Saberes republicanos

El que pasó por Kingston

Recuerdos de aquel 6 de septiembre de 1815 cuando Bolívar publicara su Carta de Jamaica

Sabías que. Fueron siete meses los que estuvo Bolívar en Xamaica, como solía decirle a ese sitio paradisíaco dominado por el imperio británico; y en los cuales aprovechó para promover reuniones, hacer nuevas y reforzar viejas amistades, visitar al gobernador y exponerle sus planes libertarios.

Bolívar fue a dar Jamaica en busca del apoyo de los ingleses; y aunque no obtuvo toda la solidaridad que esperaba, tampoco fue asediado, a pesar de ser otro imperio, y al menos le permitieron hacer sus contactos, redactar sus escritos y llevar una vida normal, por el tiempo que estuvo allí.

Cuando Bolívar sale de Cartagena de Indias, su plan inicial apuntaba hacia Londres, ciudad que ya había visitado en aquella misión diplomática realizada cinco años atrás. Toca a Jamaica porque debía de ser el puerto de embarque hacia el norte, pero nunca imaginó que desde allí plasmara todo su proyecto estratégico del continente sudamericano.

La Carta de Jamaica en principio fue asumida como una “Contestación de un Americano Meridional a un Caballero de esta Isla, el Señor Henry Cullen”. Aquel escrito redactado el 6 de septiembre de 1815 a su paso por la ciudad de Kingston, vino a ser el ideario y los proyectos de liberación de la América, de quien sería su Libertador.

Bolívar en una parte de la comentada carta le refiere al caballero Henry Cullen:

“Tres siglos dice usted que empezaron las barbaridades que los españoles cometieron en el grande hemisferio de Colón. Barbaridades que la presente edad ha rechazado como fabulosas, porque parecen superiores a la perversidad humana; y jamás serían creídas por los críticos modernos, si constantes y repetidos documentos no testificasen estas infaustas verdades.

El filantrópico obispo de Chiapas, el apóstol de la América, Las Casas, ha dejado a la posteridad una breve relación de ellas, extractadas de las sumarias que siguieron en Sevilla a los conquistadores, con el testimonio de cuantas personas respetables había entonces en el Nuevo Mundo, y con los procesos mismos que los tiranos se hicieron entre sí, como consta por los más sublimes historiadores de aquel tiempo.

Todos los imparciales han hecho justicia al celo, verdad y virtudes de aquel amigo de la humanidad, que, con tanto fervor y firmeza, denunció ante su gobierno y contemporáneos, los actos más horrorosos de un frenesí sanguinario”. Este es otro saber republicano.


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Douglas Zabala


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