Recomendación urbi et orbi

No comience su día quejándose desde la mañana

Viernes, 02 de julio de 2021. Le tengo la siguiente propuesta, a ver, póngase alerta y active los sentidos, independientemente de la hora en que usted se despierta y se levanta para iniciar su día, no lo comience quejándose.

Le sugiero que hagan el siguiente ejercicio: posponga su primera queja, digamos que a tres horas después de levantados, de activados, por ejemplo, si usted se para a las siete de la mañana puede comenzar a quejarse a las diez de esa misma mañana.

Haga el esfuerzo consciente de posponer su primera queja por esas tres horas, como mínimo, aunque esto le cause un poquito de ansiedad, haga la prueba y propóngaselo a esos amigos quienes llaman desde la mañana a invitarnos a un desayuno de quejas, casi cotidiano, propóngaselo a ver que dicen.

Con el tiempo, digamos que después de un par de semanas o mas, dependiendo de cada caso particular, puede prolongar el lapso de no queja a cinco o seis horas, haga la prueba.

No se apresure, cada etapa debe ser por lo menos de cinco días o más.

Sé muy bien que aunque algunos se lo puedan tomar como si fuera algo gracioso, tomárselo en broma, pero déjenme decirles que es una propuesta muy seria, porque puede impactar su salud mental y la de los suyos, inténtelo.

Controle el mal humor que puede aparecer sobretodo los primeros días, es normal, no se preocupe y no se queje de ello, hasta que se cumpla el lapso respectivo en que se encuentre.

Recuerde los lapsos son de cero queja, nada, no se haga trampa, no se engañe, sino, no funciona el ejercicio.

Para los casos mas graves de adicción frenética a la queja, pueden intentar aproximaciones sucesivas y si las tres horas resultan ser un lapso muy largo, comience el ejercicio de no quejarse con un intervalo de hora y media, mínimo una hora y sin estar mirando el reloj cada cinco minutos, no lo vea.

El ser consistentes es fundamental, tiene que hacerlo todos los días, con absoluta severidad de su parte, de lo contrario, no funciona.

Haga la prueba, no le va a hacer daño y puede resultar beneficioso.

Póngale atención al fenómeno de la queja y fíjense como en una reunión casual, sencilla, en un encuentro no planificado en la calle, por una de esas coincidencias de la vida, observe como se establece una especie de competencia en cuanto a quien tiene el cuento mas escabroso o la queja mas elaborada que arrope a la de los otros, es una competencia sin lugar a dudas en la que gana quien más y mejor se queje.

La queja continua en la que hemos caído es un hábito pernicioso, contagioso y compartido que mina nuestra voluntad y desacelera nuestro entusiasmo para realizar cualquier proyecto, por sencillo y simple que sea.

Nos roba nuestra fuerza vital.

Drena nuestra energía creativa y oscurece la visión que tenemos de la realidad que nos circunda.

La autoobservación nos puede ayudar a determinar en que grado de contagio, en el caso de que así sea, nos encontramos, y el ejercicio propuesto aún cuando no es milagroso, puede ayudarnos a superar esa maña tan arraigada hoy en día entre nosotros.

Tome nota, haga la prueba y por favor inténtelo, ah, y recuerde no comience su día quejándose desde la mañana.







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Luis Enrique Sánchez P.


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