres funcionarios o patrones que los explotan, que los castran y que los ponen a comer el oprobioso pan de la impotencia. Nada es más difícil que ser verdaderamente libre, porque para serlo hay que arrancarse las cadenas que nos han enseñado a amar lo que nos tortura y degrada. En pocas palabras: nos da pánico ser diferentes. De modo que hay mucho de pose, mucho de llorona y de idiotez redundante cuando se dice que se busca la libertad, que se busca la paz o la belleza.

He escuchado que este próximo sábado se celebrará por todo lo grande los ciento cincuenta años de haberse erigido Canaguá como parroquia.

Revisando notas puedo decir que el Marqués de Sade fue el Federico Nietzsche de su época. Sade planteó antes que Nietzsche lo del Anticristo.

27-7-22: mi esposa y yo hablamos de lo duro que significa tener que vender este pedazo de paraíso, este glorioso refugio, este consuelo en medio de tantos sufrimientos. Hemos recibidos visitas, nos han traídos limones chinoto y nosotros hemos repartido auyamas del tipo porteña de nuestra huerta. Las auyamas se han desparramado de tal modo que han ido ocupando una buena parte del terreno frente a la cocina. Nos cuenta la vecina Consuelo que su siembra de auyama se la acabaron los cochinos.

Ha bajado una formidable pavada por el camino real que, por cierto, se entiende muy bien con los becerros que pastan por aquí cerca. Hoy me ha tocado jornadas de leñador, he troceado gran parte de los troncos del viejo guamo negro que echamos abajo hace dos meses. Contamos con una excelente reserva de leña para el resto de año. Con todo el ramaje seco de este guamo y que habíamos colocado alrededor del naranjo y los limoneros, hemos levantado un tapón a lo largo de la calzada que da al río, que hemos bautizado "Tapón de Darién".

A las siete de la noche ha venido Ángel y estuvimos conversando hasta las 8:30.

Ha hecho un frío tan intenso que de nada vale tanta cobija.

28-7-22: a las 10 de la mañana mi esposa y yo bajamos al pueblo a comprar alimentos. Cogemos a pie pues, por el camino real, viendo los grandes sembradíos de café, observando como a algunas reverdecidas y espigadas matas no les ha salido pipa todavía, algo raro. El día se nos presenta fresco, con nubes que anuncian lluvias, pero que nunca se sabe. En el trayecto nos encontramos con Silvio quien ya ha sembrado varios miles de matas de café, y ahora está acondicionado un nuevo vivero. Vamos nosotros dos solos porque Ángel quedó en alcanzarnos por el camino. Al pasar por la casa del señor Antonio Rojas, quien está muy grave, pensábamos hacerle una visita. Está aquello sin un alma por los alrededores por lo que optamos continuar la marcha y entonces hacerle una visita al regreso. Se van imponiendo ante nosotros las grandes faldas de las montañas que colindan con la finca de Ramón Isidro, a la derecha. Observamos a lo lejos como estampitas de un pesebre a un grupo cultivando la tierra, uno de ellos de camisa roja que suponemos es Freddy, el yerno de Abraham o Abraham mismo. Agitan sus manos.

Como ocurre, en instantes como estos quisiéramos detener el tiempo, apropiarnos de la sublime grandeza de cuanto nos rodea, fundirnos de algún modo definitivo en esta eternidad de lo sencillo, del amor a la tierra, de esa conjunción plena del hombre con la naturaleza, porque fue esto lo que vinimos a buscar hace diez años y que al final lo hemos encontrado. Armonía absoluta, paz y nobleza en todos los corazones. Seguimos mirando hacia los predios de Ramón Isidro, todo colmado de verde, con grandes paños de siembras con camburales, cafetales, pasto, a la vez que nos llega el olor resinoso de enormes pinos a lo largo del camino. Abajo, a unos cincuenta metros de la ladera, corre oculto entre yerbales el río La Coromoto. Alguien se nos aparece como un fantasma, se trata de un hombre de unos setenta años. Nos saludamos: "-Cómo le va, buenos días". Inmediatamente mi esposa le pregunta si es familia de los Durán, y responde: "-Sí señora, soy Alberto Durán". No sé cómo lo adivinó María Eugenia que era de los Duranes. Entonces nos venimos conversando un buen trecho y nos enteramos que el señor Alberto venía de presentarse en casa del señor Antonio Rojas, al cual encontró grave, hasta con dificultades para hablar.

Nos dice el señor Alberto que, en estos pueblos, por humanidad o consideración cristiana, se está en la obligación de visitar a los enfermos. Luego, cuando alguien muere, la velación se convierte en una ceremonia costosa porque prácticamente deben atenderse con comidas a todos los familiares y conocidos de la comarca, una ceremonia que puede durar varios días. Por lo general para estas atenciones hay que matar una o varias reses, cochinos y gallinas. Todo esto los deudos lo hacen con devoción y lo agradecen mucho. De todo esto vamos hablando con el señor Alberto hasta que le toca tomar un desvío por donde coge el acueducto y que lo llevará a El Rincón.

Seguimos descendiendo, ahora por tramos de cemento rígido, cenagosos y resbalosos. Me voy apoyando con el bordón, María Eugenia hace equilibrio andando de lado. Llegamos a la vega, y luego tomamos por el trecho del puente que hace empalme con la carretera. Nos topamos con la quebrada que baja de El Rincón y que se une al río La Coromoto. Placidez pujante en todas las direcciones hasta que, felizmente andando, llegamos al pueblo de Canagua, en los preparativos de sus ciento cincuenta años de fundada.

No nos cansaremos de repetirlo, no hay un pueblo, un lugar en el mundo, más hermoso y encantador que Canaguá. La gente conversando a la vera de las casas, los jóvenes paseando en bicicleta, los comercios ofreciendo los productos propios de su región, las muchachas con esa encantadora prestancia que les da tanto su belleza como el vivir en las labores del campo. No he conocido mujeres más hermosas que las canagüeras, tanto, que uno al verlas no puede evitar compararlas con todos los otros encantos que por doquier aquí nos ofrece la naturaleza.

En la plaza se congrega una muchachada que está engalanando la plaza con letreros alusivos a la efemérides de la referida fundación. Nos conseguimos con un señor de apellido Vergara quien nos dijo que ya sabía que pusimos en venta nuestra casa y que él está vendiendo también la suya ubicada en El Rincón. Ya no puedo vivir en ella desde que murió mi esposa", dice.

Luego nos dirigimos al comercio de la señora Beatriz donde compramos panela, jabón, harina para las arepas, mantequilla, buñuelos de coco (preparados por el dependiente Jesús Díaz) y galletas. De allí fuimos en dirección a la plaza y en una panadería hicimos el resto de las compras. Eran las doce cuando nos topamos con Carlos Chacón que iba en una moto. "- Profesor, a dónde va", me pregunta y le digo que al restaurante de Alí, porque quedamos en almorzar con Ángel. En ese momento se produce un apagón.

Así que fuimos al mejor restaurante del pueblo, "Rancho Alegre", después de ocho años sin poder darnos este lujo de degustar los platos de Alí. Nunca he olvidado una cachama frita que comí en este restaurante hace unos cuantos años.

Emprendimos el regreso a la una de tarde. Cerca del Comando de la Guardia nos conseguimos a Carmelina (hermana de Ángel) y a su esposo Luis, quienes salían a cumplir con la segunda parte de su jornada del día, y es en ese momento cuando se desata un tremendo palo de agua. Nosotros corremos a ver dónde guarecernos, al tiempo que Carmelina y don Luis siguen impávidos, como si nada, andando o nadando en medio de aquella cortina de agua hacia el puente que da a La Coromoto. Nosotros nos mantuvimos dos horas esperando a que escampara en una casa al lado de la carretera la cual pertenece a los suegros de Carlos Chacón.

A las tres y media volvemos a la carretera a continuar la marcha montaña arriba, cuando aparece Enrique en su moto ofreciendo ayuda. Le pedimos que al menos se lleve nuestro cargamento de alimentos. Y ahora sí, con un sol moribundo, salimos decididos a echar los bofes por las empinadas cuestas, en el cruce hacia el puente vemos el espectáculo de nuestro antiguo vecino, Baudelio, trayendo en moto a su familia (Engracia y Lucía Valentina),con los dos pesados perros (Loki y Rival) cruzados sobre sus piernas. A mi modo de ver esa moto transportaba, con otras dos maletas, por lo menos cuatrocientos kilos. "-Vayan y nos visitan el domingo", nos grita Engracia al tiempo que truena el escape de aquella atestada máquina de humanos, peroles y perros, rumbo a El Rincón.

Cogemos nosotros hacia la vega, emprendemos el empinado tramo del cemento rígido y vamos sudando a chorrerones, bufando y suspirando, hasta así llegar a casa del señor Antonio Rojas. Nos recibieron Antolín (hijo del señor Antonio) y su esposa la señora Margarita. Nos sentamos a conversar un rato en la bella explanada del patio donde secan el café, un punto desde el cual al elevar la mirada se encuentra uno con los grandes plantíos que en otros tiempos atendiera el señor Antonio, un hombre que se estuvo trabajando sin tomarse jamás unas vacaciones, y ahora allí, postrado, está esperando la muerte. Entendimos que el señor Antonio no podía ni siquiera incorporarse. Tomamos café y seguimos hasta la casa del señor Corsino, donde Ana nos sirvió una excelente chicha andina. El recorrido que hicimos, yendo de un lado a otro, fue de unos doce kilómetros.

A las seis y media nos visita el señor Lizardo a quien le hacemos un recorrido por nuestra casa. Tomamos café aunque… no quedamos en nada. Finalmente caemos rendidos cual largos somos y al menos yo…, sin poder conciliar el sueño…

29-7-22: Hoy cumplen años mi hija Alejandra y mi nieta Sofía. No podemos comunicarnos con ellas porque no tenemos señal de Internet ni de CANTV.

30-7-22: Esporádicos movimientos en la aldea: Avenildo que arrea a sus becerros, Evencio que sube con un descomunal cargamento de pasto para sus animales, el Chino que baja con sus dos hermanos a sembrar café en una ladera al lado del río; Ángel que se dirige a casa de Ramón Isidro para recoger café, Consuelo que pasa por el camino real buscando sus piscas y pavas, Agustina que baja a ver a una hija enferma, … aquí nada se detiene porque lo impiden las exigencias de la tierra y de los animales. Nosotros hemos terminado de recoger toda la leña que sacamos del guamo negro.

Por la noche, cuando Ángel baja de casa de Ramón Isidro nos trae unos huevos que manda Cileni. Nos ponemos a conversar un rato en el patio bajo un cielo semi estrellado, obteniendo interesantes conclusiones sobre las absurdas ilusiones e invenciones entre las cuales la gente vive, siendo eso que llaman la VERDAD algo que interese sólo a unos pocos "agua-fiestas". El que se atreva a desvelar las estupideces en que vive la gente será señalado de loco, maniático, peligroso, intratable. Por eso el mundo vive en el laberinto y en las redes de un asfixiante karma, siendo éste la razón de los miedos, de casi todas las enfermedades, de los cánceres, de esa manía de andar buscando la felicidad en esa fulana selva plagada de árboles para ahorcables.

Hoy sábado, media aldea (sobre todo los jóvenes), bajan al pueblo para unirse al júbilo de la celebración de los ciento cincuenta años de Canaguá. Habrá cabalgatas, competencias deportivas, bailes y el infaltable Te Deum. Varias parejas se preparan para participar en la competencia del baile el Pato Bombeao.

En una fiesta de graduación de bachilleres, en la parroquia de Chacantá, a quince kilómetros de Canaguá, apuñalearon a dos estudiantes, uno de ellos murió degollado y una muchacha quedó gravemente herida. Al hijo del victimario (quien anda huyendo) y participó en la pelea, lo tienen detenido en el Comando de la Policía. Corren diversas versiones del hecho, entre ellas que el supuesto asesino se suicidó, otros dicen que andan buscando gasolina para huir en una moto hacia los llanos.

Han bajado Ana y su hija al pueblo porque pronto viajarán a Mérida. Ángel también va al pueblo como organizador de algunos de los eventos del día. A las cuatro de la tarde, como el señor Corsino ha quedado solo, voy a hacerle compañía hasta que llegue Enrique del pueblo. Me estoy un rato conversando con Corsino, y allí nos estamos escuchando por la radio música moderna dedicada al Salvador. A las cinco comienza la misa oficiada por el padre Pedro Pablo con una homilía directa, sencilla y amena. Don Pedro Pablo está cumpliendo treinta y cuatro de actividad sacerdotal, y va refiriendo sus experiencias en sus recorridos en mula por estos pueblos. Relata muchas historias desde que llegó a esta parroquia. Dice que en cuanto a lo material él no tiene sino barriga porque gracias a Dios come muy bien, pero de resto es muy pobre.

A las cinco y media llega Enrique…

 



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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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