¿Imponer la agenda a los venezolanos?

En esta Venezuela trágica, dónde los vestigios de calidad de vida desaparecen cada vez más aprisa, ni siquiera el régimen con su absolutismo puede imponer la agenda a los venezolanos, solamente logra imponerla a su oposición amaestrada y a la reconocida mundialmente, anémica de iniciativas. Por eso hemos observado desde 2017 que las patrañas electorales han sido un circo de minorías.

En cada rincón del país, los habitantes de esta desnaturalizada nación se dedican al mundo personal y/o familiar, la política que pasó a se un entretenimiento hoy es (lamentablemente) y folleto repetido, aburrido, desprovisto de interés.

Más allá de la lucha personal por la sobrevivencia indigna del modelo chavista, se gesta un tsunami de protestas alentadas por el malestar ocasionado, principalmente, por el caos de los servicios públicos, la escasez de la gasolina, del gas, la devaluación y su incesante inflación. No hay entidad federal ajena a las protestas, chicas y no tan chicas.

Las instituciones públicas son el mejor ejemplo de ineficiencia y corrupción, a todos los niveles, demuestran magistralmente lo que ocurre cuando el elemento cualitativo es suplantado por el partidista, por el militarismo. Los licenciados, doctores, los técnicos desaparecieron de las nóminas, ahora desbordan los organismos públicos los generales, los mayores, los "camaradas", contraviniendo lo expresado en nuestra carta magna… culminaremos esta idea con un refrán popular excedido de sapiencia: "zapatero a sus zapatos".

Ahora bien, usamos el calificativo trágico porque no cabe otro mejor. La política es realidad y si no se ampara en ella ocurre exactamente lo que ocurre en nuestro país: la sociedad política (políticos y gobernantes) marchan por un rumbo totalmente inverso a la sociedad civil (ciudadanos).

Pensemos: ¿Qué le importa en este momento a los venezolanos la directiva de un partido político? ¿Qué tanto puede motivar a los habitantes de esta nación escoger candidatos ¿Para qué? ¿Qué confianza puede generar la (des)institucionalidad actual, como diría Rafael Ramírez, emblema del chavismo, instituciones "rojas rojitas? La respuesta a estas interrogantes es solo una, pues ¡Nada!

Los partidos políticos son la gasolina de la democracia, es cierto, pero sí no hay democracia de nada sirven. Las figuras políticas deben estar a la altura del momento, saber interpretar las demandas ciudadanas y acompañarlas ¿De qué sirve una directiva partidista sí no hay elecciones legales ni legítimas?

Lo electoral, lo partidista en los actuales momentos distrae, beneficia al régimen, pues es el amo y señor de todo dentro de Venezuela, el Psuv no pierde ni cuando pierde, ese escenario no tiene el menor sentido, eso sí, sí en realidad la meta es devolverle la independencia a nuestra nación.

De este modo, estimados políticos partidistas, salgan de ese caparazón vacío y, por demás, rechazado, vayan acompañar a las gremios, a las comunidades, a los sindicatos, a los jubilados en sus luchas, lleven sol, traguen humo, gasten sus zapatos que esa es la única forma en la que se ha logrado vencer al chavismo. Lo electoral es lo último y quienes se pongan del lado correcto de la historia, de los venezolanos de a pie, serán quienes tengan los méritos para aspirar ser candidatos.

Un gran error de hoy es que los partidos políticos tratan de imponer la agenda a los venezolanos, cuando son los venezolanos quienes deben imponer la agenda a los partidos.

 

 



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Leandro Rodríguez Linárez

Politólogo / Analista político / Articulista de opinión, con más de 1.200 artículos publicados nacional e internacionalmente.

 leandrotango@gmail.com      @leandrotango

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