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Caracas 1989: ¡El día en que bajaron de los cerros! ¡La crisis tiene sus excepciones!

Segundas partes nunca son buenas. Dice la sabiduría popular que segundas partes nunca son buenas. Algo que Marx tenía bien claro, tal como lo muestra al inicio de su libro ‘El 18 brumario de Luis Bonaparte’. "Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia, y la otra como farsa", expresó Marx como un preludio de lo que sería el recuento de los hechos que llevaron a tirar por la borda los ideales que promulgaba la Revolución Francesa, para instaurar de nueva cuenta una monarquía constitucional, y de paso, burlarse de las increíbles contradicciones de la historia, siempre dando vueltas en espiral, siempre cíclica. Fin de la cita.

El Diario de Caracas el 19 de febrero de 1989, tituló en primera pagina: "La boda del siglo" con un antetítulo espeluznante que decía: "La crisis tiene sus excepciones".

El titulo engalanaba una "aristocrática foto", en la reseña periodística se describía la boda a todo trapo de la pareja de recién casados de la época; como lo fue la compuesta por los novios: Fernández Tinoco-Cisneros Fontanels, Gonzalo, y Mariela, quienes contrajeron matrimonio eclesiástico en la capilla de las Siervas del Santísimo.

De allí el cortejo arrancó en varios pullmans, y un Rolls Royce hasta el Alto Hatillo, donde se degustó un bufé rebosante de caviar, langosta y salmón fumée, regado con champaña de: La Grand Dame, de la cosecha más exquisita y apetecida, disfrutaban de esa bol burguesa boda de la época unos 5.000 invitados aproximadamente, de los cuales unos 300 habían arribado, al país desde el extranjero, con todos los gastos pagados desde Caracas. ¡Una pelusa, mi compadre Pancho!

Al mismo tiempo que los invitados degustaban el "bufé rebosante", en la cadena de supermercados mas grande de la época, y la mayor del país, propiedad de la familia de la novia, siendo el grupo financiero más fuerte de aquella Venezuela boyante, en esos negocios faltaban buena parte de los productos básicos. Lo mismo ocurría en gran parte de los comercios del país. El anuncio de la entrada en vigor de nuevas medidas económicas, anunciadas por Carlos Andrés Pérez, que había asumido la presidencia el 2 de febrero, desencadenó la avaricia, y la especulación de los comerciantes. En espera de las subidas de los precios liberados, los comercios retenían mercancías en sus depósitos. El mercado quedaba desabastecido en un país que había dejado de ser la Venezuela saudita de los años setenta, época de la primera presidencia de Carlos Andrés Pérez, y había entrado de lleno en la crisis de los ochenta, de la deuda externa, y la pauperización de la población. Todo esto una cuestión de semántica, hoy con los grandes hipermercados en manos de árabes, y chinos, una nueva bofetada al ciudadano venezolano.

En medio de lo que ya asomaba una tempestad socioeconómica de imaginables proporciones. Se había celebrado la toma de posesión presidencial, también faraónica, y desproporcionada, y totalmente fuera de contexto, dado que anunciaba un paquete de medidas económicas que según los expertos economistas de la época, era inevitable para poder: "estabilizar la situación de la economía". A los pocos días de estos dos desnalgues se produjo el fatídico, y conocido 27, y 28 de febrero, que quedaron registrados en la memoria histórica de la Venezuela del siglo XX, algunos como el suscrito lo tiene muy fresco en su memoria, porque lo viví, nadie me lo contó. Los grandes medios de comunicaciones globales titularon con la espeluznante frase: "El día que bajaron los cerros".

Hoy la Venezuela del siglo XXI, vive su peor crisis política, social y económica que cualquier venezolano nacido en el siglo XX, pueda recordar. Y además desde el año 2020, seguimos padeciendo los efectos letales de la pandemia del covid-19, que gracias a Dios se ha podido controlar, con la inmunización del rebaño, 70% de la población vacunada, según informes del gobierno bolivariano, pero a pesar de todo sigue cobrando vidas.

La hiperinflación, la especulación. La caída de la producción petrolera, agropecuaria e industrial, según estudios de organizaciones, y universidades, ponen sobre el tapete, la mayor gama de calamidades, que recae sobre el pueblo venezolano. Esto es una verdad punzo penetrante, muy dolorosa para muchos venezolanos, que lentamente siguen pasando hambre.

El sector de la educación, y la salud, son de los más golpeados por esta grave crisis socio económica. El monto del salario mínimo que entrará en vigencia el próximo 15 de marzo es algo así como de 29$ mensuales.

Pero el pasado carnaval de febrero de este año 2022 las redes estaban inundadas con unas reseñas muy descriptivas, y publicitarias de varios saraos, bodas, y derrapes, en bodegones, clubes, hoteles cinco estrellas, y en las bellas playas del Caribe Mar venezolano, de la nueva boliburguesia del siglo XXI. Inmediatamente recordé aquel fatídico caracazo de 1989, y aquella boda de oro, de la alta burguesía caraqueña de la época, que reseñó el diario arriba descrito como una cachetada en los rostros de los millones de venezolanos que hoy en pleno siglo XXI todavía sufren.

Los argumentos banales, y las excusas a granel, de sectores oficiales, tratando de justificar, lo injustificable. El sifrinismo, y las estupideces son más que elocuentes, sobre todo, los del lado opositor que ganaron unas pocas alcaldías, y gobernaciones, como les gusta darse bomba, y burlarse de la gente. Así ocurrió en 1989, y hoy se repite nuevamente, la misma historia en este año 2022, ante tanta maldad insolente.

No hemos aprendido para nada la lección de 1989. Ahora en 2022, vemos con estupor, como sigue estando vigente aquella frase fatídica de: "la crisis tiene sus excepciones". La guinda de la torta, será la reseña de la luna de miel, de la prole de un escorpión que pasó de pata en el suelo, a burgués de nuevo cuño, sin nunca en su vida haber pegado un bloque, y que no creo vaya a ser en una, "Taguara de una estrella".

En fin, "… Que el país fue, y seguirá siendo una porquería, no lo sé. En el 2030, y en el dos mil noventa y nueve, también….los sobrevivientes lo verán.

Todavía veo a muchos venezolanos escarbando en la basura, a ver si consiguen sobras. ¡Habrá reflexiones! No lo sé. El movimiento especulativo, que se ha producido en sectores del comercio en este año 2022 sigue sin control alguno. Juntándosele la caída del trabajo, productivo, y la producción petrolera, e industrial, parece que la clase política no ha aprendido de aquella lección tremenda de 1989, porque es bueno saber que esas manifestaciones, que se produjeron en Caracas en esa época, no tuvieron el sesgo político de ser una protesta contra el Gobierno o contra los partidos, sino que fue una acción contra la riqueza mal habida de los especuladores, fue una protesta contra los comerciantes ricos, y ladrones.

Lo que temía aquella Caracas comercial, y especuladora, era la irrupción de los marginados, que baño de sangre el país ese año, y eso solo fue un aviso en aquella época.

 

 

 

 



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Edgar Perdomo Arzola

Analista de políticas públicas.

 Percasita11@yahoo.es      @percasita

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