Terribles confesiones del Dr. Pepe Izquierdo, en mis Memorias (autor de "El Cráneo del Libertador")…

  1. El doctor Pepe Izquierdo nace el 12 de enero de 1887, siendo su nombre completo José Benito de la Consolación Izquierdo Esteva. Fue traductor de obras literarias, compositor, pintor y amante de la poesía. Dominaba el inglés, francés, alemán, italiano, portugués, latín y griego. Además, fue historiador y crítico de obras literarias. Se graduó de médico en la Universidad Central de Venezuela el 16 de julio de 1912. Fundador de la cátedra de Anatomía en el Instituto Anatómico de la Escuela de San Lorenzo, de la Facultad de Medicina de la UCV en el año1915. Reemplaza al ilustre médico Luis Razetti en su cátedra. Se desempeña como profesor titular de la cátedra durante 37 años (1915-1952). Condenaba la práctica de los repitientes en el aula universitaria. "A esta casa se viene a estudiar" lo decía enérgicamente; debido a esto publicó en el año 1956 un ensayo titulado "El Raspado" en el cual ironiza la conducta del estudiante con exagerada vocación por la política de partidos en perjuicio de su tarea de aprender. En 1947 escribió su libro "El Cráneo del Libertador" Simón Bolívar, editado por Ediciones Edime, Caracas-Madrid. Tres ediciones 1947, 1956 y 1961. Traducciones de Shakespeare, Hamlet, Otelo y Julio César, "El Cuervo" de Edgard Alan Poe. Tradujo del idioma alemán: "De los Llanos", del científico Carlos Sach, el cual trata de la investigación del autor en nuestra llanura. Del latín, "La imitación de Cristo" de Tomás Kempis.
  2. Tengo consignado lo siguiente, en mi Diario, el 23 septiembre de1993 (hace aproximadamente 28 años):
    • Por la noche le he hecho una visita al doctor Carlos Chalbaud Zerpa, quien me entregó una carpeta con numerosas cartas que el doctor José Izquierdo le enviara durante la década de los cincuenta. Agradezco la gran confianza que el doctor Chalbaud ha puesto en mí para mostrarme esa correspondencia personal. Tienen ideas muy interesantes estas cartas, porque muestran toda la filosofía de una época, el meollo de una lenta corrupción, de un desorden que ha venido a dar con lo que hoy estamos padeciendo sobre todo en eso que se llama universidades autónomas. Están allí, las horribles vagabunderías que se habrían de desatar a partir de 1958 en el ambiente de nuestras universidades autónomas. El doctor José Izquierdo, como todo hombre trabajador, que ama de veras a su país, tenía un carácter fuerte: Sobre códigos sostenía que es suficiente la dignidad personal y los Evangelios. "La prédica moral surte efecto, y eso a medias, cuando la respalda la policía" (27/12/55).
  1. El 5/8/55 el doctor Pepe Izquierdo le envía una interesante carta al doctor Chalbaud. Tendría el doctor Carlos Chalbaud para esa época unos 25 años. En esta carta le responde don Pepe a una que le enviara Carlos1 en la que le dice sorprenderse por una noticia que asegura que él, el afamado médico caraqueño ha sido elegido académico. Es entonces cuando don Pepe Izquierdo le contesta: "Nunca me han gustado las academias porque me parecen centros de vanidad y de egoísmo y hasta impropias de una república". Añade entre otras cosas que uno no debe buscar honores, y que él propuso al doctor Razetti, miembro de la Academía de Medicina, que para ingresar a ella, se hiciera por concurso; Razetti se negó. "Siempre he aconsejado a mis discípulos abstenerse de entrar en la Academia de Medicina; pero son rarísimos los que acatan ese consejo, pues el oropel, el relumbrón, prevalecen en el ánimo de los jóvenes ansiosos de sonar de alguna manera. Los aspirantes a académicos se emulan en lastimosa mendicidad de votos. Deseo que usted jamás caiga en esa tentación, tanto más cuanto distinciones de esa clase pasan inadvertidas y, contrariamente a una idea general, ninguna influencia ejercen en la fama o nombradía. Las medallas no procuran clientela, sino gastos y aún burlas: ella es procurada por la seriedad, la honestidad, el estudio y la sencillez de carácter".
  2. Algunos comecandelas de la época criticaban acremente al doctor Izquierdo, porque en una ocasión le pidió al presidente López Contreras que desenvainara el machete, dado el grandísimo relajo que entonces imperaba en varios centros de estudio. Quizá a los ojos la izquierda de entonces, esta posición del doctor Izquierdo pareciera criticable, por lo que se le llegó a motejar hasta de fascista. Pero de aquellos desordenes luego vinimos a parar en la últimas guarimbas que diezmaron a todas las llamadas universidades autónomas. En la década de los noventas yo mismo atacaba a aquellos apopléjicos gobiernos, debiluchos a los que cualquier sinvergüenza sindicalero, cualquier gremio de vagos profesores, cualquier centro de estudiantes, cualquier consejo universitario constituido por mequetrefes petulantes, paralizaba por meses y hasta años la educación superior en Venezuela. Yo he hecho un cálculo y en cuarenta años de democracia Puntofijista tuvimos más de veinte en huelgas, paros y protestas en las que no se estudió absolutamente nada.
  3. Tenía entre sus remordimientos el doctor Izquierdo, el haber apoyado la llamada "Revolución de octubre" que en realidad luego vino a reconocer como un adefesio, como un crimen político. El doctor Izquierdo fue profesor del sabio José Francisco Torrealba, y sostiene en carta enviada al doctor Chalbaud (el 4/11/55), que para este parasitólogo eminente, la calificación obligatoria, pero no suficiente, era siempre 20 puntos. "...lo conocí muy bien porque vivía en casa de pensión de mi suegra; no salía sino para clases; en los ratos de ocio estudiaba idioma alemán...".
  4. Sobre Rafael Rangel, el doctor Izquierdo presenta un motivo totalmente desconocido por mí, sobre la razón que lo llevó al suicidio. Recuerdo haber leído en Historia de la Medicina en Venezuela, que la causa de este suicidio fue la atroz envidia de ciertos colegas contra su persona, que era despreciado por ser negro y motivos también relativos a su pobreza. Dice el doctor Izquierdo: "En 1909, ya asumido el poder por el Gral. Juan Vicente Gómez, Rangel puso fin a su vida mediante la ingestión de una pastilla de cianuro de potasio, en el salón de internos en el Hospital Vargas... Rangel había contraído una de esas blenorragias incurables que ocasionaban intensa neurastenia y no muy raras veces la tendencia al suicidio...". Concluye: "Rafael Rangel, a pesar de que su descubrimiento científico lo califica una prominente figura de la medicina nacional, no es objeto de la glorificación especial tributada a otros mucho menos meritorios: para memoria suya apenas hay un pobre retrato en el Hospital Vargas, y en sitio poco ostensible".
  5. En carta que el doctor Izquierdo envía al doctor Chalbaud, de fecha 24/12/54, le habla de haber sido sometido "a una tremenda intervención con motivo de un disco intervertebral zafado... Todo el mundo me aconsejaba que me fuera a los Estado Unidos; pero yo creo en los míos. Eso de ir a operarse en el extranjero obedece a tres motivos: I - vanidad u ostentación. II - placer en despreciar a los compatriotas; III - rivalidades profesionales, pues, hay colegas que, por no contribuir a la reputación de un compatriota, prefieren aconsejar a un paciente que vaya a operarse con un extranjero, porque hallarse lejano inspira menos celos. Y como consecuencia de esos tres hay otro en contra también: en la gente inocente ellos crean un cuarto, que es un complejo de inferioridad nacionalista. Sobre la operación que se le hizo, el doctor Izquierdo escribe: "...rehusé la anestesia salvo la de la piel con novocaína, pues, por miedo a morir en la inconsciencia o, como usted dice., por desconfianza, prefería sufrir. Siempre pido a Dios y a la Virgen que yo conserve mi plena lucidez intelectual y el uso de la palabra hasta el preciso instante de morir… En eso de sufrir hay un factor sicológico: uno se clava un clavo y se soba pero no se queja, y así mismo se puede clavar quince o veinte más; el dolor operatorio no es perfectamente continuo sino intermitente según la acción del cirujano, y lo que yo sufría no era peor que lo sufrido durante aquellos primeros meses y aún después algunas veces por los movimientos; yo pensaba que esos dolores no podían ser comparados a los del Redentor; y por último, quería dar un ejemplo a mis discípulos allí presentes porque nadie sabe cuándo les tocará sufrir tanto o más…. Así, como queda dicho, aguanté por lo menos la mitad de lo que duró la operación, hasta que Castillo, no sé si de verdad o por no hacerme sufrir más, me dijo rotundamente que no podía seguir si yo no me dejaba dormir, pues que se producían en la herida contracciones reflejas que le impedían trabajar".
  6. Al doctor Izquierdo no le gustaba para nada la obra de Miguel Otero Silva, aunque sus críticas a Casa Muertas me parecen totalmente intrascendentes. Pero tiene la siguiente observación que bien vale la pena ser tomada en cuenta: "Quienes creen en Otero Silva, por lo menos los de aquí, a quienes conozco, pertenecen al grupo vanguardista que aplaude todo porque espera la recíproca". (8/9/56). En carta enviada a Otero Silva, el 28/4/56, luego de una serie de observaciones de tipo gramatical, leo lo siguiente: "... su obra me parece un nuevo exponente de la poca fortuna habida hasta ahora en Venezuela, por no decir en América, para novelas que complazcan realmente al espíritu ansioso de pensamiento y de ilustración más que de banalidades o frivolidades… Es de creer que Ud. ríe del premio otorgado a su novela y que, en compensación de ella, procurará escribir una digna del aplauso general que para un hombre como Ud., preparado por la ilustración y el talento, debe valer más que los premios acordados por turnos según convenga a los conciábulos del bombo mutuo en esta época de casi absoluta crisis artística y literaria".
  7. Ya en 1959 se percibe el gran despelote moral en el que iba a hundirse indefectiblemente nuestra democracia: "Un interno del Servicio del Dr. Pérez Carreño, en el Hospital Vargas, violó a una enfermita de catorce años; y elevada la queja por la Hermana de dicho Servicio, el Consejo de Facultad impuso la pena de expulsión a dicho interno. Entonces intervinieron los delegados estudiantiles y lograron del Consejo la cobarde revocación de esa pena, gracias a estos tres canallezcos subterfugios: Primero: que el interno había observado siempre buena conducta; Segundo que no conocía con anterioridad a la enfermita y por tanto no tenía con ella confianza suficiente como para permitirse aquella violación. Tercero: que la ruptura del himen fue efecto inevitable de un examen ginecológico… Por no lastimar a la sociedad y por evitar ignominia a nuestra Universidad, en mi denuncia me abstuve de aludir a aquel hecho escandaloso y me limité a las circunstancias anárquicas que lo había favorecido… Cuando, con motivo de mi denuncia, el Consejo Universitario anunció sanciones contra mí, llamé al doctor de Armas (Julio) y le dije que tales sanciones resultarían írritas..." (26/10/59).
  8. ¡Qué diría hoy el doctor José Izquierdo de esas llamadas universidades autónomas, si supiera en el vandalismo o guarimberismo en el que han caído, siempre doblegadas por el chantaje de las turbas desenfrenadas, de vagos que nunca estudian, que se divierten quemando carros, destruyendo y saqueando a diestra y siniestra, casi todos los meses puestos de comercio, instituciones, agrediendo a gente pacífica: peatones, niños y niñas; regidos por autoridades mediocres, estudiantes que repiten hasta treinta veces una materia (como ocurrió con Nixon Moreno, Gaby Arellano o Vilca Fernández); "dirigentes" inmorales, perversos, mediocres en todos los sentidos, que defienden canalladas inexpresables, y que casi todos son amigos y confidentes de la embajada norteamericana. Al igual que esa penetración en nuestras universidades de extranjeros inescrupulosos que han venido a saciar su sed de capitales, con unos trabajos oscuros o falsos, verdaderas bazofias, plagios casi siempre, y que llevan por el mundo como grandes cosas. Están estos bandidos en todas las comisiones, apoyados siempre por unos genuflexos enquistados en todos los Consejos Universitarios, que también por desgracia imaginan ser genios y ductores de jóvenes. Unas universidades constituidas por seres sin amor por lo que hacen, pendiente únicamente de jubilarse y exigirle al gobierno aumento salarial que nunca realmente merecen; además de vivir haciendo viajes al exterior para venir más envanecidos y tontos, y siempre sintiendo el mayor desprecio por su país. ¡Ay Dios mío!...

1 Le solicité permiso a don Carlos para hacer público extractos de estas cartas…



Esta nota ha sido leída aproximadamente 3513 veces.



José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

 jsantroz@gmail.com      @jsantroz

Visite el perfil de José Sant Roz para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes: