La increíble resurrección de Juan Veroes (de un cáncer y otras desgracias…) Hay que mandarlo a Cuba…

  1. A Juan le salió un cáncer en la garganta, lo operaron in extremis y quedó sin habla, aunque ahora (a sus 83 años) está tratando con grandes esfuerzos de comunicarse, ejercitándose sin tener cuerdas vocales. ¡Todo un milagro! Me cuenta Juan, haciendo anotaciones en una pizarra, que trabajó cinco años en la Cigarrera Biggot y que como parte de unas reivindicaciones sindicales, él se hizo acreedor de recibir una caja de cigarrillos diariamente, la cual se fumaba encerrado en el baño de la empresa. De aquellos polvos (o humos) le sobrevino el cáncer en la garganta, que tuvo que tratarse en varias ocasiones con radioterapias, hasta que finalmente se lo operó (hace tres años).
  2. Tenía más de dos años sin ver a mi querido amigo Juan Veroes, pese a que vivo en Mérida. Cada vez que lo intentaba, algo me pasaba. Estuve hospitalizado con Covid, luego vino la lenta recuperación, después hube de irme a las montañas a sembrar; luego, a veces, no conseguía gasolina para subir al centro o no estaba en condiciones de hacerlo a pie. Veía ciertos artículos de Juan, por Aporrea, en los que elogiaba a un tipo tan malo como yo, y no se lo agradecía porque la gente podía creer que en verdad soy bueno. Quiero aclarar que no tengo nada de bueno, y a la edad que tengo sé que ya no voy a mejorar. Árbol viejo y torcido jamás endereza...
  3. Bueno, hoy sábado, 20 de agosto, al fin pude, junto con mi esposa, hacerle una visita a Juan Veroes. No sabía si aún estaba viviendo en el mismo cuartucho en el que lo dejé hace más de dos años, luego de ayudarlo en su mudanza. En aquel lugar donde hoy vive, más que una pensión lo veo como una casa de vecindad, ahí conviven varias familias. En cuanto llego, comienzo a dar gritos: "¡Juan!, ¡Juan! ¿Dónde coño estás, Juan? ¿Está vivo o te fuiste ya al infierno?". Un vecino me dice que Veroes tiene un perrito que si ladra él sabe que alguien lo está buscando. Pero ni perro ni nada. Eso sí, veo estacionado el carro de Ana, la señora con la que casó cuando Juan tenía ochenta años (Juan lleva encima varios matrimonios, y no aprende).
  4. Juan ha sido un joven revolucionario toda la vida, y va a morir siendo un muchacho ilusionado en todo lo que ha buscado y querido ser. En este momento está haciendo un doctorado y dirige una cátedra de postgrado en la "Universidad Kleber Ramírez". Su ilusión de toda la vida ha sido luchar por las justas causas del pueblo: ha sido dirigente sindical (de chamo fue dirigente copeyano, siendo negro de pura cepa), se graduó de politólogo, dirigió periódicos y programas de radio. Luego fue evolucionando hacia el radicalismo de izquierda hasta terminar siendo chavista hasta la médula, pero un chavista auténtico como quizá existan muy pocos. En su cuartucho, en su santuario, puede verse, en la foto en la que estoy con él, un cuadro de Chávez.
  5. Juan Veroes es un revolucionario muy crítico y es probable que algunos que se dicen chavistas no lo quieran. Pero Veroes nunca ha andado tras un cargo, ha sido en política, podría decirse, un "imprudente" en sus juicios. Hoy, Juan, es un hombre inmensamente pobre y solitario (a mucha honra), rodeado de cientos de libros y en sus paredes están fotos memorables de su obra de setenta años: recortes de periódicos y títulos de sus grandes logros en la vida. En su cuartucho, sobre un mesón, hay una cocina eléctrica, una bolsa con la ayuda del Clap, un baño que hizo él mismo con una puerta corrediza, y más allá otra puerta corrediza que separa la biblioteca, aunque todo en este cuartucho es en sí una biblioteca. Al fondo está su recinto para el reposo, su cama, los armarios para su ropa, en ningún lado hay una mesa comedor, no vi nevera, apenas dos sillas de plástico, estrechísimos pasadizos para ir de un lado a otro.
  6. Le digo a Juan que lo veo tan juvenil como siempre y como prueba de su vitalidad va y se cuelga de una barra que está en una escalera. ¡Coño, ni un chamo! Allí hace unas flexiones como el chamo que se siente ser. Mientras conversamos, muchas de las cosas que trata de decirme me las traduce o explica más detalladamente su esposa, la doctora Ana (abogada). La señora Ana (quien vive en la parte norte de la ciudad) es un ser extraordinariamente solícito, le muestra un amor sublime a Juan. Ella va dos veces a la semana (los martes y los sábados) a ayudar a Juan en todo lo que puede y no lo hace más seguido porque Juan se lo prohíbe, diciéndole que también ama con locura su soledad.
  7. Juan en estos momentos, requiere que se le ayude para que en Cuba se le haga una operación, para que se le coloque un aparato que le facilite hablar. Juan ha ido a varios entes solicitando esta ayuda, pero hasta ahora no ha conseguido nada. Hace tres años, luego de ser operado, Juan quedó en los huesos y tenía que alimentarse por una sonda. Se le había dicho que sería casi imposible el que se pudiera alimentar por la boca, si lo hacía, podía morir. Juan se lo propuso. Con mucho cuidado, comenzó a alimentarse poco a poco por la boca hasta que finalmente lo logró. Hoy tiene hasta sobrepeso, la curva de la felicidad la tiene pronunciada. Se mueve ágilmente, se le ve alegre y pleno de vitalidad, con los mismos proyectos de hace diez o veinte años atrás. Nada lo arredra ni lo detiene. Tan carajito como siempre. Esperamos pues, que se le ayude, para que siga produciendo sus obras de filosofía y política, para que siga dando clases, para que siga orientando a las comunidades. Es muchísimo lo que todavía le tiene que dar a Venezuela.


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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

 jsantroz@gmail.com      @jsantroz

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