Maduro y el trato a los viejos

En la época exitosa del cine mexicano, tenían gran popularidad las luchas libres, creándose protagonistas que también se hacían llamar invencibles como el famoso "Santo". Atleta enmascarado con capa, vestido de blanco. En esa especie de serie taquillera, inventaban todo tipo de enemigos. Santos contra los vampiros, contra la mafia, contra los extraterrestres.

Pareciera que los asesores de imagen del ciudadano presidente, ante la escasez de obras y beneficios a favor de la comunidad, pretenden mantenerlo en la opinión pública como el gran luchador defensor de la nación. Ese enfrentamiento contra el imperio, contra la comisión europea, contra la Corte Penal internacional, contra los dirigentes de los partidos políticos.

Se le han ido acabando los argumentos para seguir jugando ese rol intentando llenar ese vacío de la escasez de liderazgo. Hasta se piensa que en ese afán monopolizador busca la derrota de la familia Chávez en Barinas, convirtiéndose él verdadero jefe de la revolución. Se dice que el envío de Iris Valera y el mismo Arreaza fue una decisión para provocar esa derrota diplomática.

Eso sería algo puntual, pero ver como pecado que el promedio de vida de los venezolanos sea un problema porque le genera mayores gastos al estado venezolano. Es una posición inhumana de alguien que no tiene familiares de la tercera edad o que piense que no llegará a viejo. Manifestar que anteriormente cuando llegaban a los 70 años era menos costoso mantenerlos, y ahora a los 85 son una carga onerosa para el gobierno. Es de alguien sin corazón.

A quien mantiene Maduro con una pensión de 2 dólares mensuales, hasta donde puede llegar la mentira. Acaso los pocos geriátricos que medio funcionan en Venezuela son garantía de vida sana para la juventud prolongada. O será que desconoce esta realidad porque él no camina por las calles en donde se observan ancianos pidiendo limosnas, aguantando humillaciones especialmente de los cuerpos policiales.

El país se conmovió cuando encontraron los cadáveres de una pareja de ancianos, en un pequeño apartamento en la ciudad de Caracas. La característica era que se resignaron a esperar la muerte como solución a eliminar el hambre y la miseria, sin dinero para comprar medicinas. Así como ellos hay mucho viviendo esa situación, sin familiares que se preocupen por ellos.

Uno no sabe hasta dónde es una política de estado acabar con ese sector de la sociedad, porque ya no producen o peor aún porque no le sirven como jefes de calles o líderes de las UBCH. Suceden cosas tan increíbles que de repente alguien sería capaz de proponerle al ejecutivo nacional, decretar Eutanasia a los viejitos por ser una carga para la revolución.

La pensión para la tercera edad más bien debería ir aumentando en la medida que la persona cumpla más años, ya que el costo de medicinas en ocasiones sube hasta mensualmente. Ocuparse de ellos para darle una vida digna significa también mantenerlos activos, no dejarlos tirados en una cama, la distracción conjuntamente con actividades sencillas le harán pasar sus últimos años convencidos que son tratados como seres humanos y no como material de desecho.



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Claudio Schiveci

Exdirigente juvenil en el Liceo Cajigal de Barcelona, Cofundador de la revista Horizonte, redactor de la revista cultural Candilejas. Columnista en los diarios El Metropolitano, La Nueva Prensa de Oriente y Diario Impacto en Anzoátegui.

 claudioschiveci@gmail.com

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